El capitán de la reserva Manuel Escobar Almaguer le sumó dos motivaciones muy personales a las múltiples razones con que los cubanos fueron a combatir la agresión norteamericana en Playa Girón confiados en la victoria que, antes de las 72 horas del desembarco, le sonrió a las fuerzas revolucionarias.
La primera está íntimamente ligada a la lucha clandestina, a su incorporación al Ejército Rebelde en los alrededores de la ciudad de Las Tunas; y, luego a la Columna 1, José Martí, que operaba en la Sierra Maestra bajo las órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Y la segunda está estrechamente relacionada con sus labores en el incipiente Instituto Cubano de Cartografía y Catastro. “¡Vaya casualidad! Estaba en comisión de servicios en Cienfuegos realizando avances de trabajo catastral en la Ciénaga de Zapata como antecedente de los programas de desarrollo previstos por el Gobierno Revolucionario en esa zona. Yo había estado en todo el teatro de operaciones”, recuerda Manuel.
Todos los caminos conducen a Playa Girón
“Hice un alto en los trabajos de la Ciénaga para combatir a los bandidos alzados en el Escambray. En marzo regresé a Cienfuegos y en la mañana del 15 de abril de 1961, después del bombardeo a los aeropuertos, me personé en el Estado Mayor de Movilización de Cienfuegos, donde nos dieron la misión de neutralizar a la quinta columna. En el discurso de despedida a los caídos en esa vandálica acción con su proverbial previsión Fidel llamó a estar listos para repeler una agresión.
“Entonces participé en la organización de las milicias en sus respectivas estructuras. Muchas fueron movilizadas hacia Trinidad, posible punto de desembarco por su proximidad al macizo montañoso del Escambray, donde estaban los bandidos incluidos como apoyo a los mercenarios, aunque para esa fecha quedaban grupitos muy reducidos.
“A las 2:00 de la madrugada del día 17 nos dieron la alarma de combate. A las 10:00 a.m. la compañía 4 de milicia, del BON 326, al mando del capitán Orlando Pupo, estaba lista. Tomamos unos camiones rumbo a Yaguarama por un camino próximo a la costa, el avance era lento porque íbamos explorando.
“La defensa iba en tres direcciones fundamentales: La nuestra era Yaguarama-San Blas-Playa Girón; y, las dos restantes: central Australia-Playa Larga-Playa Girón y central Covadonga-San Blas-Playa Girón. A Yaguarama llegamos alrededor de la 1:00 p.m. No encontramos a las otras fuerzas del BON 326 de acuerdo con lo planificado.
“Seguimos como compañía independiente hasta La Horquita, allí trataban de hacerse fuertes los paracaidistas, quienes abandonaron sus posiciones ante el empuje de las milicias. Se frustró la estrategia enemiga de tomar la carretera para impedir el avance de las fuerzas revolucionarias.
“Durante el día 17 las tropas no pudieron avanzar mucho, pues la aviación estaba castigando, pero se preparó la respuesta con las baterías antiaéreas, los cañones y obuses que empezaron a llegar en horas de la tarde y la noche.
“El 18 con mi compañía comenzamos a caminar junto a hombres y medios de otras formaciones. En la madrugada del 19 nos dieron la orden de salir rumbo a San Blas, donde coincidiríamos con fuerzas procedentes de Covadonga para desalojar de ese poblado a los mercenarios. A las 11:30 a.m. aproximadamente cumplimos la encomienda y seguimos hasta El Helechal. En eso llegó Fidel y nos dijo: ´ ¿Qué hacen aquí? Hay que seguir hasta Girón y tomarlo antes de las 6:00´. Se subió a un tanque y nos hizo tremenda arenga.
“Entonces organizó la marcha e insistió en viajar en el primer tanque. Su decisión provocó una airada reacción entre los hombres. Argumentó que tenía el mismo derecho de combatir. Finalmente aceptó el reclamo y se montó en el último.
“Cuando llegamos ya las fuerzas al mando de José Ramón Fernández y Efigenio Ameijeiras habían tomado Playa Girón. Después me mantuve hasta el hasta 30 de abril haciendo cercos y peines para capturar los últimos reductos del enemigo que se rendía en masa”, narra este modesto cubano de una brillante trayectoria revolucionaria reconocida con múltiples medallas y distinciones.
Y la segunda está estrechamente relacionada con sus labores en el incipiente Instituto Cubano de Cartografía y Catastro. “¡Vaya casualidad! Estaba en comisión de servicios en Cienfuegos realizando avances de trabajo catastral en la Ciénaga de Zapata como antecedente de los programas de desarrollo previstos por el Gobierno Revolucionario en esa zona. Yo había estado en todo el teatro de operaciones”, recuerda Manuel.
Todos los caminos conducen a Playa Girón
“Hice un alto en los trabajos de la Ciénaga para combatir a los bandidos alzados en el Escambray. En marzo regresé a Cienfuegos y en la mañana del 15 de abril de 1961, después del bombardeo a los aeropuertos, me personé en el Estado Mayor de Movilización de Cienfuegos, donde nos dieron la misión de neutralizar a la quinta columna. En el discurso de despedida a los caídos en esa vandálica acción con su proverbial previsión Fidel llamó a estar listos para repeler una agresión.
“Entonces participé en la organización de las milicias en sus respectivas estructuras. Muchas fueron movilizadas hacia Trinidad, posible punto de desembarco por su proximidad al macizo montañoso del Escambray, donde estaban los bandidos incluidos como apoyo a los mercenarios, aunque para esa fecha quedaban grupitos muy reducidos.
“A las 2:00 de la madrugada del día 17 nos dieron la alarma de combate. A las 10:00 a.m. la compañía 4 de milicia, del BON 326, al mando del capitán Orlando Pupo, estaba lista. Tomamos unos camiones rumbo a Yaguarama por un camino próximo a la costa, el avance era lento porque íbamos explorando.
“La defensa iba en tres direcciones fundamentales: La nuestra era Yaguarama-San Blas-Playa Girón; y, las dos restantes: central Australia-Playa Larga-Playa Girón y central Covadonga-San Blas-Playa Girón. A Yaguarama llegamos alrededor de la 1:00 p.m. No encontramos a las otras fuerzas del BON 326 de acuerdo con lo planificado.
“Seguimos como compañía independiente hasta La Horquita, allí trataban de hacerse fuertes los paracaidistas, quienes abandonaron sus posiciones ante el empuje de las milicias. Se frustró la estrategia enemiga de tomar la carretera para impedir el avance de las fuerzas revolucionarias.
“Durante el día 17 las tropas no pudieron avanzar mucho, pues la aviación estaba castigando, pero se preparó la respuesta con las baterías antiaéreas, los cañones y obuses que empezaron a llegar en horas de la tarde y la noche.
“El 18 con mi compañía comenzamos a caminar junto a hombres y medios de otras formaciones. En la madrugada del 19 nos dieron la orden de salir rumbo a San Blas, donde coincidiríamos con fuerzas procedentes de Covadonga para desalojar de ese poblado a los mercenarios. A las 11:30 a.m. aproximadamente cumplimos la encomienda y seguimos hasta El Helechal. En eso llegó Fidel y nos dijo: ´ ¿Qué hacen aquí? Hay que seguir hasta Girón y tomarlo antes de las 6:00´. Se subió a un tanque y nos hizo tremenda arenga.
“Entonces organizó la marcha e insistió en viajar en el primer tanque. Su decisión provocó una airada reacción entre los hombres. Argumentó que tenía el mismo derecho de combatir. Finalmente aceptó el reclamo y se montó en el último.
“Cuando llegamos ya las fuerzas al mando de José Ramón Fernández y Efigenio Ameijeiras habían tomado Playa Girón. Después me mantuve hasta el hasta 30 de abril haciendo cercos y peines para capturar los últimos reductos del enemigo que se rendía en masa”, narra este modesto cubano de una brillante trayectoria revolucionaria reconocida con múltiples medallas y distinciones.
