Entrevista a Rosa Miriam Elizalde, periodista cubana y editora de Cubadebate

Cubainformacion.- En la gira de trabajo por Cuba que el equipo de Cubainformación TV llevó a cabo en los meses de abril y mayo, entrevistamos en La Habana a la editora del medio virtual Cubadebate. Rosa Miriam Elizalde nos habló sobre Cubadebate, sobre las nuevas estrategias de la izquierda en el panorama virtual y de las redes sociales, y sobre el terrorismo mediático.

Texto publicado en el nº 14 de Cubainformación papel - Verano de 2010

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- ¿Cómo surge el proyecto de Cubadebate?

- Surge el 5 de agosto de 2003, y fue de alguna manera un concilio de periodistas que decidimos armar una web de manera voluntaria, para tratar de ir dando información sobre la realidad cubana que se ignora o se silencia. Hemos estado trabajando un pequeño grupo técnico, y un colectivo de periodistas cubanos e internacionales bastante amplio, que aportan información, análisis y debates en torno a diferentes temas. Recientemente, en junio de 2009, hicimos una renovación del sitio trabajando de manera más intencional las redes sociales. Es la segunda época de Cubadebate, con un mayor impacto, con mayor influencia, a partir de llegar a otras audiencias que generalmente no teníamos en cuenta: las que están en Facebook, en Twitter y en otras redes sociales.

- ¿Hay que adaptarse a los nuevos tiempos virtuales, no?

- Sí, y tratar a estas audiencias con menos soberbia. Generalmente, desde la izquierda, tenemos una incapacidad patética para comunicarnos. Ignoramos a otras personas que no necesariamente piensan como nosotros, y sobre todo que tienen otras edades. Y es parte de la intencionalidad de Cubadebate tener en cuenta a esas otras audiencias que están ahí, que muchas veces no se incorporan, que se subestiman, o que se enajenan de la realidad cubana sencillamente porque no llegamos hasta ellos. Debemos usar el puente de comunicación que son estas redes sociales.

- Recordando el lema vuestro de “Contra el terrorismo mediático”, no deja de ser paradójico que un grupo de periodistas tenga que denunciar lo que hacen sus supuestos “colegas” de profesión.

- Así es, pero el terrorismo mediático Cuba lo ha sufrido no solo ahora, sino desde hace cincuenta años. Es con lo que bregamos cotidianamente, pero no sólo nosotros: el terrorismo mediático se ha estado aplicando prácticamente contra todos los países que Estados Unidos ha incorporado a sus “agujeros negros” como lista de enemigos. Esto, de una manera u otra, nos hermana en esta situación de exclusión de los grandes circuitos mediáticos y de satanización de nuestros proyectos sociales.

- Muchas veces es muy complicado dar la vuelta a la manipulación informativa cuando ya el mal está hecho, ¿verdad?

- Sí, pero tenemos la verdad. Lo que tenemos es que aprender a ser lo suficientemente ágiles para hacer llegar esa verdad, esos puntos de vista, porque al final ellos nos imponen la agenda. Determinados valores para la gente común, para la gente decente, se impondrán. Y eso es lo que ellos no quieren, y es lo que están tratando de excluir. Lo hemos visto en la experiencia española, es realmente patética la manera tan aberrante con que se asume la información sobre Cuba, como si nosotros fuéramos de otra galaxia.

Es parte de la discusión en la que estamos también y en la que tratamos de poner nuestro granito de arena con la ayuda de mucha gente ,y sobre todo de medios alternativos que, por sí solos, separados, no son nada, pero cuando se empiezan a articular pueden ser grandes corrientes que pueden cambiar esos flujos de información que tratan de aniquilarnos por todas las vías. Estos procesos de satanización, de exclusión, sirven a veces para preparar el terreno a acciones mucho más agresivas, como pasó en Irak.

- Con las nuevas tecnologías, y esa comunicación más horizontal a través de Internet, tenemos nuevas posibilidades que tal vez antes no existían. En este sentido, no es casualidad que Cubadebate surja como un medio virtual.

- No, entre otras cosas porque los medios tradicionales son muy caros y el medio de Internet es mucho más barato y ofrece mejores posibilidades. Horizontaliza los espacios, en el sentido de que nosotros estamos en el mismo lugar que el New York Times o el Washington Post para un usuario convencional.

Estamos haciendo un fuerte trabajo con las redes sociales. Se dice que Facebook es el cuarto país del mundo, ya que tiene 500 millones de usuarios. Por lo tanto tenemos que estar ahí. Antes la técnica era subirse al “cajón de bacalao” y gritarle a una multitud. Ahora es de otra manera, pero viene siendo lo mismo: tienes que ir a donde están los grandes circuitos de gente y tratar de decir tus cosas. Esa es una de las cosas más importantes que estamos tratando de entender. Posicionarnos allí. Es algo hacia lo que tiene que ir la izquierda. Tratar con menos desprecio estos ámbitos y tratar de ir creando canales y puentes de comunicación para que lleguen nuestros puntos de vista y nuestros valores.

Lo que está pasando con Internet y, en general, con las redes sociales, es un asunto de hegemonía: ver quién impone las reglas del juego. Si nosotros nos excluimos es muy difícil que en un futuro las reglas del juego pasen por nuestros valores, por nuestras sensibilidades.

Está la gente muy fragmentada y a veces muy enajenada, muy confundida en torno a todo lo que está pasando. Pero hay grandes esperanzas. Observa lo que está pasando en Venezuela, donde tienes al 70% de la población con infocentros  en la esquina de su casa, y lo que está pasando en Twitter. Ahora el Twitter de Venezuela es chavista.

Es impresionante lo que estamos viendo. Las redes sociales, cuando empieza la gente a expresarse, a tener acceso a estos espacios, necesariamente tienen que democratizarse. Y yo creo que es también parte de una decisión y de una voluntad que hay en Cuba, en otro contexto, con una infraestructura limitada por el bloqueo, en las circunstancias más difíciles, pero con una población altamente preparada para asumir esos desafíos. Todo esto debe ir cambiando de alguna manera las reglas del juego.

Es a lo que temen verdaderamente los norteamericanos. Cuando uno empieza a mirar toda la estrategia del “cibercomando”, el discurso reciente de Hillary Clinton sobre la Internet, su gran preocupación... Tienen muy claros los diseños de la “ciberguerra”. El problema que tienen que apuntalar es el problema hegemónico, o sea, cómo controlar esos espacios donde ya está todo el mundo, los decidores de opinión, los políticos y la ciudadanía común. Ahí es donde creo que se va a dar la gran batalla y por tanto es ahí donde tenemos que estar y donde tiene que estar la izquierda.

La izquierda no como esas élites donde el concepto libertario es muy frívolo, sino la izquierda de verdad, la izquierda que está utilizando esas redes pero que tiene una articulación social detrás, unas redes sociales reales, no virtuales, que la acompañan y que tienen que ver con las realidades, con los problemas, con la vida de la gente, de los sectores más marginados.

Hay que tratar de hacer converger a esas organizaciones, a esos movimientos sociales, con la apropiación de esas tecnologías para poder producir un cambio; y ese cambio no se va a producir desconociendo esos espacios. La única manera de crear una alternativa usando estos espacios que ya son de alguna manera la columna vertebral de la sociedad contemporánea, es estando ahí.

- Un espacio que, como tú bien has dicho, es reflejo de lo que ocurre en el mundo real, donde existe la brecha mediática y digital: muchísimas personas todavía no tienen acceso a ningún tipo de tecnología, y en las sociedades que sí lo tienen se está dando esa apropiación del poder virtual por parte de las grandes corporaciones mediáticas. ¿Crees que será tan complicada esta batalla como la del mundo real?

- Creo que no. Lo que está pasando es que al mercado le importa muchísimo extender las redes sociales. El crecimiento, la extensión de las redes como Internet en África se está produciendo a un 800% anual. Ellos están construyendo computadoras para analfabetos, que nada más tengan que apretar una tecla. Está pasando con estas redes lo mismo que pasó con la televisión, que llevó a tener cautivos a esos consumidores. Lo que pasa es que esta es una herramienta replicante, donde la persona a la que le llega también puede dar su opinión. Y uno de los grandes retos que tiene la izquierda es entender este fenómeno tan complejo.

Los que vivieron la Revolución Industrial nunca se enteraron de que vivían la Revolución Industrial. Nosotros sí sabemos esto. Este es un espacio importantísimo porque, además, no sólo tienes ahí las audiencias, la gente a la que tú quieres llegar, sino que todavía los costos no son demasiado altos. Por eso es tan importante entender estratégicamente este fenómeno. Y sobre todo para la izquierda, sobre todo para la gente marginada de las grandes transnacionales de la información.

En todas las encuestas, el principal espacio de información cada vez que hay un momento de estrés noticioso es la Internet. Ha desplazado a la televisión, ha desplazado a la radio. Por lo tanto, tenemos que empezar a construir nuestros diseños desde la izquierda, desde lo revolucionario, para no sólo ejercer una influencia, sino para cambiar estos espacios que están también en manos de las transnacionales y del poder hegemónico.

- ¿Qué otros espacios en Internet, además de Cubadebate, existen en Cuba?

- Hay muchísimos. Casi todos los medios en soporte de radio y televisión tienen su expresión en Internet. El Twitter cubano también ha estado de alguna manera dinamizándose en los últimos tiempos. Te podría hablar de «Cubasi», «Cubahora», «La Jiribilla»... Y hasta tenemos una página en el exterior que se llama Cubainformación, que es excelente y hace casi un imposible para nosotros –por el propio problema tecnológico que impone el bloqueo de EEUU–, que es poner en imágenes nuestra realidad.

Pero hay una gran gama de espacios, está «Granma», está «Juventud Rebelde»... Lo que padecemos nosotros es la desgracia de que nuestro acceso a la Internet es satelital, es muy limitado por el bloqueo. Se vive y se hace la Internet casi en condiciones de martirologio. Es el drama que tenemos: para subir un video de cuatro minutos a Youtube a veces tardamos siete horas.

Es muy difícil, pero se están haciendo muchas cosas. Sobre todo hay un pensamiento y hay gente muy preparada que está trabajando en estos ámbitos. Y lo que temen los norteamericanos, justamente con la población que hay aquí, preparada y que ha accedido a estas tecnologías, es que Cuba se pueda recuperar y disponer de financiamiento y condiciones para el acceso a la Internet. Porque el salto va a ser abrumador y de manera instantánea. Usted tiene ya a un ciudadano preparado, oleadas de jóvenes, cientos de miles, millones probablemente, en condiciones psicológicas y sociológicas para entrar en Internet igual que en el Primer Mundo. Son nativos digitales, nacieron con el uso de estas tecnologías.

Imagínese cuando nosotros podamos disponer de un cable submarino y tengamos acceso a estas tecnologías. Va a ser tremendo.

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