A los 110 años de su natalicio en la villa habanera de Guanabacoa, se mantiene intacto el mito creado por la cantante y actriz Rita Montaner a lo largo de 30 años de intenso quehacer profesional, los cuales se asocian a etapas memorables en la historia de la cultura cubana.

Ramón Fajardo Estrada – La Jiribilla.- Un acento popular que ninguna intérprete anterior logró comprender y captar, se evidencia en la voz de esta mujer de pequeña estatura, piel cobriza, mirada lánguida y sonrisa perfecta desde que, en los comienzos de la década de los años 20 del siglo que en breve concluye, hace sus primeras presentaciones en la escena criolla a solicitud de maestros de la categoría de Eduardo Sánchez de Fuentes, Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig y Jorge Anckermann.


Sacrificando sus estudios de piano y del bel canto en un prestigioso conservatorio habanero que le auguraban un prometedor horizonte como instrumentista o cantante de ópera, Rita Montaner pone su bagaje académico al servicio de la música popular y, en especial, de la modalidad llamada afrocubana que, acorde con su propio decir, tiene en ella "[...] una cultivadora fiel porque lo siento". Alejo Carpentier afirmaría por aquellos tiempos: "Rita Montaner, en los dominios de lo afrocubano, resulta insuperable. [...] se ha creado un estilo: nos grita, a voz abierta, con un formidable sentido del ritmo, canciones arrabaleras, escritas por un Simons o un Grenet, que saben, según los casos, a patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta ñáñiga y pirulí premiado...".

Y esa nueva forma de interpretación que ella introduce en la música nacional, la convierte en una presencia necesaria en los principales escenarios artísticos del país, como el primer programa de variedades transmitido durante la inauguración de la radio en la Isla en 1922; los conciertos de música típica que entonces organizan los más renombrados compositores para contrarrestar la irrupción de ritmos extranjeros en la mayor de las Antillas; la fundación del teatro lírico cubano en 1927 bajo la guía de Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet; la más larga temporada de ese género realizada unos años después en el Teatro Martí con Gonzalo Roig y Rodrigo Prats; los estrenos de obras capitales de otros autores como Moisés Simons, Gilberto S. Valdés, Felix B. Caignet, Rafael Blanco Zuazo, Armando Oréfiche, Ernestina Lecuona, Julio Cueva, Facundo Rivero, Osvaldo Farrés, Julio Gutiérrez, Orlando de la Rosa, René Touzet, Isolina Carrillo, Arsenio Rodríguez, Nilo Menéndez, Chano Pozo, Juan Bruno Tarraza, José Obelleiro Carvajal, José Antonio Méndez e Ignacio Villa (Bola de Nieve), este último su pianista acompañante a lo largo de diferentes etapas.

Con aquel estilo que a escala universal expresa la verdadera forma de ser y sentir del cubano, Rita Montaner sustituye en el Palace, de París, a Raquel Meller; recorre EE.UU. con la compañía del célebre Al Jolson; es ovacionada a su paso por Madrid y Valencia; hace exclamar a Agustín Lara que en sus labios "la canción alcanzó cumbres jamás igualadas", durante la época inicial de sus actuaciones en México, país en el que también recibe muestras de admiración de Arturo de Córdova, Pedro Infante, Elvira Ríos, Lucha Reyes, Mario Talavera y Esperanza Iris; departe en la radio y teatros argentinos con Libertad Lamarque, Hugo del Carril, Juan Carlos Thorry, Nini Marshall, Lola Membrives, Luis Sandrini, Mecha Ortiz, Tita Merello, Enrique Santos Discépolo y Mercedes Simone; actúa en 15 películas rodadas en Cuba y en México, en algunos casos con directores de la dimensión de Emilio (el Indio) Fernández y Ramón Peón; protagoniza largas temporadas de teatro vernáculo y en el cabaret Tropicana; participa en espectáculos junto con los más reconocidos artistas nacionales, entre muchos otros, Beny Moré, Chano Pozo, el Trío Matamoros, Sindo Garay, Miguelito Valdés, Celia Cruz, Olga Guillot, María Cervantes, Iris Burguet, Marta Pérez, Hortensia Coalla, Rosita Fornés, María de los Ángeles Santana, Esther Borja, Dámaso Pérez Prado, Alejandro Lugo, Zoraida Marrero, Carlos Pous, Luis Carbonell, Germán Pinelli, Enrique Santiesteban, Felo Bergaza... Al inaugurarse la televisión en Cuba, en 1950, ya cuenta con uno de los repertorios más vastos en posesión de una intérprete local, que incluía arias de óperas, lieder, operetas, zarzuelas, sainetes líricos, revistas, canciones europeas y latinoamericanas y casi la totalidad de los géneros y estilos de la música popular cubana.

Comparable tan solo con la huella imperecedera dejada en el arte nacional por Beny Moré, Rita Montaner es el otro gran ídolo del pueblo cubano. Su aporte se mantiene integrado al ambiente criollo. Más que una leyenda, es una presencia que palpita siempre en el corazón de su pueblo.

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