Cubainformación.- Tenemos en línea, desde Ginebra, a Alfred-Maurice de Zayas, quien ha ejercido, durante años, como experto independiente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en la promoción de un orden internacional democrático y equitativo.


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Queremos saber su opinión sobre el bloqueo económico, financiero y comercial que impone el Gobierno de EEUU contra el pueblo de Cuba.

Los días 16 y 17 de noviembre de 2023 se va a celebrar, en Bruselas, un Tribunal Internacional (de carácter simbólico) contra este bloqueo y queríamos saber su opinión sobre la oportunidad de una acción de este tipo. De Zayas es claro: es absolutamente necesaria una iniciativa así, un “tribunal de los pueblos” que emita una sentencia para, después, con “un esfuerzo mediático” –en especial en el ámbito digital- haga llegar sus conclusiones a grupos de solidaridad y de derechos humanos en EEUU, Canadá, Europa y otros lugares. Este Tribunal es pertinente porque “los tribunales internacionales no sirven", ya que "están absolutamente politizados”, y del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional “Karim Ahmad Khan no puede esperarse nada”.

Para De Zayas, no es exagerado decir que el bloqueo contra Cuba es un “acto” o una “forma de guerra”, y lo explica: “el bloqueo es la guerra híbrida, es la guerra no convencional”. Las medidas coercitivas unilaterales (MCU) impactan “en el gozo de los derechos humanos de la población de los países afectados y también tienen efectos colaterales en otros estados”. Tienen, añade, “consecuencias tóxicas para los más pobres”. Y “provocan muertes directas”, mencionando a las personas a las que no les llega determinado medicamento –o les llega tarde- y mueren, “igual que si les hubieran disparado con un revólver”.

Asegura que “no hay nada más universal que el rechazo al bloqueo de EEUU contra Cuba”. Recuerda las 30 votaciones en la Asamblea General de Naciones Unidas, en las que solo dos gobiernos votan en contra (EEUU e Israel), e incluso la ocurrida en la época de Obama, cuando ni siquiera dichas delegaciones votaron en contra y se abstuvieron. La “opinión jurídica” del mundo entero es de rechazo al bloqueo a Cuba, pero también a las MCU.

“Yo soy ciudadano suizo y también de EEUU” y, como “protesté contra la guerra de Vietnam”, protesta contra las MCU y el bloqueo que sufre Cuba.

Pero “EEUU tiene una impunidad endémica”, por lo que “lo único que se puede hacer es informar al mundo entero de que EEUU comete crímenes de lesa humanidad”. Porque “no existe un sistema de monitoreo sobre la implementación de las resoluciones de Naciones Unidas” y, por ello, “EEUU continúa aplicando las MCU e incluso agravándolas, lo que es un insulto al mundo entero”. De Zayas recuerda que él, como relator independiente de NNUU, propuso que la Asamblea General de la ONU elevara a la Corte Internacional de Justicia “las consecuencias sociales de las MCU, así como el nivel de reparación y compensación económica a países afectados, como Cuba, Venezuela o Nicaragua”.

Las MCU, indica, “no deben llamarse sanciones”, ya que “son ilegales”, porque la únicas legales son las que impone el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. “EEUU no tiene derecho a castigar” a los países, porque no tiene esa función.   

El bloqueo a Cuba es “una forma de genocidio”, que no pretende “ayudar al pueblo”, sino lograr “un golpe de estado”, tras crear en la población “una situación tal de hambre, zozobra y confusión”, que lleve a una insurrección popular contra su gobierno.

Las MCU “matan” y representan “crímenes de lesa humanidad”. Incluso, representarían un “peligro a la paz mundial”.

Le preguntamos si, a quienes llevan a cabo el bloqueo contra el pueblo cubano, sean del Gobierno de EEUU o de las organizaciones que lo apoyan, se les puede denominar “criminales de guerra”. Su respuesta es taxativa: “Lo son, pero falta una verdadera Corte Penal Internacional” que juzgue estos crímenes.

Las MCU, explica, “no cambian ningún gobierno”, objetivo que tendría EEUU cuando las aplica: “Cuba las ha sufrido durante 62 años y no ha cambiado el régimen” político en ese país. Además, “el pueblo ha sufrido escasez y se ha visto frustrado su derecho al desarrollo”.

Alfred de Zayas indica que Washington tiene “una responsabilidad en la reparación económica a Cuba por al menos un trillón de dólares” (trillón en inglés es, en español, un billón, un millón de millones).

Le preguntamos por la guerra comunicacional que acompaña la guerra económica que sufren Cuba y otros países. Habla de una “guerra epistemológica”, con un “lenguaje prejuiciado”, que “culpa a la víctima por lo que la víctima sufre”, para exculpar al victimario (el Gobierno de EEUU). Pero, explica, “los medios están en manos del que comete el crimen”. Así, “ni The New York Times, ni The Washington Post, ni The Wall Street Journal te van a informar de ello”. Asegura que “la guerra cognitiva y la destrucción del lenguaje” presentan un escenario “orwelliano”. Aún más, la situación de “corrupción del lenguaje” no es ya la de la novela distópica “1984” (de George Orwell), sino la de “Un mundo feliz” (de Aldous Huxley).

Para Alfred de Zayas, la letalidad de las MCU se basa en que “EEUU ha convertido el dólar en un arma de destrucción masiva”, por lo que es necesaria “la desdolarización”, así como la salida de los países del sistema bancario Swift, controlado por el Departamento del Tesoro de EEUU, además de la liberación con respecto al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, instituciones bajo el poder político de la Casa Blanca.

En este sentido, la experiencia de los BRICS “es esperanzadora, porque puede romper la dependencia económica” de los países. “El peligro –añade- es el pánico que pueda crear en EEUU que, para mantener la ficción de su poder, cause una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares”.

Alfred de Zayas narra también su experiencia en Venezuela, donde fue el primer relator de Naciones Unidas que viajó al país en 21 años.

El abogado y escritor explica la crítica que realiza al sistema de organismos de Naciones Unidas en su libro “La industria de los derechos humanos”, en el que habla, entre otras cosas, de la corrupción existente en la Corte Penal Internacional, en el Consejo de Derechos Humanos y en otras instituciones.

En otro de sus libros, "Construyendo un orden mundial justo", De Zayas hace reflexiones interesantes sobre la democracia: “Cuando me dicen que EEUU es una democracia, me río. (...) En EEUU la prensa no es independiente, al periodista que critica la política de Washington lo botan, tiene miedo”. Y compara la experiencia política estadounidense con la de Suiza, donde él reside, subrayando la convocatoria en dicho país de procesos de consulta popular y referéndums, y la existencia de cierta prensa independiente.

Asegura, además, que “las formas de democracia son muchas y no hay un modelo único”. Habla del “principio de autodeterminación”, por el que “cada estado tiene derecho a ejercer su forma de democracia”. En este sentido, indica que “la democracia de EEUU es la democracia del capitalismo” y que, en la narrativa impuesta, se establecen como equivalentes democracia y capitalismo: “el país que no es capitalista no es democrático, nos dicen”.

Sobre su papel como relator  de Naciones Unidas, señala que este trabajo lo “he podido hacer porque ya estaba jubilado y no esperaba nada. No lo hice para saltar a otro puesto, como un trampolín”. A otras personas más jóvenes, indica, “si escriben lo que yo he escrito, se les acabó su carrera”. Por lo que “jamás seré convocado –concluye- a tomar parte en el Tribunal Internacional de Justicia” u otros órganos similares.

 

“El bloqueo contra Cuba es parte de una guerra híbrida y quien colabora con ella puede ser calificado como criminal de guerra”

Alfred-Maurice de Zayas, ex experto independiente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas

Transcripción: Aurora NERUDA

CUBAINFORMACIÓN conversó con Alfred-Maurice de Zayas, reconocido jurista suizo, quien fuera el primer Experto Independiente para la Promoción de un Orden Internacional Democrático y Equitativo, nombrado por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, así como profesor en universidades como la British Columbia de Canadá o la Geneva School of Diplomacy. Es una de las voces más acreditadas sobre el tema de las medidas coercitivas, embargos y bloqueos impuestos a diversos países del mundo.

- Queremos saber su opinión sobre el bloqueo económico que impone el gobierno de EEUU al pueblo de Cuba. ¿Es exagerado decir que es un acto o una forma de guerra?

- El bloqueo, las medidas coercitivas unilaterales, son la “guerra híbrida” y constituyen también el uso de la fuerza, prohibido por el artículo 2, párrafo 4 de la Carta de Naciones Unidas. Quienes redactaron ese artículo no querían que se usase cualquier tipo de fuerza para obligar a otro estado soberano a cambiar sus políticas. Es decir, el principio del Derecho Internacional, afirmado y reafirmado mil veces por Naciones Unidas, tanto por el Consejo de Derechos Humanos como por la Asamblea General, ese principio de no injerencia en los asuntos internos de los estados soberanos, es ius cogens.

Sin embargo, se viola constantemente por los países de la OTAN y de la Unión Europea, que imponen medidas coercitivas unilaterales. Y hay que percibir todo esto como un peligro a la estabilidad, a la seguridad y a la paz mundial. El artículo 39 de la Carta de Naciones Unidas habla de una amenaza a la paz.

Es evidente que una guerra híbrida, una guerra no convencional, tiene impactos adversos en el disfrute de los Derechos Humanos en los países directamente afectados, unido a los efectos colaterales sobre otros estados, por la destrucción de la cadena de suministros, y tienen consecuencias tóxicas para los sectores más pobres.

- Entonces, ¿a quienes llevan a cabo el bloqueo contra Cuba, sean del Gobierno de EEUU o de organizaciones que colaboran en él, se les podría denominar “criminales de guerra”?

- Absolutamente. Lo son. Lo que pasa es que falta un tribunal que tenga coraje de decirlo. La Corte Penal Internacional no sirve, está vendida. Por su lado, la Corte Internacional de Justicia, aunque no es enteramente independiente, al menos es un órgano que, en el pasado, ha adoptado una serie de opiniones consultivas, por ejemplo, la opinión consultiva sobre las Islas Chagos sobre la descolonización de Mauricio por el Reino Unido.

La corte decidió que la descolonización de Mauricio era inapropiada y que no era aceptable que el Reino Unido separase de Mauricio el archipiélago de Chagos y dárselo a EEUU para poner su base mayor en el Océano Índico, la base Diego García. La Corte ordenó que los habitantes de las Islas Chagos tienen derecho a regresar a las tierras de las que les habían expulsado y que aquella descolonización de Mauricio había que revisarla, porque fue incorrecta. Eso fue problemático, porque el país que se criticaba era ni más ni menos que el Reino Unido, y la Corte Internacional de Justicia decidió que las medidas coercitivas unilaterales constituyen una guerra híbrida, prohibida por el artículo 2 de la Carta de Naciones Unidas, y que participar en ella constituye una violación del artículo 5 del Estatuto de Roma, un crimen de agresión y por lo tanto hay una obligación a pagar reparaciones. Es importante, porque los estados tienen derecho a conocer los crímenes que las medidas coercitivas unilaterales implican, y los pueblos que lo han sufrido tienen derecho a la reparación.

Es decir: los EEUU le deben a Cuba un billón (millón de millones) de dólares y probablemente una cantidad semejante a Venezuela. Cuando la Corte Internacional de Justicia falló contra los EEUU en 1986 en el Caso Nicaragua, los EEUU habrían tenido que pagar una barbaridad a Nicaragua, pero Violeta Chamorro, la marioneta de los EEUU en el gobierno de Nicaragua, abandonó el derecho a esa reparación. Eso es lo que hace EEUU constantemente, pone a una marioneta en un gobierno y se las arregla para dar un golpe de estado, como hicieron en Haití, en Granada, en Panamá, en Guatemala o en Honduras.

Pero sí, en el caso de Nicaragua, la Corte Internacional de Justicia se atrevió a tomar una decisión contraria a los EEUU. Eso da un poco de esperanza de que, si se presenta el fallo del Tribunal de los Pueblos (Tribunal Internacional sobre el bloqueo a Cuba, celebrado en Bruselas, con carácter simbólico, en noviembre de 2023) a la Asamblea General, para pedir una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia, sería un avance. Ojalá que eso pase.

- Las medidas punitivas contra Cuba y otros países, ¿sirven para el objetivo de cambiar los gobiernos o su política interna?

- Las medidas coercitivas unilaterales no han cambiado ningún gobierno. Contra Cuba existen estas medidas hace 62 años y no ha cambiado su régimen político. Sin embargo, el pueblo ha sufrido y sufre escasez. El derecho al desarrollo de Cuba ha sido frustrado por estas medidas, y hay una responsabilidad de los EEUU de hacer una reparación monetaria por más de un billón de dólares por el daño económico causado.

Sin embargo, los EEUU tienen una impunidad endémica. Lo único que podemos hacer es informar al mundo entero de que los EEUU están cometiendo crímenes de lesa humanidad en impunidad.

- Usted señala en sus libros que, junto a la guerra económica que sufren Cuba y otras naciones, existe también una guerra comunicacional. ¿Cómo actúa esta?

- Es la cognitive warfare, guerra cognitiva, guerra epistemológica. Es el uso del lenguaje para culpar a la víctima por lo que la víctima sufre. Eso ha sido utilizado por los EEUU en el caso de Cuba, Nicaragua o Venezuela, conjuntamente con la Doctrina Monroe y la Doctrina del Destino Manifiesto, para mantener un neocolonialismo en Latinoamérica y una hegemonía económica sobre el resto del mundo.

Por eso es necesaria una desdolarización de la economía mundial, puesto que los EEUU han convertido el dólar en un arma de destrucción masiva. Hay que salirse del dólar y establecer otros sistemas de pago para no estar coaccionados o sujetos a estas medidas enteramente ilegales.

Pero ¿quién va a decirle al Hegemón que cese estas ilegalidades? No será en el Consejo de Derechos Humanos, porque los EEUU impondrán el veto, y en la Asamblea General todavía ejercen mucho poder mediante el palo y la zanahoria. O sea, le dicen a los estados pobres: no te atrevas a votar contra mi resolución porque entonces te quitamos cualquier ayuda económica. Es decir, lo que hay que romper es la dependencia económica de los EEUU, liberarse del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

Yo tengo algunas esperanzas de que, poco a poco, el Banco de los BRICS apoye a aquellos países que luchan por su soberanía. Considero que la iniciativa china de la Franja y la Ruta tiene un gran potencial para establecer un mundo multipolar, en el que los estados se consideren iguales, como dice el artículo 1 de la Carta de Naciones Unidas.

El gran peligro es que los EEUU entren en pánico y desesperación, y para mantenerse en el poder o mantener la ilusión del unipolarismo causen una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares. Es un peligro que ha sido señalado por profesores de las universidades de Chicago, Princeton, Boston y Pittsburgh.

Cuando fui experto independiente de Naciones Unidas para el Orden Internacional, en mis catorce informes propuse que la Asamblea General, de conformidad con el artículo 96 de la Carta de Naciones Unidas, elevara cuestiones jurídicas a la Corte Internacional de Justicia para que examinen, por ejemplo, las consecuencias de las medidas coercitivas unilaterales y las reparaciones de los EEUU a Cuba, Nicaragua, Venezuela o Siria, por mantener un sistema ilegal de uso de la fuerza, que ha causado crisis económicas y muertes en todos estos estados, porque es evidente que no tener las medicinas a tiempo por demoras o por imposibilidad de importarlas hace que las personas mueran. Lamentablemente esa percepción del crimen no se da en el pueblo porque los medios de información están en las manos de aquellos que están cometiendo el crimen, de manera que The New York Times, The Washington Post o The Wall Street Journal no te van a informar de los crímenes cometidos por Washington o Bruselas.

- ¿Las medidas económicas contra Cuba o contra Venezuela son “sanciones”?

- No debe usarse el término “sanciones”, porque eso implica una legitimidad moral o legal de estas medidas. El idioma ya está prejuiciado cuando se usa el verbo sancionar, porque significa que los EEUU, de alguna manera, tienen el derecho de castigar a otro estado.

Según la Comisión del Derecho Internacional de Naciones Unidas de 2001, las medidas coercitivas unilaterales no corresponden a lo que el Derecho Internacional entiende por retorsión. Una retorsión es cuando un estado no quiere comprar mi carne y el otro estado puede responder que no compra tu maíz. Pero una retorsión siempre requiere una acción ilegal o dudosa del otro estado, lo que causa una respuesta. Pero la respuesta tiene que ser proporcional, no puede ser un ataque total a la economía de un estado para asfixiarlo. Eso también viola un principio del derecho absoluto, que es el principio de la autodeterminación de los pueblos. El artículo 1 del Pacto de los Derechos Civiles y Políticos es muy claro: todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminación y es totalmente ilegal privar a un estado de los recursos necesarios para la subsistencia.

Lo que están haciendo los EEUU es una forma de genocidio (véase el artículo 3, párrafo D de la Convención de 1948). Es crear condiciones que llevan a la muerte de un pueblo y eso es exactamente el propósito de las medidas coercitivas unilaterales.

- Nos dicen que estas mal llamadas sanciones están diseñadas para golpear a los gobiernos y a la vez para ayudar al pueblo. ¿Esto es así?

- Está claro que el propósito no es ayudar al pueblo cubano o venezolano. El propósito es dar un golpe de estado, es crear una situación que genere tanta zozobra, tanta hambre y tanta confusión que el pueblo se rebele.

Existen una serie de resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas, adoptadas todos los años, que condenan las medidas coercitivas unilaterales por una gran mayoría. Pero los EEUU no le prestan la menor atención, como tampoco se la prestan a las resoluciones (ya son 31) de la Asamblea General sobre el levantamiento del bloqueo a Cuba. En noviembre de 2016, que fue el último año de Barack Obama, se llegó a adoptar la resolución por 191 votos a favor y 2 abstenciones. Ni siquiera un voto en contra. Es decir, no hay nada más universal que esa resolución de la ONU exigiendo el levantamiento del bloqueo a Cuba.

- El término “democracia” es empleado como ariete, por parte de EEUU, para imponer sus medidas de presión económica a países como Cuba. En uno de sus libros, “Construyendo un Orden Mundial Justo”, Vd. hace una interesante reflexión sobre este asunto.

- Hay una resolución de Naciones Unidas, que cito con frecuencia, que dice que la democracia no le pertenece a ningún país ni a ninguna región del mundo, que hay muchas formas de democracia y no hay un modelo único. Lo que significa, de conformidad con el principio de la autodeterminación, que cada estado tiene derecho a tener su forma de democracia.

Si es genuina, viene del pueblo y refleja la realidad de ese país, esa es la democracia que cuenta y no la democracia de los EEUU, que es una democracia del Capitalismo. Y en esta guerra epistemológica, hay una confusión entre el concepto de Democracia y el concepto Capitalismo. Es como si fuesen idénticos, como si fuesen equivalentes, el país que no es capitalista no es democrático.

 

Más información:

Biografía de Alfred de Zayas (Oficina del Alto Comisionado para los DDHH de Naciones Unidas)

Alfred-Maurice de Zayas, según Wikipedia

 

Foto: tomada de Diario Armenia.

 

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