La Imprenta de FAR.- Reciente es la, de nuevo, feliz noticia sobre Bacardí que no me podía esperar, habida cuenta de la razonable desconfianza que tengo depositada en el Poder Judicial del Reino (¡qué mal suena!) de España. El Pleno de la Sala Primera del Tribunal Supremo, es decir, de lo Civil de este órgano jurisdiccional, ha ordenado a Bacardí que retire la marca "White Label" ("Etiqueta Blanca") de las vallas que había establecido en el Paseo de la Castellana y en el Paseo de La Habana (esto tiene su aquel) y que cese en esta actuación.

Bacardí había instalado vallas publicitarias en la vía pública en la que podía verse publicidad sobre la marca de whisky "White Label" en letras grandes. Dicha publicidad ya fue denunciada por la Asociación de Usuarios de la Comunicación al ejercitar una acción de cesación por publicidad ilícita.

Tras pasar este caso por por el Juzgado de Primera Instancia y, con posterioridad, por la Audiencia Provincial de Madrid, el TS considera que la ley autonómica de la Comunidad madrileña regula la prohibición de publicidad de bebidas alcohólicas en la vía pública. Confirma así la interpretación que de esto hizo la AP.

Sostiene la Sala del Supremo que la finalidad de la norma jurídica invocada es la protección del derecho de la  salud pública.

El fallo obliga a Bacardí a retirar las vallas en el plazo de una semana, y si se llega a dar el supuesto de que se retrase el cumplimiento de esta resolución judicial, se impondrá una multa de 300 euros, unas cincuenta mil de las antiguas pesetas, por cada día de demora.

Soy muy consciente de que abundan las personas que ni viven en Cuba, ni la conocen, ni están al corriente de la extrema criminalidad de la guerra económica, comercial y financiera declarada por el Imperio a la Revolución Cubana. Desconoce mucha gente de bien la descarada falta de respeto de Bacardí hacia la más elemental de las normativas reguladoras de la propiedad intelectual. Estoy refiriéndome a la apropiación de una marca que, en justicia y por derecho, es genuinamente cubana y que se ha comercializado ilegítimamente fuera de la Isla con el marchamo "Havana Club". Lo del whisky en la CAM es otro feo episodio de una trayectoria mefítica que arranca en poco después de 1959 para llegar a ser uno de los más amenazantes buques insignia de una contrarrevolución fanatizada por el resentimiento.

Bacardí es la empresa transnacional de una familia (yo más bien diría clan) cuya fortuna está estimada en 2000 millones de euros. Casi nadita. Tanto dinero procede en gran medida de la durísima explotción de trabajadores de la caña de azúcar en los años prerrevolucionarios cubanos. En 1960 la Revolución expropiaría los bienes de Bacardí en el archipiélago martiano, pero le ofreció a la firma una indeminización negociable que no fue aceptada, y Bacardí asumió un papel beligerante antirrevolucionario, y aun sanguinario, que se mantiene implícitamente hoy.

Los miembros de la familia Bacardí respaldaron en 1961 la desastrosa pretensión invasora de Playa Girón ( o Bahía de Cochinos, como se prefiera). Más tarde, en 1973, apoyaron de alguna manera el golpe de estado en Chile que segaría la vida del gran Allende.

Los Bacardí son inseparables de la génesis y dirección de la organización terrorista FNCA o Fundación Nacional Cubano Americana, implicada en ataques y sabotajes contra Cuba, así como en la financiación de la Contra en Centroamérica y en África (concretamente, Angola) por parte de la CIA.

Hasta tal punto su aportación anticubana ha sido grande que un abogado de la compañía semimafiosa colaboró en la redacción de los artículos cruciales de la Ley Helms Burton, la cual, como se sabe, endureció el bloqueo contra la mayor de las Antillas en pleno Período Especial isleño.

Como he adelantado ya, Bacardí, amparándose en la Ley de Presupuestos estadounidense de 1998, y en flagrante violación de las leyes internacionales de comercio, se ha atrevido a usar el anagrama de Havana Club, el de una empresa de nacionalidad cubana realmente, en USA. La propia OMC condenó a EEUU por esta razón (o sinrazón).

Al igual que se va extendiendo la Campaña Internacional de Boicot y Desinversiones a Israel (a sus productos, a sus artistas, a sus varios representantes bajo diversas modalidades) en señal de protesta por el genocida sionismo, Bacardí es objeto de otra/s campaña/s para informar a los consumidores acerca de los enredos de la "Banda del Murciélago"/"Bat Band".

Geri Halliwell, ex integrante de las Spice Girls, se unió al boicot contra el Ron Bacardí cuando decidió vender solamente el verdadero licor cubano Havana Club en un establecimiento londinense de la artista (aunque no voy a entrar a valorar su "arte").

La Bacardí emplea una estética que idealiza la Cuba de los cincuenta del siglo XX. Oculta al destinatario de sus anuncios las miserables condiciones de vida de la mayoría de los cubanos que no habían saboreado la auténtica independencia de su Patria.

En el Estado español los del quiróptero acaban de soportar otro revés que, pese a que para algunos pase inadvertido, no fortalece el prestigio de la controvertida entidad del icono alado. Muchos asaltos la acechan de ahora en adelante. Pero invito a cualquiera que lea este artículo a que recuerde que existe el consumo ético y responsable. Por tanto, tomarse o no un mojito puede ser más trascendental de lo que nunca se hubiera concebido.

Salud, y ojo avizor con aquello con lo que brindamos.


El siguiente video hace referencia a unos hechos poco anteriores a los que expongo en mi entrada, pero muy relacionados con estos últimos:

http://laimprentadefar.blogspot.com/2011/02/el-vampiro-bacardiano-pierde-un.html