Carlos Miguel Molina Soto - Cubainformación.- Para hablar de la realidad cubana, hay que conocer la historia de lucha de su pueblo, primero contra el colonialismo español y después contra el imperialismo norteamericano. Más de 140 años de pendencia han sido cubiertos por generaciones de cubanos, que movidos por valores morales y éticos han emprendido una justa contienda por sus derechos, partiendo del principio de ser libres y soberanos y no permitir la injerencia de otros estados en sus asuntos internos.

Esta línea de pensamiento me ha permitido conocer el por qué de las absurdas y controvertidas actuaciones de muchos políticos y algunos gobiernos en contra de Cuba. También de algunas personas movidas por el afán de lucro, beneficios personales o simplemente por su ignorancia, que les deja como único recurso, la desinformación mediática que perdura en los grandes medios de comunicación.

No acostumbro a simplificar mis argumentos en contra de personas individuales, me satisface objetar en nombre de la verdad, la ética, los valores humanos y la justicia social, que como principio, lo he aprendido de la Revolución Cubana.

Recientemente he leído un artículo que constituye una injuria en contra de mi persona, el programa cubano de alfabetización “Yo, sí puedo” y el gobierno de mi país. Poco me interesa lo primero, pero lo demás si vale la pena impugnarlo.

Cita textual del artículo:

“…“Yo si puedo” hacer y decir lo que quiera porque, aunque le vuelva a sonar repetitivo o demasiado cacareado, vivo en un país libre y democrático…”

Ya en un artículo anterior titulado: “El “Yo, sí puedo” cubano y el “Yes, we can” de Obama, un antagonismo evidente”iii, expliqué el significado del nombre del programa cubano de alfabetización y su distante diferencia con el lema de la campaña presidencial de Obama, pues los mismos argumentos sirven para demostrar que el “Yo, sí puedo” del programa cubano de alfabetización nada tiene que ver con la cacareada “libertad de expresión” de los grandes medios, todo lo contrario, tiene mucho que ver con los que no pueden practicar esa supuesta libertad, porque esta misma sociedad en que viven, les negó el derecho de aprender a leer y a escribir.

Otra cita textual del artículo a párrafo completo es la siguiente:

“Lo siento caballero si le he molestado, pero como bien digo al principio, no hay peor ciego que el que no quiere ver, y tanto allí, usted sabe bien donde, como aquí cuando murió el viejo dictador; allí también morirá algún día. Mucho de ustedes lo lloraran y pasaran los años y algunos dirán que se vivía mejor; sobre todo aquellos que no ven más allá de la realidad que tienen delante y encima acusan a los demás de no ver la suya a pesar de vivir, comer y compartir la libertad de este tan “cacareado” país libre y democrático”.

La primera penuria a la luz de la vista en esta cita, es intentar argumentar la realidad cubana con un refrán popular. A pesar de que lo popular encierra sabiduría, una acusación de tal magnitud, aunque haga gala a la llamada “libertad de expresión”, admite argumentos seriamente fundados sobre la base de un sólido conocimiento acerca del tema objeto de análisis, como lo hiciera cualquier profesional responsable. El uso de un refrán para tales fines, representa una mediocridad periodística.

Claro que sé de qué lugar está hablando y la intención de sus mensajes reticentes. Fidel Castro ha sobrevivido a más de 600 atentados que le planificó, organizó y financió la Agencia Central de Inteligencia, con el consentimiento de los sucesivos gobiernos de los EEUU y de la mafia cubano-americana radicada en Miami. Hasta ahora, para regocijo de los cubanos y fastidio de sus adversarios, Fidel está y estará vivo por siempre, pues aunque desaparezca físicamente, sus ideales no morirán jamás, perdurarán por mucho tiempo en la historia de la verdad y la justicia social.

Sugiero que me perdonen los lectores, todo lo tenía claro hasta aquí, solo me faltaba el supuesto vínculo de Fidel Castro con el viejo dictador español, pues a primera impresión, cualquier ser racional desaprobaría tal vínculo.

Finalmente, acudiendo a mi formación matemática y al razonamiento lógico, no me di por vencido e indagué sobre una supuesta similitud, vínculo o algún punto de contacto entre Fidel Castro y el viejo dictador Franco. Mi afán, para no tildar de irracional, encontró una solución, hay un punto de contacto entre ambos gobernantes. Franco en su arrogancia de ejercer el poder político por encima de la ley, como dictador al fin, le negó, dentro de muchas otras cosas, el derecho de aprender a leer y a escribir a casi la totalidad de los españoles y Fidel Castro, en su convicción revolucionaria de que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones son mucho más eficaces al servicio de la educación, tuvo la iniciativa de crear el programa de alfabetización “Yo, sí puedo”, que puso a disposición del mundo y ha alfabetizado a millones de personas, dentro de ellas, un número considerable de a las que Franco les negó la oportunidad de estudiar.

Por último, no lloraré a Fidel Castro porque no morirá, vive y vivirá por siempre entre los cubanos y la gente de bien. En este país vivo, como y comparto las libertades que me brindan los míos, la gente que me acogió, no el gobierno, ni el sistema y puedo decir eso gracias a que veo más allá de la realidad. La única y real satisfacción que me ata a este contexto, además de los que me acogieron, es enseñar a leer y a escribir a los que le negaron la posibilidad. Nunca me arrepentiré de ayudar a los más desfavorecidos, a pesar de que existan personas que me aborden porque no puedan ver más allá de su realidad.