Lirians Gordillo Piña - Revista Mujeres.- Anika Aldana ama su profesión, ella es una pediatra reconocida por sus compañeros y fue subdirectora docente en el Hospital del Trinidad, municipio espirituano. Sin embargo, enamorarse de otra mujer la ha hecho “menos profesional” para algunos.

A pesar del reconocimiento social que las mujeres lesbianas puedan ganar por su trabajo, su aporte a la comunidad o valores personales, las historias de estigmatización se repiten dolorosamente.

En una sociedad homofóbica y patriarcal, amar a otra mujer te convierte en ciudadana de segunda categoría. Cuba, reconocida por el empoderamiento de las cubanas en 50 años de Revolución aún debe superar lagunas legales y prejuicios sociales que sustentan y reproducen la lesbofobia (odio y discriminación hacia las mujeres homosexuales).

“Es duro. Mis compañeros de trabajo me respetan y me quieren, pero se de pacientes que no quieren tratarse conmigo”, dijo Aldana a Mujeres.

Cuando habla de su familia se le llena el rostro de tristeza. Y yo pienso que nadie debiera vivir algo así, solo por amar. “Yo hoy no cuento con el apoyo de mi familia. Mi papá me rechaza y a mi mamá todavía le cuesta un poco aceptar a mi pareja”, comenta la doctora de 28 años.

Superar la discriminación significa entonces empoderarse en los individual y colectivo. Estar preparadas para exigir sus derechos, para dialogar, sensibilizar y trabajar con organizaciones sociales e instituciones requiere de conocimiento y empeño.

Es por ello que el encuentro de la Red Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales que auspicia el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) dedicó sus sesiones de trabajo al empoderamiento.

Celebrado en La Habana del 21 al 23 de septiembre el taller reunió a más de una decena de grupos que conforman la Red, presentes en varias provincias del país. El empeño de activistas, especialistas y algunas instituciones que apoyan la lucha por los derechos de las personas homosexuales y transgénero va dando frutos.

Reconocerse sujeto de derechos y ganar cultura jurídica es un paso esencial en el camino a la igualdad. Durante las sesiones de trabajo las activistas identificaron espacios de sus vidas que son vulnerados y estrategias para enfrentar la discriminación.

Aunque la Constitución reconoce la igualdad de todas las personas, el artículo 36 se refiere al matrimonio solo entre un hombre y una mujer, así las parejas del mismo sexo se encuentran desprotegidas en lo legal. La falta de reconocimiento jurídico les impide acogerse a las garantías de cualquier conyugue, como es la división y sucesión de bienes, beneficios de la seguridad social, etc.

Representantes de la Red de Juristas del Cenesex, identificaron una serie de leyes que necesitan reformarse para reconocer derechos de las personas homosexuales y transgénero que hoy no están estipulados en la Constitución y códigos vigentes como el Código Civil y de Familia, el Código Penal y el recién aprobado Código del Trabajo.

Una especie de agenda común unifica las realidades y también los empeños de mujeres homosexuales, quienes reconocen que sus reclamos no son por derechos especiales sino derechos que disfrutan las personas heterosexuales y son negados a lesbianas y gays.

Entre las principales demandas se encuentra el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo; acceso a la reproducción asistida, derecho a la adopción; aprobación de una ley de identidad de género que reconozca a las personas trans; derecho a ocupar cargos de dirección; derecho a la visita conyugal en el caso de mujeres recluidas en penitenciarias, entre otros.

Un país como el nuestro que aspira conquistar toda la justica deberá avanzar en el camino de la igualdad de derechos y oportunidades entre las orientaciones sexuales y las identidades de género, como lo ha hecho frente a otras injusticias. Ahí está el reto y el deber. Para las cubanas, se impone la solidaridad entre nosotras poniendo en común nuestro derecho a la vida plena.