Saul Landau - Progreso Semanal.- Las palabras “Apoyen a Nuestras tropas” manchan los parachoques traseros de miles de autos. Sin embargo, el lema oculta una exigencia más perniciosa: “Apoyen a Nuestros Mercenarios”. Sí, en Iraq los mercenarios -eufemísticamente llamados “contratistas pagados”, son más que los soldados norteamericanos, 180 000 i por 160 000. Las compañías de seguridad privada emplean por un alto salario a ex soldados norteamericanos, ex secuestradores y torturadores de la policía secreta de Pinochet, miembros de escuadrones de la muerte de una variedad de países centro y sudamericanos, así como algunos matones sobrantes del apartheid sudafricano. Las compañías reciben miles de millones del dinero de los contribuyentes norteamericanos. Un típico soldado de EE.UU. que sirve en Iraq recibe unos $57 dólares al día. El salario estimado diario de un guardia de seguridad de Blackwater está entre $500 y $600. (Facing South, Un Informe de Noticias y de Política, 26 de septiembre de 2007.


Imaginen una escena en la sala de reuniones de Meablanco Security Inc., un típico contratista que hace negocios con el Pentágono, con sede en Carolina del Sur Arriba. El ejecutivo en jefe, un ex veterano de las Fuerzas Especiales que era amigo de Timothy McVey, y un firme seguidor de la causa confederada, se niega a utilizar la palabra “Norte”. Este descendiente del esclavista Coronel Beauregard Cuernogordo cuenta alegremente sus ganancias que provienen de suministrar “seguridad” en Irak. Luego comparte sus pensamientos con sus colegas ejecutivos: “La Guerra de Iraq”, dice, “se ha convertido en la cosa más hermosa que ha sucedido en este país desde el glorioso ataque al Fuerte Sumter.ii Nos ha despertado de la pereza de la paz y prosperidad que nos trajo la traicionera Administración Clinton.”

En 1997, un ex miembro de los SEALs (Fuerzas Especiales de la Marina estaudinense), que provenía de una familia adinerada, ideó cómo vender la violencia y aumentar su fortuna. En su página web Blackwater oculta tanto su avaricia como sus intenciones asesinas al referirse a “la comprensión de la necesidad de entrenamiento innovador y flexible, y soluciones operativas para apoyar la seguridad y la paz, la libertad y la democracia en cualquier parte”. Su Director General y fundador Eric Prince creía que “los sistemas militar y de cumplimiento de la ley requerirían una capacidad adicional para entrenar por completo a nuestros valientes hombres y mujeres con uniforme o sin él según las normas requeridas para mantener seguro a nuestro país.”

El sitio web anuncia “no solo una ‘compañía privada de seguridad’. Somos una firma de operaciones profesionales en los campos militar, de cumplimiento de la ley, seguridad, mantenimiento de la paz y estabilidad que brinda soluciones llave en mano. Ayudamos al desarrollo de políticas nacionales y globales de seguridad y planes militares de transformación. Podemos entrenar, equipar y desplegar a profesionales militares y de seguridad pública; construir campos de tiro bajo techo/al aire libre, instalaciones MOUT (Operaciones Militares en Terreno Urbano) y casas de tiro; crear operaciones en tierra y de aviación y paquetes de apoyo logístico; desarrolla y ejecutar soluciones caninas para patrullas y detección de explosivos; y podemos diseñar y construir instalaciones, tanto en el país como en entornos austeros en el extranjero”. Uno podría leer esto fácilmente como una apelación al Congreso para que desvíe todo el presupuesto militar del Pentágono hacia Blackwater. Es más, Prince ha donado $200 000 dólares al Partido Republicano. (Facing South.)

Coincidentemente, Blackwater ocupa el primer lugar entre los 140 contratistas de seguridad privada en Iraq. Y sus empleados han matado más iraquíes que sus rivales. (The New York Times, 27 de septiembre.) El valor estimado de sus contratos es de alrededor de $300 millones de dólares. ¿Por qué no? Blackwater se anuncia como “el medio más receptivo y económico para afectar el balance estratégico en apoyo a la seguridad y la paz y la libertad y la democracia en cualquier parte”. Es más, los mercenarios se han convertido en la “industria de más rápido crecimiento en la economía global”. The Independent cita a Peter Singer, un analista de seguridad de la Institución Brookings en Washington, quien calculó que los “contratistas de seguridad” ganan más de $120 mil millones al año. Tienen operaciones al menos en 50 países. “La tasa de crecimiento en la industria de seguridad ha sido fenomenal”, dice Deborah Avant, profesora de ciencias políticas de UCLA. El mayor empuje a este boom es el conflicto en Iraq”.
(http://news.independent.co.uk/world/middle_east/article2984818.ece)

The Los Angeles Times estimó el número de empleados en las firmas contratistas militares en Iraq en 182 000, unos 22 000 más que los 160 000 soldados norteamericanos allí. Veintiún mil son ciudadanos norteamericanos. A partir del 1 de julio, más de 1 000 de estos “contratistas” han muerto; casi 12 000 han sido heridos. (Reuters, 4 de Julio de 2007.)

El escrutinio de esta violencia privatizada sucedió debido a los asesinatos de 16 civiles iraquíes a manos de empleados de seguridad de Blackwater en Bagdad. Hasta el gobierno títere de Iraq respondió airado ante la muerte y heridas de lo que dicen son 28 civiles -incluyendo niños pequeños. Guardias de Blackwater fuertemente armados abrieron fuego desde carros blindados y luego llamaron a los helicópteros de Blackwater para que atacaran a los residentes con mayor poder de fuego desde el aire, Investigadores iraquíes aseguran que poseen una cinta de video que muestra que los guardias norteamericanos de Blackwater abrieron fuego contra los civiles sin provocación, aseguró un alto funcionario iraquí. (AP 22 de septiembre de 2007.)

El Primer Ministro Nouri al Maliki respondió a las protestas públicas exigiendo que Blackwater y su ejército privado de más de 1 000 hombres se marcharan. Declaró que el comportamiento de los matones de Blackwater era un “flagrante asalto” y un crimen que había indignado al pueblo iraquí. Luego proscribió a Blackwater en Iraq.

Sin embargo, menos de tres días después, los titiriteros de Malik en Washington le notificaron que no le permitirían expulsar a Blackwater, cuya ausencia dejaría “un vacío de seguridad” en Bagdad. “Si expulsamos a esta compañía, inmediatamente habrá un vacío de seguridad que exigirá que se saquen algunas tropas que trabajan en campaña para poder proteger a esos institutos”, informó obedientemente el vocero del gobierno iraquí Tahseen al-Sheikhly en una conferencia de prensa. (Reuters)

Sin embargo, para guardar la forma en el asunto de la “soberanía”, Washington aceptó “investigar acusaciones” de que matones de Blackwater habían disparado contra civiles iraquíes. Mientras tanto, los pesos pesados de Blackwater regresaron a sus tareas de “guardia”· protegiendo a funcionarios norteamericanos.

Los iraquíes han aprendido que las fuerzas privadas de EE.UU. actúan con impunidad. Ni uno solo de los aproximadamente 48 000 matones privados en Irak ha sido condenado por un crimen. Un edicto del 2004 por parte del procónsul Jerry Bremen sacó a estos “contratistas” de la jurisdicción judicial iraquí. Ni el gobierno iraquí ni el norteamericano llevan registros formales de cuántos iraquíes han muerto o sufrido heridas a manos de los pistoleros de Blackwater y sus colegas de la seguridad privada.

The Independent citó a un alto oficial militar norteamericano. “Estos tipos hacen lo que quieren en este país y cometen actos estúpidos. No hay autoridad sobre ellos, así que no se les puede caer encima con todo el peso cuando usan la fuerza. Disparan contra las personas”. (Independent 21 de septiembre de 2007.)

Los medios masivos restaron importancia al hecho de que los traductores de Abu Ghraib y al menos la mitad de los interrogadores provenían de este sector de la guerra privada. Ni tampoco reportaron lo suficiente de que los “contratistas pagan salarios mucho mayores de los que el Pentágono ofrece a las tropas norteamericanas, así que no debe sorprender a nadie encontrar “soldados contratados” entrenándose y haciendo juegos de guerra --antes de la invasión de Irak. Contratistas privados construyeron el Campo Doha en Kuwait, que Bush usó como base para lanzar la invasión de 2003.

Sin Blackwater y los otros 179 “contratistas privados” que “ayudan” a los militares norteamericanos brindando “apoyo logístico” y “servicios de seguridad”, el Presidente posiblemente hubiera tenido que enviar a 160 000 soldados más a Iraq. Eso significa que hubiera tenido que pedir que se implantara el servicio militar.

Pero no se preocupen. Los republicanos modernos que se disfrazan de conservadores están a favor de privatizar todo --hasta las actividades militares. Cuando Darth Vader fue Secretario de Defensa bajo Bush Padre, comenzó un acto de “eficiencia” para reducir tropas e incrementar el papel de los contratistas en las operaciones militares. Es más, (el Vicepresidente) Dick Cheney demostró una debilidad casi genética a favor del uso de empresas privadas en vez de públicas, especialmente para operaciones de grandes ganancias. Coincidentemente Halliburton, de la cual Cheney fue Director General, se convirtió en un gran receptor de contratos de ese tipo. Clinton continuó este enfoque racional y republicano de la guerra en la ex Yugoslavia. (Ver Blackwater: the Rise of the World's Most Powerful Mercenary Army [Blackwater: el ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo], de Jeremy Scahill.)

Los demócratas pudieran comenzar a usar también la imaginación, una mejor utilización de sus funciones corporales que retorcerse las manos, y denunciar la cualidad mercenaria de la guerra de Bush. Al presentar el sangriento historial de los mercenarios en Iraq y luego presentar las decenas de miles de millones que los contribuyentes pagan a estos asesinos, los demócratas pudieran exigir un verdadero recorte en el presupuesto militar. Solo hay que quitar lo gastado en los “contratistas”. Oigan, incluso podrían seguir asegurando que apoyan a las tropas y acusar a los republicanos de apoyar a los mercenarios.

Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política.
i Estos contratistas hacen más que ofrecer seguridad armada para personal norteamericano. Realizan tareas que anteriormente desempeñaba personal militar. (Nota del Autor.)
ii Un fuerte en el sudeste de Carolina del Sur, en el Puerto de Charleston. Su bombardeo por los confederados dio inicio a la Guerra Civil el 12 de abril de 1861. (Nota del Traductor.) 

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