Jorge Rivas Rodríguez - Cuba Trabajadores.- “La salsa implica barrio, gente de pueblo, pasión y sentimientos dramáticos frente a la vida", dijo Rodny Serrano.
“La salsa implica barrio, gente de pueblo, pasión y sentimientos dramáticos frente a la vida. Por eso ya no es posible que pueda desaparecer, sobre todo en Cuba, donde surgió esta expresión musical que ha traspasado las fronteras, tanto sociales como geográficas, hacia el Caribe y Suramérica, hasta convertirse en un fenómeno mundial”, dijo Rodny Serrano Díaz , joven productor de la orquesta Yamil y su ética, agrupación de la que es también arreglista y percusionista menor.
Para este creador musical —anteriormente integrante de la orquesta Aguiri–yo— “la salsa es una forma abierta capaz de representar la totalidad de tendencias que se reúnen en la circunstancia del Caribe urbano; es decir, el barrio. Nuestro colectivo se integra a esta tendencia, porque surgió precisamente en una de las zonas más pobres de la capital cubana, Jesús María, donde la música de cajón, la rumba, y otras expresiones muy populares son parte de la idiosincrasia local, de nuestra cultura”, dijo el también compositor de rumbas y exigente velador por la preservación del patrimonio musical de la Isla.
Este dinámico y excelente percusionista, cuyo desempeño en Yamilé y su ética está valorado como “imprescindible para nuestro desarrollo”; según ha dicho el joven director de esa agrupación, Yamil Torres Solís; se ha formado, precisamente, en esa gran escuela que a diario se fomenta en las barriadas cubanas, donde no es difícil escuchar, en cualquier esquina, un toque (golpe o secuencia de golpes sobre un instrumento de percusión) con ritmos eminentemente afrocubanos, interpretado por jóvenes que “llevamos en la sangre las más ricas y autóctonas raíces de nuestra música”, dijo Rodny.
En Jesús María, una de las barriadas de La Habana Vieja donde desde el Siglo XVIII han surgido destacadas figuras de la cultura popular cubana, vive este músico, cuya vida igualmente transcurrió entre las gentes de los solares (ciudadela donde habitan varias familias, propio de las urbanizaciones metropolitanas, donde hay un patio que sirve de comunicación entre las entradas de las edificaciones, que sirve de sitio de reunión, juego y bailes). Allí aprendió a tocar la rumba, a conocer sus secretos y a vivirla ardientemente.
Vale recordar que la rumba es un ritmo musical cubano, cuyo nombre proviene del término “mujeres del rumbo”, que se daba antes del triunfo de la Revolución Cubana a ciertas formas de prostitución en casas de baile, donde se pagaba por pieza musical y dormitorio, muchos de ellos existentes en los barrios marginales de La Habana, como el de Jesús María, donde vive Rodny y donde surgió la orquesta Yamil y su ética. Al complejo de la rumba pertenecen ritmos como el Yambú, la Columbia y el Guaguancó. Rumbear, en Cuba, actualmente, significa bailar.
La salsa, expresión que cultiva la orquesta Yamil y su ética, no es un género como tal dentro de la música latinoamericana y caribeña, sino la combinación de varios ritmos, esencialmente afrocubanos, entre los que la rumba, como el son, el danzón, la guaracha, y el guaguancó se fusionaron a otros géneros populares en el área del Caribe —la bomba, la plena, la cumbia, el merengue—, para surgir como un producto más del mestizaje cultural de esta región.
“Nuestra salsa es cadencia, danza, vida caribeña. Así es nuestra música, que siempre deja un sabor, una huella entre quienes la escuchan”, dijo Rodny, quien además agregó que los temas de las piezas musicales que interpreta la agrupación donde actualmente se desempeña, tienen cierta relación con los jóvenes de estos tiempos, con los muchachos de la calle, del barrio. Son números compuestos especialmente para esta orquesta por su director, Yamil, y están recreados en temas sociales, como el amor, el trabajo, los estudios, “en fin la vida cotidiana de nuestra comunidad y también del Caribe que une a tantos pueblos con ideas y sentimientos afines en esta parte del mundo”.
