Desde su experiencia internacional en temas de género y derechos humanos de las mujeres, Facio reconoce la complejidad de la violencia como problema social y base estructural del patriarcado.
Mujeres quiso compartir algunas ideas con esta reconocida académica durante la Jornada regional “Resistencias frente a las desigualdades y las violencias en los cuerpos de las mujeres de América latina y el caribe”, celebrada en Colombia los días 30 y 31 de marzo.
¿Cuáles son los puntos que pudieran conformar una agenda en la lucha contra la violencia de género y las desigualdades?
El Patriarcado es un animal muy complejo y creo que son necesarias múltiples estrategias. Lo que podemos hacer es reflexionar sobre dónde estamos ubicadas y qué podemos hacer desde esos espacios de acción.
Si eres periodista pues puedes trabajar desde la comunicación, como abogada yo me concentro en el litigio estratégico o la capacitación de los jueces porque eso es lo que más conozco. Aunque me encantaría trabajar para el cambio de los imaginarios, hacer una revista, etc.
Pero creo que cada quien debe ver dónde puede aportar más y mejor. Porque todo es importante. Para cambiar los imaginarios sociales también necesitamos que las mujeres no mueran en abortos clandestinos, o por enfermedades causadas por la maquila y todo el trabajo insalubre que hacen. Todo es necesario. Cambiar y asumir un lenguaje inclusivo pareciera algo menor frente a la muerte de una madre producto de la maternidad forzada. Pero también en el lenguaje vamos construyendo otra forma de ser personas.
¿Por qué insistir en la justicia de género y la perspectiva de derechos?
Primero porque muchas mujeres no saben que tienen derechos reconocidos por los Estados. Siempre es importante recordar que los derechos existen, están en las personas antes de que los Estados los refrenden. Pero aún en países donde se reconocen los derechos de las mujeres, muchas no son conscientes de ello.
Creo que es importante señalar que en algunos casos los Estados no reconocen que tienen obligaciones con las mujeres. Por ejemplo un gobierno no tiene el derecho a decidir si penaliza o no el aborto. Es un estándar internacional que el aborto como mínimo tiene que estar permitido por las tres causales (cuando existe el peligro para la salud de la madre, cuando existe una grave malformación en el feto que haga imposible su vida, en caso de violación o fecundación no consentida) y ojalá esté despenalizado totalmente. Pero todavía queda mucho por hacer. Yo trabajo mucho en la capacitación de jueces y juezas y aunque a veces nos quiera ganar el cansancio debemos seguir.
¿Qué rol usted cree deben ocupar las organizaciones feministas y de mujeres en la búsqueda de la justicia de género?
Es fundamental. Sin el empuje de los movimientos de mujeres no sería posible. El Estado siempre tiene que ser monitoreado por la ciudadanía, porque si no se vuelve complaciente, corrupto, autoritario. Hay que estar siempre observando. Porque todo lo que tenemos hasta hoy ha sido por el empuje de las mujeres. Algunas más o menos visibles, pero las cosas no se dan por si solas.
Recuerdo que cuando era niña leía “a las mujeres le dieron el derecho al voto en 1948 en Costa Rica” después supe que no fue tan así. En Cuba también el código de familia tan importante y revolucionario como el de 1976 fue posible por el empuje de muchas mujeres de la época.
