Conversamos con Aleida Guevara, médica pediatra cubana e hija del Che, en Estocolmo, durante el XVII Encuentro Europeo de Solidaridad con Cuba, quien se siente “emocionada” al ver cómo tantas personas solidarias con Cuba, “con idiomas y culturas diferentes, se logran comunicar y crear un calor humano de verdad, de corazón, de sentimiento”, que nace de su amor por Cuba. Porque “cuando luchas por Cuba luchas por tu propia dignidad y por la soberanía también de tu país”, sentencia.


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Esta entrevista fue realizada días antes del fallecimiento de Fidel Castro.

En el diálogo, Aleida se emociona al hablar de Fidel Castro, a quien considera también su padre. “Si pudiera hacer algo por él -nos decía entonces-, lo que fuera, no dudaría ni un segundo. Lo quiero, lo admiro. Fidel es un hombre firme, coherente, que no ha claudicado jamás, y por eso no podemos fallar a hombres así. Debemos seguir su camino”.

Sobre su padre, Ernesto Guevara, nos dice: “mi papá no tuvo la oportunidad de educarnos, pero sí mi mamá. Trató de que fuéramos hijas e hijos dignos de ese hombre. Que fuéramos útiles al pueblo cubano, sin tener diferencias con el resto de la población. La educación de mi mamá fue espectacular, nos enseñó muy bien. Nos advirtió de que íbamos a recibir un cariño inmenso del pueblo cubano y de que nuestro compromiso era devolver ese cariño en forma de compromiso social. Y también nos enseñó a no recibir nada que no fuera ganado por uno mismo. Soy hija de un hombre y de una mujer espectaculares, y de dos personas que se amaron. Me hace sentirme grande y absolutamente satisfecha”.

En relación a la nueva etapa de relaciones Cuba-EEUU recuerda que el bloqueo a la Isla sigue igual. Como profesional de la sanidad pública de Cuba, recuerda que, ahora, a final de año, a causa del bloqueo, hay 158 medicamentos básicos con faltante en el país.

Sobre la nueva estrategia de EEUU para influir políticamente en la población cubana, afirma que “la población es culta y está preparada”. “La mayoría nacimos sometidos ya al bloqueo. Es algo que no nos gusta, por supuesto. Como médica, a veces no tengo la capacidad material para mejorar la vida de un paciente. Pero esto no nos quita el deseo –y la alegría- de vivir. Y buscamos soluciones creativas”.

“Por supuesto, también hay quien se deja embaucar por los cantos de sirena. Pero yo, que trabajo mucho con jóvenes y con adolescentes, creo que son una minoría”, comenta.

“En Cuba queremos mejorar nuestra vida material, por supuesto –comenta Aleida-. No somos bobos. En broma suelo decir que yo `soy comunista pero no comemierda´.  Me gustan las cosas bonitas y disfrutar de ciertas cosas. Pero valoro mucho más el compartir. Y también conservar los logros alcanzados por nuestro país a nivel colectivo”.

Nos habla de la gran solidaridad del pueblo cubano, tanto en el exterior como hacia el  interior, poniendo el ejemplo de la ayuda a las personas damnificadas en la provincia de Guantánamo tras el Huracán Matthew.

El periodista Virgilio Ponce le pregunta por el papel de las mujeres en la Revolución. “Hemos avanzado mucho, pero todavía nos falta”. Relata su relación estrecha con el Movimiento de Trabajadores sin Tierra de Brasil (MST) y cómo en cada mesa estadal la dirigencia de esta organización tiene igual número de hombres y de mujeres. “En Cuba hemos logrado una gran representación de mujeres en toda la sociedad, con un 60 % de los profesionales, pero no en el nivel político más alto. Si el MST lo logra, ¿por qué nosotros no? Pero en Cuba avanzamos, la cosa es no quedarnos parados, sino mejorar y crecer” en el tema de la igualdad entre hombres y mujeres. Porque “en Cuba todavía hay muchos rasgos machistas, sobre todo en el hogar, donde el hombre no debe `ayudar´ sino compartir el trabajo”, afirma.

Equipo de Cubainformación TV (video y fotografía) en Estocolmo: Virgilio Ponce, Angi Salazar y José Manzaneda.

XVII Encuentro Europeo de Solidaridad con Cuba, celebrado en Estocolmo, del 18 al 20 de noviembre de 2016.

Todos los materiales del VII Encuentro Europeo de Solidaridad con Cuba: Estocolmo, 18-20 de noviembre de 2016

Reportaje del XVII Encuentro: Solidaridad con Cuba acelerará la lucha global contra el bloqueo y la desinformación (Video y Fotos)

- Aleida, ¿no es muy duro ser la hija del Che?

- Mi papá no tuvo la posibilidad de educarme, porque no estaba a mi lado. Pero, sin embargo, mi madre sí. Mi mamá, amándole como le amó, trató de que sus hijos e hijas fuéramos dignos hijos e hijas de aquel hombre. Y para serlo, simplemente había que ser dignos hijos del pueblo cubano. Es lo único que se nos exigió siempre, nada especial ni extraordinario, simplemente ser hombres y mujeres útiles a nuestro pueblo. Y eso creo que lo hemos logrado.

En ese sentido, mi madre está satisfecha, ha cumplido su función social. No se marchó con mi papá, como era su deseo. Él le pidió que se quedara educándonos, y por ello le estaremos siempre agradecidos, ya que ella fue siempre un bastión en nuestra educación.

Nos dijo que íbamos a recibir muchas cosas por ser los hijos del Che, porque la gente quería mucho a ese hombre, e iba a transmitirnos ese cariño. Pero, a la vez, nos enseñó a pararnos firmemente sobre la tierra y dejar a un lado lo que no nos hubiésemos ganado. Por eso no es un peso ser la hija del Che.

Yo sé qué es lo que yo me gano, valoro lo que voy obteniendo por mí misma. Lo demás lo dejo pasar, no me toca a mí: es por mi papá. Por ejemplo, me han puesto un gorro de Kirguistán en este encuentro de solidaridad, que irá al Centro de Estudios Che Guevara, ya que me lo dieron por ser la hija del Che, y es a él a quien se lo entregaron realmente, yo sólo soy la portadora.

En ese sentido, mi madre fue espectacular con nosotros y nos enseñó muy bien a valorarnos como personas, sin ninguna diferenciación con el resto de nuestra población. Eso sí, hay un compromiso: si tú recibes tanto amor desde que naciste por el único hecho de ser hija de un hombre al que la gente quiere y respeta, debes devolver eso a tu pueblo y a tu gente. Y eso es lo que intentamos. En mi caso soy médica, lo elegí inicialmente porque mi papá era médico, por supuesto. Pero con el tiempo se convirtió en una elección personal, una manera de devolver a mi pueblo lo que yo había recibido. Y creo que no me he equivocado.

No solamente trabajo con mi gente, he trabajado con otros pueblos del mundo y me he sentido muy útil como médica y como persona. Esa es la satisfacción que me llevo. Soy hija de un hombre y una mujer espectaculares, pero me siento útil como ser humano. Ese es el verdadero valor de la persona.

Ser la hija del Che es un gran honor, pero a mí lo que me hace sentir especial es que soy hija de un hombre y de una mujer que se amaron. Vine a este mundo por el amor de ellos dos, y eso sí me hace sentir muy grande, muy completa y muy satisfecha.

- Aleida, has tenido el privilegio de estar con muchas figuras importantes de la historia de Cuba, pero ¿qué es Fidel para tí?

- Otro padre, sin lugar a dudas. Es mi papá también. Siempre lo he querido, respetado y admirado. Siempre he dicho que si hubiera podido hacer algo por él, habría estado dispuesta a hacerlo sin dudarlo ni un segundo. Cualquier cosa que hubiera podido hacer por él, para mí habría sido poco. Le he querido y respetado mucho, y siempre he admirado su dedicación, como ser humano, a una causa toda su vida. En todo momento mantuvo la dignidad, siendo un hombre plenamente coherente, firme en sus ideales. No claudicó jamás y eso inspira respeto y también obligación, porque no puedes fallar a hombres así, tienes que seguir el camino y tratar de hacerlo lo mejor posible.

- ¿Conocías Cubainformación? ¿Qué te parece lo que hace?

- Los medios de información que responden a los verdaderos intereses del pueblo son fundamentales porque, desgraciadamente, en este mundo la mayor parte de los medios de comunicación están en manos de intereses que no responden a los del pueblo. La responsabilidad de un verdadero comunicador, de un verdadero periodista, es dar a su pueblo una información lo más real posible, y permitir que ese pueblo tome su propia decisión libremente. Si no tenemos información adecuada no tendremos libertad para reaccionar.

El trabajo que realizan ustedes demuestra que están al lado de la gente que les necesita, combatiendo a veces a medios muy grandes, que podrían de un soplo borrarlos de la faz de la Tierra. Sin embargo se mantienen, porque la gente sabe que están hablando de la verdad y defendiéndola. Eso les da un respeto, una dignidad y, por supuesto, un seguimiento, porque la gente confía en esa información.

- Como médica que trabajas en Cuba, ¿el restablecimiento de las relaciones con EEUU ha cambiado en algo la situación en la Isla? ¿La ha mejorado?

- Desgraciadamente todavía no sentimos ningún tipo de cambio en cuanto al bloqueo. En este momento, por ejemplo, tenemos carencias en el país de 158 productos para fabricar medicamentos básicos. Todo se encarece en el mundo y a Cuba le cuesta mucho trabajo fabricar medicamentos. Son los efectos del bloqueo. Todavía hoy no hemos sentido cambios.

- ¿Cómo ves a la población más joven en Cuba?

- La población cubana es una población muy culta y muy preparada. La mayoría nacimos ya con el bloqueo. Es decir, estamos adaptados a vivir así. No es que nos guste, ni mucho menos. En mi caso, como profesional de la salud, lo sufro muy de cerca. Tener un paciente al que sabes que puedes mejorar su vida, pero no tener la capacidad material para resolver un determinado problema, te afecta extraordinariamente. Pero el bloqueo no nos quita el deseo de vivir, todo lo contrario. Nos estimula a buscar soluciones y sobre todo a tener mucha más confianza en lo que estamos construyendo.

Por supuesto, también hay personas que se dejan embaucar por los cantos de sirenas de EEUU, pero por suerte son los menos. Yo trabajo mucho con los jóvenes. Me gusta discutir con ellos, escucharlos, analizar las cosas que dicen. Estuve recientemente en un centro pre-universitario hablando con un grupo, y sentí que estaban demasiado callados, así que traté de estimulares para que me dijeran qué cosas les preocupan. Les preocupa, por supuesto, la situación económica, como a todo el mundo. Pero de una forma tranquila, porque valoran lo que tienen, y eso es muy importante.

Queremos cosas mejores, como todo el mundo, pero también nos damos cuenta de todo lo que hemos ido alcanzando, y de que eso vale mucho más que el oropel que se vende en la sociedad de consumo.

No es que seamos bobos… Yo siempre digo en broma –y discúlpeme por la frase–: “soy comunista, no comemierda”. Es decir, tengo ideología pero no soy tonta, también me gustan las cosas bonitas y buenas. Pero cuando miro a mi alrededor, valoro más la posibilidad de compartir y saber que, aunque me pueda demorar en adquirir algo, lo voy a conseguir junto a mis compañeros.

Puede haber gente que se va de Cuba con falsas ilusiones, pero la mayor parte tenemos los pies sobre la tierra y tenemos un fuerte compromiso social. Es decir, queremos cosas buenas pero que podamos compartirlas con nuestro pueblo.

- La mujer cubana históricamente ha estado en las grandes batallas. Desde Mariana Grajales hasta Celia Sánchez, pasando por Vilma Espín y una gran cantidad de mujeres que han estado en la lucha. ¿Qué piensas del papel de las mujeres en Cuba?

- Una de las cosas que ha logrado la Revolución es la participación activa de la mujer, al lado de su compañero, en igualdad de condiciones. Aunque todavía nos falte camino por recorrer. Yo trabajo con el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil desde hace muchos años, y en cada estado de Brasil donde está el MST hay una mesa estatal en la que la mitad son hombres y la mitad mujeres. En Cuba todavía no hemos logrado eso, sin embargo sí hay una gran participación de las mujeres en la dirección del país. Quizás no al nivel más alto, donde nos falta más participación.

Tuvimos una mujer espectacular en los primeros años de la Revolución, que se llamaba Celia Sánchez Manduley. Celia era una mujer que podía hacer el trabajo que hoy hacen tres hombres, su capacidad de trabajo era inmensa y tenía una gran creatividad. Era una mujer muy especial y Cuba ha tenido el privilegio, como pueblo, de tener unas mujeres extraordinarias que han estado al lado de sus compañeros, hombro con hombro, sin diferencia con ellos.

Hoy, el 60% de los puestos profesionales son ocupados por mujeres. Pero todavía tenemos rasgos machistas, porque muchas mujeres aún son responsables, en la familia, de preparar los alimentos, de revisar las tareas escolares y de educar a los niños. Todavía nos falta, porque los hombres no tienen que “ayudar” en el hogar, sino que esas tareas deben compartirse en igualdad de condiciones. Nos falta, pero vamos caminando en esa línea. Miramos a nuestro alrededor y, por ejemplo, vemos logros del MST de Brasil que podríamos ir implementando. La cuestión es no pararnos y seguir aprendiendo, creciendo y mejorando con la experiencia que vamos acumulando en nuestra propia sociedad.

- Aleida, ¿qué te ha parecido este XVII Encuentro Europeo de Solidaridad con Cuba de Estocolmo?

- He estado en varios eventos de este tipo en Europa. En ellos se une estrechamente gente que está trabajando por Cuba, pero que no se ven en años. Es muy hermoso, porque cuando las personas comienzan a comunicarse se dan cuenta de las tareas que están haciendo unos y otros, y de lo que pueden ir mejorando. Se da un intercambio de la información y la gente se siente como si viera a un familiar al que hace tiempo no veía y así se entera de los problemas de la familia.

Es algo bonito, porque todo gira en torno a la solidaridad con Cuba y, como se ha dicho en este encuentro y ya decía José Martí, cuando te levantas para luchar por un país estás luchando también por tu propia dignidad, por tu propia soberanía, por tu propia manera de ver el mundo.

En ese sentido, estos encuentros continentales hacen que personas de culturas muy diferentes puedan tener una comunicación inmediata, y se siente el calor humano que se desprende cuando hay un contacto sincero. Es decir, que no es artificial: es de corazón. Eso es lo que uno siente cuando está en estos lugares, y emociona mucho a veces.

Entrevista: Virgilio PONCE
Transcripción: Aurora VILAR

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