Toni Piñera (Fotos: Nancy Reyes, Lisette Romero y Armando Marrero) – La Jiribilla.- ¡Llegó el circo! Y el teatro Karl Marx y la carpa Trompoloco, en el municipio habanero de Playa, se poblaron de miles de espectadores. La alegría infantil, los rostros de asombro, la expectativa y la sorpresa en cada giro del artista, regresaron de la mano de la 9na edición del Festival Internacional Circuba 2010, que a mediados de agosto atrapó la atención del público habanero.


Elegancia en los movimientos, seguridad en cada salto, ligereza en los ejercicios acercaron en sus presentaciones a los artistas llegados de EE.UU., Venezuela, Rusia, México, Argentina, España y Cuba, quienes compitieron, en buena lid, por los galardones de un Festival que, poco a poco, va recuperando el espacio alcanzado en el panorama cultural de la Isla y del área en los 80.

Luego de cinco largas jornadas, un jurado presidido por José Felipe Rodríguez (Cuba) e integrado por personalidades del circo de Rusia, Japón, Suiza y EE.UU., decidió otorgar el Grand Prix de Circuba 2010 a los carismáticos e intrépidos jóvenes del grupo de barra fija con levitores, de Compañía Havana (Cuba), que tantos aplausos conquistaron en sus presentaciones por el excelente quehacer escénico y la perfección de sus integrantes, en un número muy raro ya en los circos del mundo por su complejidad.

En una larga ceremonia de clausura, obtuvo el primer premio un joven que atrapó al auditorio desde su primera aparición porque aúna, en su ejercicio de gimnástica en cintas aéreas, la destreza y la elegancia con la actuación: Donet Collazo (Cuba), quien logró además el Premio de interpretación masculina con una actuación que recuerda mucho al ballet clásico, solo que esta vez danza por el aire.

El segundo lugar recayó en el original malabarista ruso, Denis Chindyaskin ―durante las funciones mostró un alto nivel de ejecución de un número que, aunque habitual en estas lides, resultó novedoso por la unión de variados elementos que lo distinguieron de muchos otros―, mientras que el tercero fue para el dúo Rose (trapecio), de EE.UU. La hermosa pareja (hombre y mujer) “armó” un poema visual con sus cuerpos en las alturas y cautivó por la plasticidad, el lirismo y precisión de un número que será largamente recordado. Hay que señalar, además, que era la primera vez, luego de más de 50 años, que artistas circenses norteamericanos actuaban en un escenario cubano. No cabe duda de que fue un hermoso regalo de Circuba.

El galardón de interpretación femenina quedó desierto, pues el jurado internacional consideró que no hubo un ejercicio que lograra ese extra, capaz de arrebatar el premio. Menciones doradas recayeron sobre la singular Troupe Scala (Cuba), de acrobacia en báscula ―una agrupación de mucho profesionalismo que convenció en todas sus presentaciones, a las que sumaron muchos deseos de hacer―; el antipodista Ángel Vivas Ayala (México); el equilibrista en manos Maxim Minasov (Rusia) ―quizá uno de los números más elegantes del encuentro―; el grupo de barra rusa de Compañía Havana (Cuba); el pulsador cubano Lázaro Méndez, el dúo de cintas y el Ballet de la Universidad Mesoamericana de Puebla (México). También hubo menciones de plata.

El anhelado Premio de la Popularidad, que otorga el público asistente a las funciones, fue a manos del payaso cubano José Opitz Peña (Pepitín), quien llenó siempre el escenario de alegría y demostró su versatilidad-carisma en el difícil arte de no solo hacer reír. Él puso de relieve que la tradición de este personaje sigue viva en Cuba.

“Mestizaje”, un original espectáculo del dúo de cintas aéreas y el Ballet de la Universidad Mesoamericana de Puebla (México), que en escasos siete minutos resume la historia y tradiciones de un continente, llevadas magistralmente al arte circense, obtuvo el Premio de la Imagen. El jurado en esta categoría estuvo encabezado por Julio Alberto Revolledo (México) y contó con otros miembros de Chile, Rusia y Cuba. Durante la ceremonia fueron entregados, además, otros lauros de instituciones rusas, mexicanas y cubanas.

Una mirada a Circuba 2010

El verano volvió a traer de la mano al circo, esas letras apasionantes que convocan las emociones y las sorpresas, con acróbatas, gimnastas, malabaristas, payasos y trapecistas llegados de varios continentes. Hasta la fecha, más de 40 mil espectadores han podido disfrutar de este arte primigenio que ocupa primeros lugares en la preferencia de los cubanos. Amén de que la concepción del espectáculo y el balance de los programas sumaron también puntos.

Los días estivales “regados” por el arte circense pusieron en su lugar a un Festival Internacional que tuvo un alto prestigio hace 20 años y que luego, por diversas razones, desapareció de nuestro panorama cultural. Con el esfuerzo del Circo Nacional de Cuba, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) y otras instituciones, a un ritmo lento y desde hace dos años, ha comenzado a resurgir. Ya en esta 9na. edición podemos ver los frutos del arduo trabajo realizado por los organizadores en aras de llevar adelante tamaña empresa y, sobre todo, poder sumar más países del área y de lugares donde esta manifestación tiene hondas raíces, con la finalidad de que el espectador cubano pueda satisfacer esa necesidad de conocer lo que se hace por el mundo. El camino está abierto.

Con mucho gusto se disfrutó el quehacer de los artistas rusos. Tanto el malabarista triunfador como el equilibrista en manos, evidenciaron los rumbos por los que desanda este arte en la nación europea, y nos recordaron otros buenos tiempos. De la República Bolivariana de Venezuela asombró ver el auge que va alcanzado el circo en ese país sudamericano y, sobre todo, cómo en escasos ocho meses se han formado algunos de los presentados en Circuba, con la colaboración de los profesores y artistas nuestros que laboran en ese país. Ese es el caso de Dicson Anciso (gimnástica en cintas aéreas) y Darwin García (malabarista con diábolos). Ellos fueron largamente ovacionados en sus trabajos por la calidad, interpretación y alegría juvenil que acercaron a la escena.

Hubo más dentro del bloque de participantes de otros países, entre los que sobresalió, por la limpieza y precisión, el talentoso equilibrista en manos argentino, Meyer Román Jacques, que constituyó una pequeña “hendija” al quehacer circense del cono sur. También se destacaron por su carisma el malabarista mexicano Omar Vivas Ayala ―quien “coqueteó” con el Premio de la Popularidad―, y su hermano Ángel, en un ejercicio de antipodio, que dejó boquiabiertos a los espectadores por la destreza y organicidad exhibida en eso de hacer “malabares” con los pies. Ojalá para próximas ediciones se encuentren recursos y posibilidades para acercar a nuestras pistas a artistas de Asia (China, Vietnam, Mongolia, Corea del Norte), donde el circo está muy desarrollado, algo que de seguro enriquecerá el encuentro y agradecerá el espectador cubano.

En relación con los payasos presentes en esta edición, debemos significar que no mostraron sus “garras” en las reprises expuestas e, incluso, hubo algún que otro ejemplo de gags fuera de lugar que nada aportaron pues hay que tener en cuenta que el espectáculo está dirigido a un amplio público, compuesto fundamentalmente por niños, multiplicados en este tiempo de vacaciones. Sin embargo, un rayo de luz y alegría regaló el joven cubano José Optiz (Pepitín), quien enseñó sus buenas dotes artísticas, tanto en el Discjokey, particularmente en el de La mosca. No por azar se llevó, cada noche, las más fuertes ovaciones y las sonrisas del público asistente y, por ende, el lauro de la Popularidad.

El circo cubano hoy

El circo cubano puso en evidencia su buena salud, demostró que está vivo y busca caminos interesantes, aunque aún tiene mucho que trabajar, sobre todo para encontrar la imagen-estética adecuada, así como, en algunos casos, despojarse de tradicionalismos convencionales que restan puntos a la originalidad y entregar una labor más a tono con estos tiempos. Pero la fuerza, el carisma y el buen hacer de los artistas del patio está más que sobrado. Hubo ejemplos fehacientes en estos días de Festival.

Destreza y muchas emociones “regaron” por la pista del coliseo los jóvenes artistas de la Compañía Havana, que dirige el laureado artista Germán Muñoz, en los diversos ejercicios presentados. Podemos subrayar el quehacer del grupo en barra fijas con levitores que se destaca por la destreza, la ligereza y la fuerza, y el de Valtich, una agrupación juvenil que desborda alegría a granel. Atraparon la atención otros ganadores ―en grupos o individuales―, y algunos muy noveles que vienen con fuerza como Daniel Lamezón (Rolan Rolan), Wendy Yera (Red aérea), quienes dejaron en claro los senderos por los que cruza este arte en la Isla.

Durante el encuentro llegó una feliz noticia: el dúo de fuerza Reik obtuvo la medalla de plata del Festival de Circo de Vietnam, y en las dos últimas funciones del Circuba, el público cubano tuvo la posibilidad de ovacionar la excelente labor de los jóvenes integrantes, quienes conquistaron uno de los premios especiales de la Universidad Mesoamericana de Puebla, México.

Y aunque el calor de la carpa Trompoloco alcanzó muchos grados, ―que abarrotaba la sala― pudo disfrutar del Circuba 2010 porque la pasión del cubano por el circo traspasa cualquier barrera. Dado el éxito del Festival, se mantendrán las funciones de miércoles a domingo, hasta el 5 de septiembre en los Ecos del Circuba, en su sede de la carpa del parque de la Isla del Coco (5ta Avenida y 112, Playa). Artistas cubanos premiados junto con otros de Venezuela se unen para seguir grabando la magia y las emociones en este verano. Y después, 13 provincias cubanas, acogerán este espectáculo en el noveno mes.

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