Foto: Tomada de infoLibre.


Hace unos meses Aurelia Ediciones realizó una tirada de «Personas Decentes»; aunque con un número reducido de ejemplares, ya circula la versión impresa en territorio nacional. El libro contiene dos tramas principales, una acontece en la Cuba de 1910; la otra transcurre en 2016.

Rosanyela Cabrera Viera

Revista Alma Mater

En 2022, la editorial española Tusquets publicó Personas Decentes, de Leonardo Padura. Con este libro suman diez las novelas negras del personaje Mario Conde.

Le antecedieron: Pasado Perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras y Paisaje de Otoño, volúmenes que completan la tetralogía de la década de los 90.

Mucho o poco, según como se mire, Conde estuvo diez años dentro de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Cerrado el último caso, en 1989, el novio de Tamara, el amigo de Carlos y el dueño del can Basura, se fue de las filas de la institución para no regresar jamás. O al menos, eso pensaba él.

Leonardo Padura, tras escribir La cola de la serpiente, (una noveleta que acude a la retrospectiva), retomó con Adiós, Hemingway a su protagonista estrella, esta vez ni policía ni detective, sino un vendedor de libros viejos que se vio envuelto en la resolución de un asesinato. Le siguieron los títulos, La neblina del ayer, Herejes y La transparencia del tiempo.

Hace unos meses Aurelia Ediciones realizó una tirada de Personas Decentes; aunque con un número reducido de ejemplares, ya circula la versión impresa en territorio nacional. El libro contiene dos tramas principales, una acontece en la Cuba de 1910; la otra transcurre en 2016. La historia de inicios del siglo XX gira en torno al proxeneta Alberto Yarini Ponce de León, de quien Padura escribió un reportaje en el periódico Juventud Rebelde, en 1988.

Los dos primeros cadáveres en el hilo argumental de 1910 parecen un gancho para unir al narrador (un personaje ficticio) con la vida de Yarini, aspecto irreprochable si los asesinatos no se vieran un tanto forzados. Dos mujeres son brutalmente ultimadas y descuartizadas, una de ellas sin causa verdaderamente justificable.

De acuerdo con el fragmento que resume el hecho, «lo presentaba como un acto irracional cometido en un rapto de locura, bajo los efectos del alcohol, una reacción del momento. Pero nadie lo creyó y se le achacaron los cargos de homicidio con premeditación y alevosía». Denota vacíos narrativos, porque nunca muestra el motivo que impulsó la planeación y ejecución del segundo crimen.

Por su parte, los sucesos del 2016 con Mario Conde traen más de lo mismo. El comprador-revendedor de libros, devenido seguridad de un bar particular se involucra en la investigación policial de manera similar que en Adiós, Hemingway: su excompañero Manuel Palacios está colmado de responsabilidades, no tiene los efectivos suficientes y le pide a Conde que se encargue.

«Manolo le había explicado al fin al exteniente la verdadera razón de su reclamo. Él mismo y el noventa por ciento de los oficiales, clases y soldados del cuerpo estaban movilizados y dispuestos en función de los acontecimientos que alterarían la dinámica de la ciudad en los próximos días».

Continúan las cenas pantagruélicas de Josefina, las conversaciones pesimistas con los antiguos amigos del Preuniversitario, sigue melancólico, todavía intenta escribir, pero no lo consigue del todo.

«¿qué es lo que tú quieres que yo haga, Manolo? ¿Lo que estoy pensando? No, no te pongas bizco y dime…

—Bueno, mi socio, como tú no tienes mucho que hacer, yo…

—¿Quién te dijo eso, chico?... Ya tengo un trabajo… Y estoy escribiendo. O tratando.

Compadre, siempre vas a tener tiempo para escribir… o no. Ahora me hace falta que me ayudes a resolver esta jodienda».

Si bien es cierto que la vida es una y Cuba padece de una inmovilidad crónica, los diálogos suenan a reciclaje, ¿o debería decir autoplagio? Otra vez existen mutilaciones genitales, robo de obras valiosas y rencores del quinquenio gris; repite la fórmula de Máscaras y Paisaje de otoño.

Personas Decentes ha sido promocionada en varios medios españoles como la «novela más policial y habanera» del mantillano. Pero, es igual de habanera que las anteriores, ni más ni menos. Exterioriza dos épocas históricas y esto no es un ejercicio nuevo, se vio en La neblina del ayer. La prostitución, la homosexualidad, la corrupción política, la vida noctámbula, la migración, resultan escenarios capitalinos descritos con anterioridad.

No obstante, Leonardo Padura tiene el don de atrapar. Si empiezas, terminas. Incluso, el volumen se mantuvo en los primeros puestos de ventas en librerías europeas y latinoamericanas. Como es de esperarse en un Premio Nacional de Literatura (2012), logra varios elementos plausibles. Una de las historias parte de un relato ya conocido y no por eso carece de expectación.

Además, presenta la mercantilización de las mujeres como un fenómeno cruel. Contrario a lo que se pueda esperar, no romantiza el proxenetismo y muestra con total aspereza la cosificación de los cuerpos femeninos. Analiza varias causas que impulsan la prostitución: desde la violencia intrafamiliar, la precariedad, hasta la estigmatización de la pobreza.

También hace guiños históricos, detalla el contexto cubano de un modo agudo, punzante, como solo él sabe. Para los lectores no familiarizados con los policíacos de Leonardo Padura, este puede ser un gran libro. En cambio, para los consumidores habituados al personaje Mario Conde, el texto, de seguro, supondrá una oda al reciclaje.

Cuba
Foto: Marco Papacci / Asociación Nacional de Amistad Italia-Cuba....
La Habana, 18 may (Prensa Latina) La Academia de Ciencias de Cuba concedió a la investigación Cuba indígena hoy. Sus rostros y ADN, el Premio Ciencias Sociales y Humanísticas 2023....
Lo último
La discreta garra
Alma Mater - Reinaldo Cedeño Pineda / Ilustración: Dayron Giro.- Lo encontré en una guagua, lo rocé sin querer, y quedé flechado. Tal vez se escuche tonto, ridículo… pero así fue. Nunca tuv...
Ver / Leer más
La Columna
La Revista