Raymundo Gómez Navia - enviado especial de la AIN.- El doctor Carlos Alberto García, coordinador de la cooperación médica cubana en Haití, informó hoy que el personal cubano de la salud labora sin cesar en varios centros hospitalarios en esta capital, luego de la crítica situación creada por el sismo.

Los galenos, enfermeras y demás trabajadores de la salud, con el apoyo de los colaboradores de la pesca y otras ramas trabajan día y noche, y los equipos de cirugía laboran más de 18 horas, en una situación muy compleja para atender al pueblo haitiano. 
Un grupo importante despliega su actividad en los departamentos cercanos (Aquin, Okay y otros), pues la demanda sobrepasa los servicios que hasta ahora se brindan.
 
Desde las siete de la mañana de este miércoles se logró abrir el Hospital Universitario en Delmas 33, uno de los dos hospitales más importantes de esta ciudad y que el día anterior estaba prácticamente colapsado, sin médicos y recursos para funcionar.

Los hospitales conocidos como Rennaissance y Ofatma son otros dos centros donde se encuentran los especialistas cubanos, todos con la aglomeración de centenares de casos pendientes de cura y operaciones.

La heroicidad conque labora el personal cubano es impresionante, como también lo son los trágicos testimonios de cuanto ocurre en las calles de esta capital, como el de un niño que llegó al hospital universitario rescatado por las brigadas de salvamento después de permanecer tres días bajo los escombros.

El menor, nombrado Nixon y a quien los especialistas cubanos brindan toda su atención para mantenerlo con vida, sobrevivió al derrumbe de su vivienda gracias a la acción protectora de su padre, quien se tendió encima de él y amainó con su cuerpo el impacto de la mole de bloques y cemento, hasta morir.

También se informó que se han incorporado médicos haitianos, y otros de la cooperación española y chilena, quienes han solicitado trabajar junto con los cubanos, mientras que algunos aseguramientos se han recepcionado y se espera un segundo envío procedente de Cuba.

La situación en la capital haitiana es sumamente crítica, y al tétrico panorama de los derrumbes se suman los centenares de cadáveres que permanecen insepultos en las calles o bajo los escombros, lo cual -según el doctor García- puede complicar la situación epidemiológica.

Haití: crónica de la tragedia

Raymundo Gómez Navia - AIN.- El doctor Gonzalo Estévez Torres, epidemiólogo y segundo responsable de la brigada médica cubana, bien sabe de la tragedia que vive Haití tras el sismo.

En medio de la anormalidad habitual de este sufrido pueblo, unas horas antes parecía como si los primeros días del nuevo año profetizaran tal vez mejores tiempos.

"A las seis de la tarde del martes funesto ya estaban repletos de heridos estos portales", dice el galeno cubano.

"Entonces - recuerda afligido- sólo contábamos con dos o tres médicos y un clínico, y empezaron a trabajar sin desmayo: llegó Elíades, después otro médico, y luego otro más… y así, poco a poco, aumentó el personal cubano y ya sobre las ocho de la noche habíamos montado el punto de recepción en dos tiendas de campaña.

"Trabajamos en condiciones extremadamente difíciles. Fíjate en que este lugar no es un hospital ni una instalación médica, sino alojamientos y locales de la misión médica cubana, ubicada a escasos metros del derruido Palacio de Gobierno.

"Por supuesto, comenzaron a llegar heridos de todo tipo, muchos con fracturas completas, incluso con el fémur afuera, para los que no contábamos todavía con una solución viable.

"Terminamos de montar la tercera tienda de campaña alrededor de las cinco de la mañana del miércoles; así fue como pudimos instalar un salón de operaciones emergente en una de ellas, y a esa altura atender a más de 400 personas".

Resulta difícil sobreponerse ante tan dantesco panorama; aun así el doctor Estévez Torres explica cómo tras el sismo, siguió justo el momento conocido como Síndrome de la inactividad o de la desorientación, en que las personas son incapaces de hacer algo por ellas mismas o por los demás, aunque siempre hay sus excepciones.

"Después, añade, viene una fase de autoprotección, en que los individuos buscan atenderse ellos mismos, mejorar su status y resolver sus problemas. Luego, es que el ser humano alcanza cierta capacidad de ayudar a los demás, que es en definitiva lo necesario, lo que provocará el cambio.

"Hasta tanto la población no se percate que debe empezar, por ejemplo, a quitar escombros u ordenar el medio donde está viviendo –agrega- no habrá rebasado las consecuencias del terremoto.

"Para este pueblo, carente de recursos y con una pobreza extrema, ese período podría ser largo. Pero se debe tener en cuenta que, en la medida en que esa etapa se alargue, pueden desencadenarse otros acontecimientos: por ejemplo, un siniestro en alguna otra nación, en que la atención de ayuda humanitaria podría centrarse en ese último lugar, como hemos visto en otras ocasiones.

"Entonces, puede ser fatal para el pueblo haitiano un período demasiado largo de falta de reacción.

"Ese, afirma Estévez, es uno de los aspectos que nos proponemos trabajar con mayor énfasis entre los alumnos haitianos de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), quienes seguramente atenderán los numerosos puntos de concentración poblacional y, por tanto, deberán persuadir a los pacientes de cómo enfrentar el problema, por demás difícil en extremo, que tienen por delante".

Esta panorámica que explica el galeno cubano, fácil de describir teóricamente pero difícil de asumir en medio de las tensiones, es cuanto se refleja, en gran medida, cuando se recorren las calles y ruinas aún en pie de Puerto Príncipe.

Esta ciudad, arruinada ahora por la fuerza telúrica, es la que antaño desandaron los rebeldes que sublevaron al país para hacer la revolución, u hombres de la sensibilidad de Alejo Carpentier, capaz de concebir en ese escenario novelas imperecederas como El reino de este mundo.

Miembros de un equipo europeo de rescate, realizaban sus operaciones de búsqueda en una edificación derruida. Operadores de sonido rastreaban con sus equipos el lugar donde un perro marcaba la presencia humana debajo de los escombros. En la acera de enfrente medio centenar de personas miraban, aturdidas aún, la escena. Nadie ayuda, nadie aporta, son como "zombis" a lo que se les pide esclarecer la búsqueda.

Es fácil desde afuera de la trama: si todos se ponen a quitar un pedazo de bloque, cabillas y escombros, el rescate será más rápido.

Sin embargo, parece la tarea más difícil, acaso larga, de este mundo. Pero al final aflorará aquella sentencia de Ti Noel en el Reino de este mundo: el hombre es imponerse tareas, es mejorar lo que es.
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