Carlos González Penalva.- Las revoluciones populares no son una empresa fácil, son duras, llenas de adversidades y con una oposición irreconciliable. El caso argentino corre riesgo de servir de base para su extensión a otros países de la región como Chile, fruto de una dirección política enajenada de las realidades vitales de las y los ciudadanos que dicen representar y de las clases populares en particular, sin más horizonte de que el de la pobreza extrema y, en muchas ocasiones, de una izquierda cuyo único capital político es la apelación a una ultraderechaoriginándoseuna suerte de antagonismo simbiótico que se retroalimenta, y una ciudadanía harta de no disponer de otro horizonte que el de la extrema necesesidad y la precariedad, dispuesta a optar por cualquier alternativa ante una neo-izquierda incapaz de dar soluciones reales a su puebloy un conglomerado de medios de comunicación dispuestos a dar soportea los nuevos liderazgos de la derechita punk. Los revolucionarios no rendimos, ni entregamos banderas. Esta es la revolución y sigue siendo joven. Esta es nuestra revolución.
No se gana la confianza de un pueblo con promesas, sino con hechos y realidades
Carlos González Penalva
En la noche de este primero de enero, como aquella de 1959, la voz de Fidel Castro volvió a sonar en el parque Céspedes de Santiago de Cuba. En esta ocasión para celebrar el 65 aniversario de la revolución de todos y para todos las y los cubanos, que confirma y consolida la incorporación de una nueva generación, nacida bajo el abrazo del proyecto revolucionario, a la dirección del País y comprometida con la terea de aportar soluciones reales a problemas presentes. Decía el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel en un mensaje a la ciudadanía en nochevieja que 2023 había sido como llegar a una cima muy alta sembrada de obstáculos y que, como tantas veces a en estos 65 años, ha habido momentos en los que ha sido necesario dar un paso atrás para poder cumplir con el objetivo de clavar la bandera en lo alto de la cima, y porque como decían Fidel y Raúl, en el camino del ideal socialista, llegar es vencer y cada meta no es sino un nuevo punto de partida.
Hace tan solo un año nadie hubiera imaginado que la ortodoxia neoliberal tomaría como presa a Argentina. 2023 ha sido un año convulso, en términos políticos regionales e internacionales, para América latina y el Caribe y todo apunta a que 2024 no se distanciará de esa dinámica, condicionada por el contexto bélico multifocal internacional. El caso argentino corre riesgo de servir de base para su extensión a otros países de la región como Chile, fruto de una dirección política enajenada de las realidades vitales de las y los ciudadanos que dicen representar y de las clases populares en particular, sin más horizonte de que el de la pobreza extrema y, en muchas ocasiones, de una izquierda cuyo único capital político es la apelación a una ultraderecha originándose, como decía el analista Paco Arnau, una suerte de antagonismo simbiótico que se retroalimenta. Que todo cambie para que todo siga igual. Los ricos cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres. Una ciudadanía harta de no disponer de otro horizonte que el de la extrema necesesidad y la precariedad, dispuesta a optar por cualquier alternativa ante una neo-izquierda incapaz de dar soluciones reales a su pueblo, y un conglomerado de medios de comunicación dispuestos a dar soportea los nuevos liderazgosde la derechita punk que alumbró en este siglo siempre y cuando sirva para dinamitar cualquier posibilidad que pudiera suponer un cambioefectivo de las condiciones materiales de viday del statu quo imperante.
Este 65 aniversario de la revolución cubana resulta un trascendental ejemplo para las izquierdas del mundo, en cualquiera de sus generaciones, pero sobre todo, frente a cualquiera de sus degeneraciones. Las revolucionespopulares no son una empresa fácil, son duras, llenas de adversidades y con una oposición irreconciliable. El triunfo de la revolución cubanasupuso la libertad, la dignidad y la justicia verdadera para todos y todas desde la proclamación de sus primeras leyes. No se ganó la confianza de un pueblo con promesas, sino con hechos y realidades: obras de profundo y sostenido calado social, que en pocos años transformaron a un país pobre y atrasado en un referente mundial en educación, salud, deportes o cultura. Unarevoluciónque ha trascendido a todos en todos los órdenes, pero que a su vez nos incluye en lo individual y lo colectivo, y que como señalara Diaz-Canel,aunque algunos lo olviden en la intensidad de las carencias actuales, no ha perdido el entusiasmo revolucionario. Porque, parafraseando a Fidel Castro, una revolución que toma de verdad el poder no entiende ni de ladrones, ni de traidores, ni intervencionistas. La unidad es la principal arma estratégica para vencer los retos presentes y venideros. Queda mucho por decir, pero queda más aún por hacer.
Una revolución que toma de verdad el poder no entiende ni de ladrones, ni de traidores, ni intervencionistas. Los revolucionarios no rendimos, ni entregamos banderas.
Enlaces
Youtube: https://youtu.be/VfBVvYafIks
Spotify: https://acortar.link/9TASU0
Apple: https://apple.co/3HnwDms
Una colaboración en el espacio "Desde Cuba" de Radio Habana Internacional junto a Roberto Bastidas.
Un tábano llamado Penalva: Análisis crítico del presente y contra la guerra cognitiva
La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación.
