Sara Más (con la colaboración de Iraida Campo, Mariela Pérez, Aloyma Ravelo y Regla Zulueta) - Revista Mujeres.- Hace un tiempo, cierta frase busca sintetizar, con algo de ingenio y buen humor, el mundo contradictorio de las relaciones entre hombres y mujeres, en esta isla del Caribe, al menos en lo que a vínculos de pareja se refiere. Se dice que ellas buscan un hombre que aún no existe, mientras ellos siguen soñando con una mujer que ya no existe.


La expresión remite al momento en que ya ni unas ni otros son los mismos de hace unos cuantos años atrás y transitan por ese camino común de construir nuevos paradigmas y valores, con sus altas y sus bajas, sus progresos y dificultades.

Sería difícil hacer un solo retrato de la mujer y el hombre en Cuba, pues hay gran variedad y tipos, con sus historias, sueños y barreras. Pero las tendencias indican, de algún modo, que las cubanas no son, hace rato, las mujeres calladas y sumisas que esperan la aprobación de padres y esposos para levantar sus proyectos de vida. Se casan, se divorcian, estudian, salen adelante solas o acompañadas, deciden sobre sus relaciones, sobre sus cuerpos y el número de hijos que desean tener, trabajan, dirigen, se mueven libremente por la vida y a veces tienen mayores ingresos económicos que sus esposos, porque han llegado a obtener altos grados de calificación. Por su parte, los cubanos no son siempre los jefes de familia, sus representantes legales, los únicos proveedores y la autoridad suprema en el hogar.

Sin embargo, ellas han salido a conquistar el mundo sin dejar de ser responsables supremas de familia, hijos y casa; llevan consigo los malestares de no pocas incomprensiones, sobre exigencias e, incluso, los golpes psicológicos y físicos de la violencia doméstica, culpas y frustraciones. Muchos de ellos, mientras, siguen sacrificando salud y autocuidado en nombre de la masculinidad hegemónica que les dicta ser fuertes e invulnerables a toda prueba; se divorcian de los hijos cuando lo hacen de sus esposas o están lejos de superar las barreras de los prejuicios. Otros empiezan a vivir una paternidad diferente, menos periférica, y a entender que lo que los hace valiosos y fuertes no es la coraza que los cubre, sino sus valores y los sentimientos verdaderos que muestren y expresen.

Entre avances y retrocesos

Transitar de las listas de reserva a los cargos de responsabilidad, ocupar puestos de toma de decisiones en el primer nivel, recibir la preparación necesaria y no ser promovidas solo por el hecho de ser mujeres, sino por merecerlo en igualdad de oportunidades, posibilidades y capacidad, son algunos de los desafíos actuales de las cubanas en la vida pública, señalan investigaciones y especialistas.

Ya es difícil no reconocer que la irrupción de la población femenina en el mundo público, su desarrollo profesional y acceso al empleo, la entera decisión sobre su cuerpo y su sexualidad, la feminización de la fuerza técnica, la labor de la FMC, así como la promulgación de leyes que favorecen la equidad entre mujeres y hombres han transformado la condición social de las primeras, con repercusión en la esfera familiar, social y la vida de los segundos.

«No tengo dudas de que hay otro tipo de mujer. Somos diferentes, podemos hasta decir que sentimos diferente, un análisis que antes no se planteaba. Hay una conciencia y una ganancia lo suficientemente grandes como para plantearnos que hemos sido injustamente discriminadas durante siglos y esa situación se puede cambiar, aunque sigue teniendo un costo para nosotras, en lo personal», reflexiona la psicóloga Ivette Vega, directora de la revista Muchacha.

Para ella, es visible la evolución de las cubanas: «Somos otro tipo de personas: mejores, más seguras, independientes, más valientes. Yo sé que el mundo no es más fácil para una mujer, pero ya ella no se queda a esperar que lo sea», considera. No obstante, reconoce que incluso dentro del ámbito laboral «muchas cosas tienen que ser, necesariamente, revolucionadas», y alude a «esa concepción no siempre consciente de verlas útiles hasta tanto no aparezcan los problemas que les son inherentes: el embarazo, la lactancia, los niños pequeños, el receso y las vacaciones escolares. En el ámbito de la toma de decisiones nos queda por avanzar, porque si no se mira al mundo con esa mirada, nunca habrá un cambio radical, para no solo pensar en otras personas, sino en nosotras mismas», sostiene.

Hoy las cubanas ocupan más del 45% de los empleos en el mayoritario sector estatal civil, superan el 70% de la fuerza técnica y profesional, más del 60% de los graduados y 76% de los matriculados en las universidades, el 51% de los trabajadores de la ciencia –con 28% vinculado a la investigación-, el 35% de los dirigentes, el 35,9% de los diputados al Parlamento y el 40,6 de los jefes de hogares.

Sin embargo, una lectura fría de los números no es suficiente. Investigaciones, prácticas cotidianas y varios de los criterios recogidos por Mujeres entre casi una veintena de personas indican que, en muchos aspectos de la vida, se mantiene, abierta o sutilmente, el modelo social, cultural y familiar del poder masculino y la subordinación y dependencia femeninas.

Consultadas al azar 17 personas entre 15 y 54 años (64% mujeres), en Ciudad de la Habana y Santiago de Cuba, todas coincidieron en afirmar que en Cuba hay machismo, aunque el grueso lo calificó de moderado y seis de elevado.

Entre las manifestaciones de machismo, las opciones más seleccionadas fueron: asignarles a ellas, completamente, la atención de los hijos; encargarles el cuidado de los familiares enfermos y exigirles por el cumplimiento de las tareas del hogar, marcadas por 15 de 17 personas entrevistadas, incluidos todos los hombres. Les siguen, por orden, como las más identificadas: negarse a usar el condón en las relaciones sexuales; prohibirles compartir a las mujeres con amigas y/o amigos; influir en la forma en que se visten; amenazarlas, gritarles, chantajearlas emocionalmente; impedirles trabajar en la calle; subestimarlas y ridiculizarlas; no proponerlas ni seleccionarlas para ocupar cargos de dirección; no propiciar que ellas estudien y se superen, y en algunos casos incluso golpearlas.

Las respuestas obtenidas por Mujeres señalan que la sobrecarga doméstica sigue siendo un fuerte lastre dentro de casa, con repercusiones para el desempeño laboral, la salud y el bienestar personal y familiar. De modo que la participación en la vida pública se sostiene sobre la base de una doble jornada de la cual no han logrado desprenderse todavía, de manera general, las cubanas. Todo ello apunta hacia otros retos, como el comprometer a toda la familia y redistribuir las tareas domésticas, democratizar las relaciones familiares al interior del hogar, seguir enfrentando al machismo y redimensionar las responsabilidades, deberes y derechos entre los miembros de la familia. Pero este desafío no es solo de las mujeres, sino de la sociedad en su conjunto.

«Tanto el hombre como la mujer pueden ocuparse de las labores domésticas, de cuidar a los hijos, para que el peso del hogar no caiga totalmente en los hombros de ellas; más aún si trabajan y cooperan en la economía de la casa a partes iguales», comentó una estudiante universitaria de la capital.

La práctica muestra otras realidades, no siempre tan justas, al decir de una joven de nivel medio y 20 años de edad. «Hay mucha incomprensión por parte de los hombres; la mayoría tiene concientizado que nosotras tenemos que asumir todos los quehaceres del hogar. Se creen con el derecho de exigir y que les obedezcan en todo lo que piensan y opinan», dijo, aunque reconoció también que «nos hacen muchísima falta, solo debemos ser suficientemente inteligentes para adaptarlos a nuestra forma».

Entre la diversidad de voces y maneras de pensar, una universitaria de 41 años se acercó, desde su propia experiencia, a lo que ella califica como evidente. «Hombres y mujeres debemos tener las mismas responsabilidades, tanto dentro como fuera del hogar». Una idea que apoyó en el hecho de que «si ambos trabajamos y aportamos a la economía familiar (no importa quién aporte más), de igual manera debemos compartir las tareas hogareñas y el cuidado de los hijos, si en común decidimos tenerlos».

El tema, que a veces se reduce o simplifica a la asignación de roles y la repartición de tareas, es mucho más profundo, a juzgar por sus propias palabras. «No creo que lavar, planchar o cocinar sea asunto de mujeres, sino de ambos sexos. Tampoco creo que, porque el hombre lleve al niño a la escuela, asista a sus reuniones de padre o no interfiera en mis relaciones con amistades de ambos sexos, sea menos hombre que otros que no se comportan así. Estos últimos están en un error», reflexionó.

Ellos tienen la palabra

Evolución y cambio no son solo patrimonio femenino, aunque las mujeres, por su vertiginosa transformación, y por la larga historia de subordinación, han tenido que imponerse y luchar para revertir las discriminaciones por razón de sexo. Sin embargo, sea porque ellas han llevado al cambio a sus contemporáneos varones o que ellos, andando su propio camino, han empezado a saltar barreras y limitaciones, lo cierto es que los hombres no son tampoco los mismos, aunque frecuentemente conserven mucho, bastante, y a veces algo de lo que el patriarcado ha inculcado.

«No soy machista», aseguró un capitalino, universitario, de 46 años. «Estimulo a mi mujer para que trabaje, para que se supere intelectualmente, tenga una independencia económica», dijo, «aunque el cuidado de los hijos y las funciones del hogar formen parte de sus responsabilidades, como también forman parte de las mías la reparación de cualquier cosa en la casa», agregó, al describir campos distintos de acción, a la usanza de la vieja división sexista del trabajo. Otro universitario, de 35 años y residente en Santiago de Cuba, fue parco y concluyente, porque ve en la mujer «un ser humano con cualidades y capacidades, a la par del hombre», señaló.

Pero en la búsqueda de opiniones salieron a relucir expresiones de un modo de pensar todavía anclado en las ideas más tradicionales y patriarcales. Algunos de los hombres jóvenes se declararon machistas. «Porque no me gustaría hacer las cosas de la casa. El hombre se hizo para trabajar y buscar con qué mantener a la familia, y la mujer para todas las tareas que se le asignen dentro del hogar», alegó un habanero, de nivel educacional medio y 19 de años de edad. «Porque las mujeres nacieron para cumplir con sus obligaciones, aun cuando estoy de acuerdo con que estudien y se superen. Creo que pueden llevar todas esas tareas a la vez, que tienen capacidad para eso», aseguró otro de 46 años.

En tanto, un capitalino de 38 fue más lejos en sus comentarios: «No estoy de acuerdo con todas las manifestaciones de las mujeres, ya que algunas tienden a ser infieles en muchos aspectos», dijo. «Porque los hombres son los que deben decidir en la mayoría de las cosas; son los cabeza de familia. A pesar de que las mujeres hagan muchas cosas en la casa y con los familiares, el hombre representa a la mujer», opinó un joven de 21 años.

A la hora de escoger las acciones que, en general, desempeñan los hombres, todas las personas coincidieron en que trabajar, la casi totalidad agregó estudiar y ocupar cargos de dirección, un grupo considerable añadió que son independientes y con posibilidades económicas, que deciden libremente sus relaciones sexuales y los consideró buenos amantes. Finalmente, 36% los calificó de buenos esposos y solo tres personas de 17 les reconocieron que se ocupan de la protección en las relaciones sexuales. Nadie consideró que la atención y cuidado de los hijos, o la asistencia a las reuniones de padres, son tareas asumidas por ellos.

Respecto a ellas, terminan casi dibujadas como «supermujeres», encargadas de todo. Las situaciones que menos se les atribuyeron son las de decidir libre y responsablemente sus relaciones sexuales, según el 47% de la muestra; y ser buenas amantes y ocupar cargos de dirección, por el 59%. Una idea de cómo, más allá de datos, adelantos y reajustes, sigue aflorando la desigualdad a la hora de actuar e incluso juzgar nuestros propios comportamientos y actitudes.

Género
Mesa Redonda.- Como homenaje a Vilma Espín, en el aniversario 90 de su natalicio, Cubadebate enfoca su espacio en la Mesa Redonda de este martes al mostrar la participación en la batalla y los desafíos de la mujer cubana frente a...
Canal Caribe.- Este 7 de abril, cumpliría 90 años la Heroína de la Sierra y el Llano, #VilmaEspín Guillois. El pueblo cubano recuerda su impronta y ejemplo....
 Laura V. Mor (Fotos: Yaimi Ravelo) - Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.- “Rescatar la memoria histórica femenina” es el objetivo que llevó a la artista y cineasta cubana Marilyn Solaya a encarar el pro...
Lo último
La Columna
La Revista