La pupila asombrada.- Su relación con Fidel, y otros hechos decisivos en la historia de contemporánea de América Latina.


Diez años sin Chávez

Yaima Cabezas / CubaSí

¡Cómo pasa el tiempo que de pronto son años! Este domingo (5 de marzo) hace una década que murió el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías. Recuerdo ese día con tanta claridad y nostalgia. Estaba trabajando en la redacción de la tarde de la emisora Radio Rebelde, quedaba poco tiempo para terminar la revista cultural Así. De pronto, una transmisión en cadena nacional de radio y televisión, desde Venezuela, se hizo eco en el mundo, se repitió en cada una de las televisoras, la noticia acaparó todas las portadas de los medios de comunicación, afines y no. Paralizó las rutinas.

Por breves instantes nos quedamos estremecidos, ensimismados. Sin un minuto para procesar el hecho, aquel local se convirtió en un hervidero de gente. Hubo que modificar la programación y sobre la marcha, de inmediato, hacer una emisión especial temática de varias horas, en honor al mejor amigo de Cuba.

En la calle no se hablaba de otro asunto. Sabíamos que no estaba bien de salud. Lo vimos cambiar físicamente de manera acelerada y despedirse en cámara ante el mundo tres meses antes. Pero siempre mantuvimos la esperanza de que encontraría remedio.

Por aquella fecha de 2013 intuíamos que algo no andaba bien porque de repente el vacío de información nos decía a gritos que su estado se podía complicar en cualquier momento. Y así sucedió. Tenía tan solo 58 años, tanto por hacer, y solo el cáncer pudo contra Chávez. Unos 20 meses antes fue diagnosticado, y en un santiamén la enfermedad nos arrebató a un líder innato, carismático, con inmensa sensibilidad social. Lo recuerdo espontáneo, polémico, irreverente, temperamental, lo mismo cantaba en cadena nacional, que jugaba beisbol. Fue una de las figuras más trascendentales de la historia contemporánea en América Latina.

El anuncio de su muerte fue breve, apenas unos minutos. Lo hizo el entonces vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Nicolás Maduro Moros. Acompañado de su gabinete se mostró en evidente estado de turbación: con voz rajada y lágrimas en los ojos. Fue un mensaje escueto, comunicó la terrible noticia y llamó a la calma, a la paz del pueblo venezolano, pidió respeto, y agradeció a la memoria de Chávez por la luz que dejó en el camino.

Por otro lado, aquí en Cuba recuerdo a un Fidel sumamente entristecido presentando en la Televisión Cubana la canción de Raúl Torres, El regreso del amigo. Se notaba apesadumbrado, era visible su dolor de padre que pierde un hijo, un suceso que nunca debería ocurrir.

La conmoción la superamos, pero el mundo no volvió a ser igual. Con su muerte se fracturaron los procesos de izquierda en Latinoamérica, que con la guía de Fidel y Chávez vivió buenos años a inicios del siglo gracias a la alianza que ambos crearon y que sirvió de faro y guía para impulsar otras causas progresistas en la región.

Posterior a su muerte se acrecentó aún más la guerra mediática contra todo modelo con matiz socialista, lo que oliera a izquierda se encontraba en el punto de mira. Subieron de tono las agresiones en contra de la integridad de Chávez, con el objetivo de lacerar su prestigio y legado, y, finalmente de alterar el equilibrio conseguido los años precedentes.

Los primeros tiempos fueron convulsos. Una Venezuela polarizada quedó sumida en una profunda crisis social, política y económica. La presión foránea se sentía muchísimo, y las calles se convirtieron en verdaderos campos de batalla donde se enfrentaban los bandos tanto allí, en las barricadas, como en el parlamento, en las redes, en los medios.

Sin embargo, la Revolución Bolivariana se compuso, siempre con las políticas del Comandante Eterno. Su pensamiento continúa siendo la esencia de la actual administración de Venezuela, su motor impulsor, su ejemplo a seguir. Como artífice dejó la herencia de gobernar para los humildes, de crear mecanismos de atención popular para que todos tengan los mismos derechos, oportunidades y acceso a los servicios fundamentales.

El proyecto bolivariano creado por Chávez es un grito de libertad a favor de los oprimidos, de la soberanía, y en contra de la injerencia imperialista. Con Maduro al frente, se esfuerza en mantener lo que él fundó, y lo que hoy se levanta como estandarte en Venezuela gracias a su carácter y justicia social, al rescate de la identidad nacional y sus conquistas. Esa también es una manera de no morir, y, quizás, en ello se basan los chavistas cuando dicen «Chávez vive, la lucha sigue». No es que nieguen su muerte, es que, para ellos, mientras exista la obra de Chávez, tendrán un motivo para avanzar.

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