Carlos González Penalva.- Si 2022 fue el año de la incertidumbre, 2023 ha sido el año de la desigualdad. Como en la mayoría de las crisis, son las clases populares del mundo quienes pagan los balances de los grandes capitales.Uno de los ejercicios políticos más exitosos del capitalismo hegemónico ha sido el fraccionamiento, es la balcanización de las luchas sociales, la gremialización de los sujetos sociales colectivos. En este año,hemos de trabajar para consolidar un ecosistema comunicativo, informativo, pero también de entretenimiento, que luche, no ya contra la hegemonía de los medios y sistemas de comunicación, que ya tienen, sino contra la unanimidad, y que reconociendo la diversidad de estrategias, nos facilite vertebrar elementos comunes pero que, fundamentalmente, nos permita gestionar los espacios de resistencia que necesitamos para avanzar. De todo ello hablamos para Radio Habana Cuba en el último podcast de 2023.


2024: Resistencia para avanzar

Carlos González Penalva

Decía la semana pasada la periodista Rosa Miriam Elizalde en su columna de opinión en La Jornada de México que «Mientras corremos el riesgo de un estallido atómico y en Gaza muere un niño asesinado cada diez minutos, el marketing intenta convencernos de que 2023 es la puerta de entrada a una civilización en la que los androides soñarán con ovejas eléctricas. Pero este solo ha sido un año más del siglo XXI y de la era de las cavernas.»

Las ciudadanas y ciudadanos europeos han pagado detrayendo de sus salarios unos 185 mil millones de euros de más por las importaciones de gas desde que impuso sanciones contra Rusia por la guerra de Ucrania. Si 2022 fue el año de la incertidumbre, 2023 ha sido el año de la desigualdad. Para los países que esperaban recuperarse este año de las devastadoras pérdidas provocadas por la pandemia de COVID-19, la batalla se ha vuelto más difícil debido a las amenazas combinadas del cambio climático; la fragilidad, los conflictos y la violencia, o la inseguridad alimentaria, por nombrar solo algunas, que dificultan la plena recuperación de todas las economías. Como en la mayoría de las crisis, son las clases populares del mundo quienes pagan los balances de los grandes capitales.Para quienes aspiramos a construir un mundo más justo, igualitario y mejor, este año a punto de comenzar será en el que se icen las banderas del 65 aniversario de la Revolución cubana, marcado por la resistencia de su pueblo, inspiración perenne para las batallas de hoy.

Las políticas de asfixia económica de los últimos años son bombas dirigidas a derribar las columnas que sostienen la resistencia cubana, y no parece que cambiará en 2024 la hostilidad de Estados Unidos, inmersa en una agenda política bélica e intervencionista que busca redefinir Occidente con eje en Ucrania, Gaza, África (intentando hacerse con el control de Sahel y deponer la influencia de Francia), otanizando el Pacífico y, en última instancia, militarizando una diplomacia que debería servir para resolver los conflictos de manera pacífica. Como expresó Fidel en 1998: "Lo que nunca podrán imaginarse aquellos que cometen grandes crímenes contra los pueblos en la embriaguez de su impunidad y en el carácter efímero de su poder, es que la verdad siempre se abre paso más tarde o más temprano". Cuba ha demostrado este año la autoridad y el liderazgo internacional de su diplomacia, su apego a principios y el compromiso con la promoción del diálogo y la cooperación, así como su capacidad para construir consensos y defender la unidad de los países que buscan un mundo basado en el respeto mutuo, la soberanía y el desarrollo.

Pero este 2024 es también un año de retos en la comunicación de los proyectos emancipatorios, un año en el que, como dijera Lothar Bisky, la comunicación es una necesidad del desarrollo. Estamos asistiendo a cambios profundos en los sistemas de comunicación de masas impulsados por los desarrollos de las nuevas tecnologías y las redes neuronales (las llamadas inteligencias artificiales). Estas transformaciones técnicas y tecnológicas para la información y la comunicación son una fuerza productiva en sí misma, un cambio en todo el sistema de comunicación social, y eso supone también un cambio en la producción de los medios.

Uno de los ejercicios políticos más exitosos del capitalismo hegemónico ha sido el fraccionamiento, no ya de las fuerzas que orgánicamente deberían oponerse al sistema dominante, sino de los propios sujetos de lucha. Si algo logran entender los ideólogos del capitalismo, es las esencias de los descubrimientos de Marx. Solo basta revisar la prensa privada para ver cómo las luchas sociales se canalizan, dirigen y sectorializan, haciendo de cada uno de esos frentes que en conjunto serían fundamentales, una mercancía inocua en cuanto que no se dirigen al corazón del sistema que amamanta las desigualdades y la pobreza de las clases populares. Es la balcanización de las luchas sociales, la gremialización de los sujetos sociales colectivos.

Nos encontramos inmersos en un tiempo en que es necesario que clavemos bayoneta en firme, un alto en el camino para iniciar un periodo de reflexión profunda y colectiva desde distintos espacios de la izquierda. Hoy el gran peligro no es el de la censura a debates, proyectos e ideas alternativas al sistema hegemónico dominante, sino la unanimidad, como señalara el analista Francisco Arnau. La guerra por las estructuras de conocimiento y comunicación de nuestro presente no es la guerra por la hegemonía y contra la censura y los algoritmos, sino la guerra contra la unanimidad, fase superior del imperialismo, y en esta fase los grandes medios y sistemas de información y comunicación —y su infantería— han recuperado su centralidad.

Es relativamente fácil hacer un canal de noticias desde la mañana hasta la noche, noticias tras noticias; sin embargo, la pregunta es si la gente lo sintoniza, si quiere o necesita más información acerca del mundo o no. Los jóvenes crecen con otros medios, y eso implica un cambio en la forma de percibir el mundo y, por lo tanto, en la forma de relacionarse con él y de transformarlo. Estas actividades de información y comunicación han supuesto un cambio en toda la conducta comunicativa.

En este año, todos los que trabajan en el ámbito de la comunicación, desde periodistas o técnicos hasta teóricos y analistas por igual, hemos de trabajar para consolidar un ecosistema comunicativo, informativo, pero también de entretenimiento, que luche, no ya contra la hegemonía de los medios y sistemas de comunicación, que ya tienen, sino contra la unanimidad, y que reconociendo la diversidad de estrategias, nos facilite vertebrar elementos comunes pero que, fundamentalmente, nos permita gestionar los espacios de resistencia que necesitamos para avanzar.

 

Youtube:https://youtu.be/KhVFVk25goI

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Una colaboración en el espacio "Desde Cuba" de Radio Habana Internacional junto a Roberto Bastidas.

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