Los canijos y los mediocres hablarán de sacrificio inútil, igual juzgan a la música de Mozart , a la contemplación de los atardeceres o al vuelo del colibrì, porque son estadios de la belleza que no pueden comprender. Los pacatos se cebarán en sus defectos, que los tuvo como cualquier otro ser humano. Quizás fue extremista en algunos juicios durante su juventud, pero no sòlo con los otros, consigo mismo. Habrá quienes recuerden su humor cáustico a contrapelo de su ternura manifiesta en las cartas, a su madre, a la amiga de los tiempos iniciales, a la mujer que amaba, a sus hijos, pero también con aquel pobre perrito que inmortalizó en su cuento El cachorro asesinado.
Como muchos seres sensibles, enmascaraba esa supuesto debilidad en el rigor, obligado resorte por aquellos ataques de asma que amenazaron desde la infancia en limitarle todas las posibilidades. Fue duro en ocasiones con algunos compañeros. Hubo discusiones, mensajes, que demostraron parcializaciòn en sus juicios, pero sabia rectificar como lo hizo cuando después de apasionarse con el sistema soviético escribió El socialismo y el hombre en Cuba, advirtiendo sobre las fórmulas congeladas que estancaban a la primera propuesta liberadora del ser humano a escala colectiva.
Lo han acusado de aventurero, de guerrerista, por querer encender el fuego de la dignidad humana, los miserables que se conforman con la injusticia cotidiana, con las guerras mezquinas o quienes provocan los mayores desastres en el planeta. Gentes que nunca leyeron sus obras, que no conocen su pensamiento, blasfemarían una vez màs ante el peligro de su recuerdo ahora , porque su ejemplo sigue triunfante en cada semilla de rebeldía que fructifica, su magnífico ejemplo de hombre nuevo dispuesto no ya a querer al prójimo como a si mismo, sino a dar su vida por los otros, aun por los que en el colmo de la ignorancia no comprendan su evangelio o en el colmo de su pobreza espiritual no pueden ni siquiera respetar el sacrificio por la fe en una vida màs grata para todos en la Tierra, sin millones muriendo de hambre, sin millones de analfabetos, sin millones de enfermos que podrían ser curados, sin millones de dólares dedicados a destruir el orbe con armas y guerras donde emplearlas.
El Che mèdico, poeta, pensador se convirtió en guerrillero cuando después de recorrer América Latina y sus pobrezas viò destruido por la violencia a un gobierno como el Jacobo Arbenz en Guatemala por la única pretensión de mejorar un poco la vida de las gentes. Cuba fue su escuela revolucionaria y Fidel un maestro que le rindió tributo a su inteligencia y valentía nombrándolo el primer Comandante de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra y luego reconociéndole como miembro fundamental del recién estrenado Gobierno Revolucionario.
Era uno de los hombres mejor preparado de la Revolución y comenzó a recorrer el mundo para defenderla en las màs diversas tribunas internacionales. Entonces no entendió por què el campo socialista no se comprometía màs con la lucha de los pueblos del tercer mundo en épocas de coexistencia pacífica. El soñaba con otra dinámica socialista. Como el Quijote comenzó a cabalgar en su Rocinante. Se fue a África, sufrió decepciones. Se fue a Bolivia y las circunstancias le fueron adversas, pero ni la muerte le quitó dignidad en aquella foto que circuló, muerto pero desafiante desde el fondo de la tristeza por aquel infeliz a quien el mismo diò la orden de disparar.
Los jóvenes, iconoclastas, sectarios de la pureza, rebeldes contra todas las banderas porque quieren levantar las suyas en cada época, desconfiados de sus mayores, lo eligieron como símbolo planetario en tiempos de grandes confusiones cuando casi todas las creencia entraban en crisis a finales del Siglo XX y de manos de ellos entró en el XXI hermoso en su seguridad de vencedor, héroe y profeta de la belleza y la esperanza indispensables para la especie. El documental Che, hombre nuevo, de Tristàn Bauer, ratifica con su apego a la veracidad los argumentos para declarar su eterna juventud.
