Juan Carlos Dupuy Núñez, primer jefe del contingente médico Henry Reeve. Foto: José Llamos Camejo.


Caracas, Venezuela.-El 23 de mayo de 1963, el hombre que ahora adereza el anochecer caraqueño con sus pasajes de médico, no figuraba ni en la galáctica imaginación de Fidel; vino al mundo cuatro años después que el barbudo hombre-árbol –de 37 años entonces– plantara en un desierto argelino la primera semilla internacionalista de la Medicina cubana, hoy por millones reverenciada.

Allá donde la tormenta colonialista de siglos –más devastadora que las de arena– legó miseria y enfermedades, el renacer parecía un imposible, hasta que llegó desde Cuba la primera misión médica. «Hoy podemos enviar solo 50, pero dentro de ocho o diez años, quién sabe cuántos», profetizó el Comandante en Jefe.

Menos árido fue el desierto africano desde la alborada solidaria que inflamó Fidel, hasta convertirla en virtud endémica en este archipiélago de sanadoras manos tendidas al mundo. Juan Carlos Dupuy Núñez, el nacido cuatro años después del fundacional suceso, se hizo médico un día. Y, como cientos de miles durante casi seis décadas, en ese instinto de ayudar a sus semejantes ha debido enfrentar peligros en África, Perú, Pakistán, Venezuela… como quien arriesga su vida por darle sentido a la de millones.

PERÚ, LUEGO PAKISTÁN

Primer jefe del contingente médico Henry Reeve, idea de Fidel en 2005, para atender a las víctimas del huracán Katrina, Dupuy Núñez recuerda que el Gobierno estadounidense rehusó aceptar el ofrecimiento. Pero, «los problemas medioambientales seguirán ocasionando desastres –alertó el guerrillero–, los afectados van a necesitar de ustedes».

«Semanas después –refiere el entrevistado– partimos hacia Perú, en auxilio de las víctimas de un fenómeno hidrometeorológico. Luego, a Paquistán, con las víctimas del terremoto, conducidos por Fidel desde Cuba –«llamaba todos los días», dice– y dirigidos por el hoy canciller, Bruno Rodríguez, «desplegamos 44 posiciones médicas de campaña, entre ellas 32 hospitales generales integrales; atendimos a más de 1 800 000 pacientes. Fue nuestro bautismo profesional.

«Me estremeció la solicitud de ir a enfrentar el ébola, como jefe de la brigada médica en Liberia –admite–, enfermedad que mata a nueve de cada diez contagiados. Nosotros logramos reducir a la mitad esa letalidad; sentí temor en algún momento, es de humanos, pero lo superé; vencimos, cumplimos».

LAS 149 PREGUNTAS DE FIDEL

Fuera de Cuba, fue Eritrea su primera cruzada. Allá fundó el Programa Integral de Salud, y un aula de Medicina. Un día de junio de 2002, lo convocó Fidel a una reunión. «Háblame de Eritrea», le solicitó. «Fue colonia de Italia» –empezó a contestar el galeno–.

–De su historia no, la conozco –interrumpió el barbudo–, dime de su clima, por ejemplo.

Dupuy habló de las precipitaciones. Pero –volvió a interrumpir Fidel–, «tengo entendido que le llueve muy poco; eso para los médicos es importante; la lluvia condiciona los suelos, la agricultura, la ganadería, y en consecuencia la disponibilidad de alimentos; lo que a su vez incide en la salud de la población. Hay que partir de esos elementos, para atender bien la salud de la gente.

«Por la transcripción en Cubadebate, supe que esa noche Fidel me hizo 149 preguntas», cuenta Dupuy. «De los países en los que tenemos misión de Salud –dijo el Comandante–, Eritrea es el que menos conozco; es muy pobre; hay que seguir ayudándolo».

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