- Red Semlac.- En Cuba existen múltiples experiencias para la paternidad, opinan especialistas. De niño no le enseñaron cómo cambiar un pañal, ni sus juegos incluyeron el arrullo de un bebé ficticio o el impulso a un coche de juguete. Pero cuando solicitó la licencia de paternidad para cuidar a su hija Luna, con tres meses de nacida, Ariel Novo se sabía preparado.


"Mi esposa ganaba más y era lógico que se incorporara a trabajar si yo podía quedarme en la casa. Además, me sentí muy bien con la niña y cuando nació la segunda también la cuidé en cuanto dejó de lactar", relata a SEMlac el técnico de sonido de 37 años.

Aunque reconoce que no es habitual encontrar hombres compartiendo el cuidado de sus hijos o hijas, el joven cineasta no cree que su acción sea extraordinaria.
"Sencillamente atendí a 'mis princesas' y lo sigo haciendo; no es una misión imposible, es sentido común y mi responsabilidad", asegura.

Cuando hace unas semanas llegó a matricular a su primera hija en la enseñanza preescolar, Novo se sorprendió por ser el único hombre de la reunión.

"La sociedad cubana es muy machista, pero en mi familia intentamos hacerlo diferente. No creo que exista un trabajo de hombre o mujer en la casa, todo lo compartimos de manera natural y ni siquiera pensamos en eso", reflexiona.

Cada vez son más frecuentes los cubanos que apuestan por una paternidad distinta al rol de proveedores, asignado tradicionalmente a los hombres cuando constituyen sus familias.

Pero los prejuicios que valoran a los padres como menos importantes para la descendencia siguen presentes en la sociedad cubana y motivan inequidades de género dentro y fuera del hogar.

Según la socióloga Magela Romero, en la isla caribeña existen "paternidades en transición", que oscilan desde comportamientos muy tradicionales hasta los que comparten responsabilidad y cuidado de manera empática.

"Son padres más cariñosos, comprometidos con momentos del embarazo y jugando un rol más activo en la comunicación", describió a SEMlac la especialista.
Sin embargo, cuando se trata de los cuidados físicos del niño o la niña, la tarea regresa a las mujeres.

Los patrones masculinos socialmente construidos no incluyen ese rol y quienes lo asumen son víctimas del rechazo y la burla", opina la profesora de la Universidad de La Habana.

Investigaciones sociales citadas por la experta refieren que, en edades más avanzadas de los hijos, sus padres se comprometen con las tareas escolares o las consultas médicas, pero si enferman y hay que faltar al trabajo, casi siempre es la madre la encargada.

Para Romero, tanto la organización familiar como las subjetividades de quienes dirigen las instituciones propician esta situación. Aunque legalmente les asiste el derecho de acceder a licencia o vacaciones especiales para cuidar a sus hijos o hijas, son pocos quienes lo hacen.

Cuba se encuentra entre los países más avanzados de América Latina en proteger los derechos de padres y madres. El Decreto Ley-234 asegura desde 2003 que los hombres puedan solicitar la licencia de paternidad, con garantías laborales plenas.

La norma permite a la pareja decidir quién se encargará del bebé desde los tres meses hasta un año de vida, con la cobertura del 60 por ciento del salario devengado. No obstante, solo 125 cubanos habían optado por esta posibilidad hasta mayo pasado, según estadísticas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicadas en junio por el diario Juventud Rebelde.

Desconocimiento, falta de asesoría y tabúes machistas son algunas de las razones expuestas por especialistas como limitantes a este derecho.

"Hay una cultura que establece que los hombres no cuidan de los niños pequeños y muchos de los padres que se han acogido a este Decreto lo hicieron porque no tenían opción", refiere a SEMlac el sociólogo Raynier Hernández Arencibia.

El ejercicio de la paternidad está influenciado por muchos factores, pero a juicio del especialista del estatal Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, la base es el patriarcado, que idealiza la maternidad y deja referentes limitados para que los hombres construyan nuevas paternidades.

"Si no cambian los hombres, es difícil que cambien las instituciones y las paternidades", considera.

Al investigar los comportamientos de 22 familias con padres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Hernández encontró que para la mayoría ser "buen padre" se asociaba al rol de proveedor económico y de afecto.

Debido a sus largas jornadas laborales, los entrevistados para la pesquisa se mantenían ausentes de la dinámica familiar cotidiana y esto se revertía en sobrecarga para sus esposas.

"Estos hombres tienen mayor participación en la vida doméstica y el acompañamiento de los hijos en las tareas escolares, pero no de manera sistemática", reveló.
Para Hernández, las familias en Cuba no responden a un modelo único y nuclear debido al alto porcentaje de divorcios y de hogares con jefatura femenina, por lo que no se debe generalizar los comportamientos.

A su juicio, hablar de una "nueva paternidad" incluiría a un padre presente, que proporcione afecto y no reproduzca el sexismo o la homofobia.

En caso de padres separados, especialistas afirman que es común que aumente la distancia con los hijos, sin advertir las consecuencias que genera para su estabilidad emocional y desarrollo futuro.

Mantener una relación armónica con su hija de 16 años y su hijo de nueve, después de divorciarse hace tres años, ha sido un proceso complejo para Raimundo Parra, pero no imposible.

"Dedicarles tiempo a mis hijos no es un sacrificio, sino mi mayor felicidad, y no pienso perderme ni un instante de sus vidas", asegura a SEMlac el masajista de 40 años.

"La figura paterna juega un rol importante en el crecimiento y bienestar de los descendientes, y aunque ese padre no esté presente en la convivencia, sí puede estar desde el punto de vista asistido porque no solo tiene un deber económico, sino de apoyo emocional, psicológico y afectivo", considera Romero.

La socióloga alerta sobre la tendencia de algunos padres a desvincularse de sus hijos cuando no conviven con ellos, sobre todo si constituyen nuevos núcleos familiares.
"No basta con entregar un dinero a la madre, a veces en cifras muy simbólicas en relación con lo que se puede concretar en la reproducción física y psicológica de los hijos. Puede ser más importante participar en la vida escolar, en las actividades físicas y comunitarias", explica la experta.

Tomado de Juventud Rebelde

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