Annie Arroyo - Presidenta de Kubako Etxea (Comité France-Cuba en Euskal Herria y Bajo Adur).- Si se pudiera hojear el efemérides de la Historia, la con una H mayúscula, encontraríamos a la fecha del 2 de enero de 1959 la foto de tres hombres, jóvenes y barbudos, que ríen, rodeados por una inmensa muchedumbre.

El de la izquierda, con una boina marcada de una estrella, y el de la derecha, que lleva un sombrero de ala ancha, están mirando a su compañero que se encuentra entre ellos y que está alzando a una niña en sus brazos. La pequeña ríe también, seguramente impresionada por el tamaño de ese gran tío de la gorra de guerrillero.


En este instante, Che, Fidel y Camilo comparten la misma felicidad, la de estar en fin en La Habana liberada de la dictadura. Olvidadas las dificultades, las heridas de los combates, las lágrimas derramadas. Es este instante único y fugaz que el fotógrafo ha captado para la eternidad. Es la cumbre de la ola irresistible que llegada de la Sierra Maestra barrió el poder de Batista que tuvo que refugiarse en Santo Domingo, y que en este momento preciso, estaría llorando lágrimas de sangre preguntándose por qué los que durante tanto tiempo le habían apoyado, los Estados Unidos, ¡hoy le abandonaban y le negaban, suprema traición, el asilo político en Miami!

Es el fugaz instante cuando la ola llega a un frágil punto de equilibrio que parece eterno. Detrás de ella, toda la fuerza moral, toda la tenaz voluntad de un pueblo y de un hombre, Fidel Castro, heredero de Hatuey, de Manuel de Cespedes, de José Martí, y esa voluntad de justicia y de libertad nacida de la dignidad tanto tiempo escarnecida del pueblo cubano. Delante de ella, un largo camino que recorrer para que esta Revolución que está dando a luz crezca y llegue a ser un faro de esperanza para quienes luchan para ser hombres libres de su destino, unidos por la fraternidad del combate y de los ideales compartidos.

Dentro de un instante, la ola se desplomará y llevará consigo todas las huellas de lo que durante tan largo tiempo hizo de la gran isla del Caribe la esclava de España antes de hacer de ella el lacayo de América.

Mañana, Camilo volará hacia el horizonte y no volverá. Mañana, Ernesto escogerá de ir a morir por la libertad en Bolivia. Mañana, Fidel, Raúl y los otros emprenderán el trabajo. Un trabajo inmenso para construir a un hombre nuevo en un país nuevo. Una obra revolucionaria que, cincuenta años más tarde, se sigue haciendo a pesar de los esfuerzos desesperados del Occidente, y que, bien lo sabemos, se seguirá haciendo durante mucho tiempo.

Pero en este instante cuando se sacó la foto, sólo cuenta la felicidad del momento presente, el de la Victoria. Sólo cuentan el clamor de la muchedumbre y la risa de esa niña que Fidel está alzando en sus brazos.

En este aniversario, con todos los compañeros de Kubako Etxea, le presentamos a la Revolución cubana nuestro saludo cariñoso, nuestras felicidades y nuestros deseos de longevidad y prosperidad.
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