Yelena Ortega Ferrero - Cubainformación.- Hace apenas unos días escuchaba en el canal TeleSur un reporte estadístico de la violencia femenina en Guatemala.
Presté especial atención a las masacres sucedidas en el tan nombrado “Río Negro”, yo le hubiese puesto “Río Rojo”, cuántas vidas fueron cobradas en aquel lugar que se quedó menos de la mitad de la población luego del 13 de marzo de 1982, justo cuando se desató uno de los casos más violentos contra la mujer y los niños en Guatemala, en sus inicios provocado por problemas territoriales.
La violencia desplegada contra la población indígena comenzó en 1980, cuando la policía militar guatemalteca llegó a Río Negro y mató a siete personas. Pero lo peor aún estaba por venir, el 13 de marzo, los militaron reunieron a todas las mujeres, niños y niñas y los condujeron a una colina detrás de su aldea, donde torturaron y asesinaron a 117 mujeres y niños. Dos meses más tarde, el ejército atacó y mató a otras 84 personas en un lugar llamado "Los Encuentros" en el valle del Río Negro. Se llevaron a quince mujeres en helicóptero a las que nunca se ha vuelto a ver. En total murieron alrededor de 450 personas la mayoría mujeres indígenas.
La historia ha trascendido hasta la actualidad, no se puede decir de que sean únicos estos casos en Guatemala por desgracia en la actualidad la situación ha empeorado incluso para las mujeres que luchan contra la violencia como es el caso de la comisionada presidencial contra el feminicidio en Guatemala que el pasado marzo del presente año 2013 anunciaba su renuncia por miedo al asedio que sufría en su morada, por la seguridad de ella y sus hijas, de la cual Nadine Gasman, directora de la Campaña Únete, para poner fin a la violencia contra las mujeres, del Secretario General de Naciones Unidas dijera: es una mujer muy valiente, y que ella haya renunciado preocupa mucho, porque demuestra que no se está haciendo lo que hay que hacer”. En los últimos años, los casos de asesinatos de mujeres en este país centroamericano han llamado la atención internacional, es relevante la extrema violencia contra las mujeres y la “impunidad” casi total que rodea al tema. Muchas son las que piden al Estado que se garantice la seguridad e integridad de las defensoras de los derechos humanos de las mujeres, ante la creciente ola de criminalización, persecución, acoso y violación en contra de las garantías constitucionales de la mujer.
Los países de la región (latinoamericana y caribeña) concentran la cuarta parte de los feminicidios del mundo. Y llama la atención en Guatemala el incremento de embarazos en niñas, jóvenes y adolescentes que asciende a 38 645 partos, situación que se ha acrecentado con el decursar de los años, dejando claro la falta de educación sexual de los menores en el uso de anticonceptivos, orientación sexual pero además la falta de voluntad por parte del gobierno para prevenir, erradicar y sancionar las violaciones en muchos de estos casos.
En el año 2008 se aprobó el decreto 22-2008, Ley contra el feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer, un instrumento jurídico que busca proteger los derechos de las mujeres, además se llevó a cabo la creación e implementación del Sistema Nacional de Información sobre Violencia en contra de la Mujer. A pesar de que ya se han emitido sentencias de conformidad con esta ley, el país se encuentra en un proceso de adopción de la ley, es por eso que el aumento de denuncias en casos de violencia intrafamiliar es un paso importante y positivo en la erradicación de las agresiones en la familia, debido al valor de la denuncia y la valentía demostrada por quienes se han atrevido a denunciar. Pero a pesar de que el gobierno ha tratado de recrudecer el control de la violencia contra la mujer aún no ha sido suficiente.
Muchas son las mujeres que por falta de respuesta de las autoridades, callan su dolencia ante tanta impunidad. A la falta de garantía del derecho a la vida, la libertad, la seguridad, autonomía y acceso a la justicia pronta y cumplida. Y la ausencia de neutralidad política e incumplimiento del mandato de los mecanismos institucionalizados de las mujeres: Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM), Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI) y la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres (CONAPREVI).
Por otro lado la violencia intrafamiliar se ha acrecentado en Guatemala según datos del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) en el informe de Derechos Humanos en junio de 2012, el sector femenino es el más afectado por el tema, de enero a junio de 2012 habían muerto de manera violenta un total de 337 mujeres, entre las cuales se incluyen 22 niñas lo cual es un reflejo de la violencia indiscriminada que se vive en la nación. Muchos de los niños que vagan por las calles en algún momento de su vida fueron parte de alguna violencia y otros huyeron de sus casas en busca de protección por maltrato intrafamiliar. Estos casos han llamado la atención de fotógrafos como Walter Estrada (fotógrafo argentino, de la agencia World Picture Network) que obtuvo el prestigioso premio World Press Photo con la foto capturada en noviembre pasado, en el momento en que un grupo de peritos trabajaban para resolver el caso de una mujer de 42 años, asesinada de 16 balazos.
En Guatemala existe un número limitado de centros de atención a víctimas sobrevivientes de la violencia machista, lo que impide elevar las cifras relacionadas con la erradicación del problema, sobre todo en el área rural, donde las indígenas deben enfrentarse a un sistema de justicia machista y discriminador. Es insuficiente el financiamiento y presupuesto destinado a la ejecución de los programas para prevenir cualquier expresión de violencia contra las mujeres.
A partir de este artículo pretendo llamar a la reflexión al gobierno guatemalteco, debe cumplir con las políticas de atención contra el feminicidio en su nación y ampliar la cobertura de los juzgados para facilitar las denuncias de las mujeres violentadas, víctimas de las agresiones y del ámbito en que se desarrollan.
Anexos:
México: ¿Violencia, hasta cuándo? (I y II)
