Víctor Joaquín Ortega - Revista Mujeres.- Mi nieta me pide que le cuente sobre aquel Primero de Enero que viví mucho más allá de las miradas. La complazco. Me embullo, voy más atrás: la pólvora del Moncada, Frank, el 30 de Noviembre, el arribo de Granma…Me interrumpe:
- Sí, abuelo, pero no me dijiste que en el Granma venían Carlos Manuel de Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez, Martí, junto a Fidel. ¡Cómo tú no sabes eso tan grande como estás?
- ¡Muchacha…! Mira…
Vuelve a cortarme:
- Todos ellos entraron con los barbudos en La Habana; tú tienes que haberlos visto. A ver, dime, abue…
Sonríe. Las pecas de la cara se amplían. Atino a acariciarle la cabeza mientras en mis ojos intenta asomarse un manantial. Ella sigue a la ofensiva:
- Papito, mira el dibujo que hice. La seño me lo felicitó en cuanto se lo enseñé.
Observo el papel. Una caballería mambisa al ataque, los machetes en alto, Martí en un caballo blanco, Maceo monta uno azul, el de Gómez es verde. Y ¡está Fidel sobre un rojo corcel de batalla!
Miro el rostro de mi niña, y un arco iris me dice tanto desde allí. La abrazo, beso su mejilla y, sin soltar una palabra, le agradezco la lección de historia que me ha dado.
Vuelve a cortarme:
- Todos ellos entraron con los barbudos en La Habana; tú tienes que haberlos visto. A ver, dime, abue…
Sonríe. Las pecas de la cara se amplían. Atino a acariciarle la cabeza mientras en mis ojos intenta asomarse un manantial. Ella sigue a la ofensiva:
- Papito, mira el dibujo que hice. La seño me lo felicitó en cuanto se lo enseñé.
Observo el papel. Una caballería mambisa al ataque, los machetes en alto, Martí en un caballo blanco, Maceo monta uno azul, el de Gómez es verde. Y ¡está Fidel sobre un rojo corcel de batalla!
Miro el rostro de mi niña, y un arco iris me dice tanto desde allí. La abrazo, beso su mejilla y, sin soltar una palabra, le agradezco la lección de historia que me ha dado.
