Enrique Atiénzar Rivero - Blogueros y Corresponsales de la Revolución.- Gloria Estefan durante el discurso en el coctel de bienvenida al presidente Barack Obama, pronunciado en Miami Beach, manifestó que Cuba, país donde nació, es un lugar en el que a esperanza y la libertad solo viven en la historia y no en el presente.

No hay que ser avezado en interpretación lingüística ni analista de altos quilates en política para comprender que la afamada artista lo que buscó, con ese grado de sumisión, fue congraciarse con Obama y sentar precedentes de que tanto ella como Emilio son defensores a ultranza de la libertad y la democracia en Cuba.

No puede entenderse como absurda la pregunta: ¿De qué esperanza y libertad habla la Estefan? La indagación aflora como anillo al dedo porque en 1957, año en que vino al mundo en Cuba no había libertad ni democracia. Existía una dictadura, la de Fulgencio Batista que reprimió y asesinó a miles de jóvenes, cuyas madres lloraban desconsoladamente.

A los dieciséis meses de nacida Gloria Estefan fue llevada por su padre a vivir a Estados Unidos. ¿Qué percepción puede tener realmente de este país para vociferar palabras huecas, creíbles solamente por quienes, al igual que ella, viven en un mundo enajenado de fantasía, consumismo, ignorancia y con un velo en los ojos que empaña las pupilas para no ver más allá de sus narices.

La cultura de la incultura y del desconocimiento no permiten a los Estefan a aprender que era Cuba antes de 1959 y que es hoy con sus limitaciones económicas, un férreo bloqueo financiero, económico y comercial de Estados Unidos y sometida a una colosal campaña mediática que convierten a delincuentes comunes en “personalidades” políticas.

En 1958, en la época que el padre de Gloria Estefan era guarda espalda de la esposa de Fulgencio Batista, en Cuba se dedicaban 214 millones de pesos para gastos de salud pública, educación y seguridad social, mientras hoy supera los 18 mil 823 millones 600 mil pesos, según cifras computadas hasta el 2008.

Los servicios de salud son gratuitos al igual que la educación. En el primero sobresale que la tasa de mortalidad infantil de niños menores de un año fue de 60 por cada mil nacidos vivos que fallecían en 1958, mientras actualmente es inferior a cinco, es decir, doce veces menos.

Los niños en Cuba no sienten temor en ir a las escuelas. Los condiscípulos no portan armas mortíferas como ocurre en planteles norteamericanos, donde hechos de esta naturaleza han privado de la vida a cientos de infantes.

Los cubanos quieren seguir –como hasta hoy— libres y soberanos, vivir sin intromisión extranjera, con la frente bien en alto de que aquí no se tortura ni se asesina. Más del 80% de las familias son propietarias de sus viviendas y la esperanza de vida al nacer es de más de 77 años.

En cambio, el promedio mundial es de 66 años, el de Cuba significa un entero más que la de los países desarrollados, trece en relación con las que están en desarrollo, seis con respecto a América Latina y tres con los registros de El Caribe.

La mujer hoy en Cuba no es un objeto decorativo, tiene su empleo asegurado con igualdad similar a los hombres y desempeña un papel activo en la sociedad y en los órganos de Gobierno y con una alta representatividad en los comicios parciales del próximo 25 de abril.

Es indudable que la Cuba que quiere Gloria Estefan es la Cuba de individualismo y egoísmo extremo, la anexada a los intereses a Estados Unidos, la de las desigualdades, del desempleo, de niños plagados de parásitos, desalojados de sus hogares y sus padres sometidos al plan de machete por desobedecer a los politiqueros en las campañas electorera.