Mireya Castañeda - Granma Internacional.- Es el momento justo para apreciar La Habana colonial detenidamente. Conocer sus riquezas. Disfrutar sus bellezas. Muchas de ellas están a la vista, pero el vértigo de la cotidianidad casi siempre lo impide. Ahora, en las celebraciones por su aniversario 488 viajemos en el tiempo que nos regalan las calles, las plazas, la estatuas y los hombres y mujeres que la desempolvan, la cuidan, la quieren. Descubramos algunas de las maravillas que atesora el Centro Histórico.

Sin dudas los trabajos arqueológicos despiertan mucho interés. En estos momentos, por ejemplo, puede el caminante acercarse al centro de las calles Empedrado y Tacón, a escasos metros de la Avenida del Puerto. Allí, en las reveladoras obras en el denominado Baluarte de Santa Clara pueden observarse las estructuras de la Muralla de Mar, defensa colonial de la ciudad, que completa la zona de la Maestranza.


En la casona a su espalda, perteneciente a la familia Calvo y que fuera por demás la primera Casa de la Obra Pía, se hospedó en su estancia habanera el sabio Alejandro de Humboldt. Luego de intensos trabajos, la calle Tacón ha sido totalmente empedrada y se declarará peatonal.

Siguiendo un breve recorrido, no tan al azar, se llega a una obra que es un verdadero acto de cultura, el área donde se fundara la primera universidad, el Colegio Mayor San Jerónimo de La Habana, en 1762. Triste historia la de su demolición y construcción de un edificio que en su modernidad (¡con helipuerto incluido!) parecía romper el equilibrio arquitectónico de la zona. Escribo parecía porque inteligentemente acentuando el carácter moderno (cristales que reflejan en una de las paredes del Palacio de los Capitanes Generales) se han restituido atributos antiguos (el pórtico, la torre, la campana) e incluso la Plazuela de Santo Domingo para un apropiado diálogo.

Cualquier calle ofrece un descubrimiento. La propia Empedrado, con la Bodeguita del Medio, donde tantas personalidades han refrescado con su famoso mojito, y justo a su lado la sede de la Fundación Carpentier, donde el gran novelista situara la mansión habanera de El siglo de las luces o también Obispo, en una de sus esquinas, el hotel Ambos Mundos, preferido por Ernest Hemingway.

¿Cree conocer todas las estatuas de La Habana? Concordemos que reconoce la figura quijotesca del legendario Caballero de París (debida a José Villa) y situada frente a la entrada principal de la basílica Menor de San Francisco de Asís, pero…y esa, colocada en sitio privilegiado casi a la entrada de la Bahía? ¿No?

Se trata de la estatua de Pierre D´Iberville, donada en 1999 por el Gobierno de Québec. El héroe militar canadiense, fundador de la Lousiana, murió en La Habana en julio de 1706, atacado por la fiebre amarilla.

Muy cerca, a un costado del Anfiteatro, se encuentra un pequeño parque. Se trata de un conjunto escultórico dedicado al primer visitante japonés, el samurai peregrino Hasekura Rokuemon Tsunenaga, quien llegara a La Habana en 1614 en misión diplomática, aunque la inmigración japonesa a la Isla comienza a fines del siglo XIX.

Siempre algo por descubrir, por conocer en esta ciudad colonial, Patrimonio de la Humanidad.

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