Por Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com) y Roberto G. Peralo. (roberto.peralo@umcc.cu - @RobertoPeralo) - Cubainformación / Blog La Joven Cuba.- Fue muy molesto leer una noticia publicada en El Economista. Resulta que la Cámara Nacional de la Industria Electrónica de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información en México (Canieti), está promoviendo ante autoridades cubanas la instalación de maquiladoras de software en la isla. Y nadie lo cuestiona.


¿Es negativo querer utilizar los miles de informáticos formados en universidades cubanas para desarrollar software con destino al mercado de los EEUU y Canadá?

Según el artículo, México no cuenta con la cantidad de profesionales capaces de enfrentar la alta demanda de software que están generando los mercados en esta región. Hasta aquí todo parece indicar un reconocimiento al sistema educacional cubano. Pero los empresarios mexicanos reconocen que lograrían disminuir los costos considerablemente si pudieran maquilar software en Cuba porque los sueldos a los empleados cubanos son muy inferiores a los de su país.

Resulta ser que internacionalmente los profesionales cubanos somos reconocidos como la fuerza de trabajo más capaz, eficiente y barata de la región. A esto le sumamos que los inversionistas no pagarán directamente esos bajos salarios a los obreros cubanos. Será una empresa estatal la que fungirá como intermediadora y representante de los trabajadores cubanos. Esta empresa tendrá como encargo velar porque no sean violados los intereses de esos obreros, negociará los montos de salarios y de paso se quedará con parte del salario acordado. Algo muy legítimo si no fuera porque su tajada de seguro será mayor que la del propio trabajador.

¿Recuerdan aquella canción de “no me regales más nada, que me lo cobras luego a pedradas”?

Este no es un caso fortuito. Los profesores universitarios son contratados para trabajar en universidades de Angola durante un periodo de más de dos años. La empresa empleadora que es del Estado cubano, paga a los profesores el 29% de la venta de su fuerza de trabajo. El resto pasa a engrosar las arcas gubernamentales. No por gusto muchos profesores han optado por pedir la baja de la Universidad y contratarse de forma independiente. Queda claro que es necesario aportar un impuesto, que será luego aquello que pague por los servicios sociales gratuitos y montón de cosas en nuestro país, pero… ¿la mayoría del salario?

Un colega de la universidad que aceptó está forma de contrato, comenta que no le quedó más remedio que aceptar porque al final gana mucho más que si se quedará dando clases en Cuba. “Es la única opción que tengo de resolver algunos de mis problemas económicos, siento que no es justo lo que están haciendo pero no tengo otra opción…” Vale señalar que estos profesores tienen que estar separados de sus familias por dos años a riesgo de contraer cualquier tipo de enfermedad. Conocemos algunos casos que han perdido la vida.

Existen programas especiales de otros gobiernos para estimular el robo de profesionales cubanos y sobre eso podemos influir bien poco. Lo que sí podemos transformar son nuestras políticas en la contratación de fuerza de trabajo calificada, que cuando se hacen con torpeza y pobre participación de los sindicatos, se convierten en estímulo para las deserciones y la emigración.

Escribir sobre temas así de dolorosos es un ejercicio difícil, porque la contrarrevolución se aprovecha de ellos en su afán de destruir el proyecto nacional y los sectores más dogmáticos en nuestras filas malinterpretan el mensaje o no aceptan una publicación que no esté edulcorada, que no de armas al enemigo. No obstante, parte de la labor del revolucionario es señalar lo mal hecho. Si algún día el capitalismo regresa a Cuba, no puede ser por nuestro silencio cómplice.

Si no queremos seguir perdiendo el único recurso valioso y generador de riqueza que posee Cuba, que es su Capital Humano, establezcamos políticas de remuneración más justa y en correspondencia con los ingresos de los profesionales de la región. El dinero que puede estar ingresando el Estado por concepto de no pagar salarios más justo a sus Recursos Humanos, por otro lado lo está perdiendo, al no poder disponer más de esa fuerza de trabajo por la cual invirtió gran cantidad de recursos.

No hay que ser un experto en economía para percatarse que esa cuenta, no da. Y hay que ponérselo difícil a los que quieren construir sus maquilas en Cuba. ¿Regalar nuestros profesionales? Jamás.

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