Paquita Armas Fonseca - La Jiribilla.- Quien conoce a Belkis Vega está consciente que difícilmente se detendrá ante un obstáculo que interfiera en una de sus obras. A fines de los años 90 y principios de la siguiente década, esa mujer toda tenacidad tocó una y otra puerta hasta que al fin logró subvencionar su documental Viviendo al límite.


Si muchas personas e instituciones tuvieron que ver con la realización de la pieza, especial sello le confirió un grupo de artistas plásticos que donaron obras  para la expoventa El arte por la vida, inaugurada en el Salón Blanco del Convento de San Francisco de Asís en diciembre de 2002. Cerca del 30 % de los cuadros fueron vendidos, dinero que sirvió para cubrir las etapas de investigación, prefilmación y filmación del documental.

El Centro Cultural de España en Cuba, la Agencia Suiza para la Colaboración y el Desarrollo,  el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo ―PNUD―  y  el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos contribuyeron de una u otra forma para la conversión del filme de video a cine 35 mm. Ese  proceso corrió a cargo del New Art Digital en México que también en un gesto solidario hizo una cotización muy inferior a la habitual.

Pero son muchos más los que aportaron como el Teatro de los elementos de Cumanayagua, provincia de Cienfuegos, dirigido por José Oriol  que se  dispuso a pasar la experiencia con la educadora norteamericana Susan Metz, para utilizar  el Playback en sustitución de la forma teatral convencional. Instruir a los actores en el llamado teatro espontáneo fue un acto gratuito de la especialista estadounidense.

Belkis, guionista, productora y directora de  Viviendo al límite, no escatima citar a numerosas colaboradores que hicieron posible esta realización, una obra hecha con y desde el corazón para ayudar a entender lo difícil que puede ser el mundo para los portadores del VIH/SIDA.

Estrenada en los cines en Cuba en el 2004, y en otros países en años siguientes, fue exhibida por la Televisión cubana durante la semana que termina, en fecha cercana al primero de diciembre, día mundial de lucha contra el SIDA. Con esta proyección se quiso que un mayor número de personas pudieran apreciar una dura verdad de cinco enfermos, que simbolizan a otros muchos que viven marcados con la certeza de que la muerte es algo seguro y relativamente cercano.

Pero esta historia comenzó mucho antes, según cuenta la propia artista: “En el mismo año 1986 que ocurre el primer caso de fallecimiento por SIDA en Cuba, del escenógrafo Veguilla, se diagnostica la infección por VIH de mi mejor amigo. Mi amigo murió dos años después, 1988. El dolor por esta pérdida me invadió desde el primer momento, porque mi amigo era una de las mejores personas que he conocido, y todo mi yo se negaba al rechazo social que él también había sufrido durante la enfermedad. De ahí que no me abandonara la problemática humana del VIH/SIDA, ni el sentimiento de impotencia ante un mal incurable, y, sobre todo, por la discriminación y marginación de que son víctimas los sero positivos”.

Añade que, “trabajé en el proyecto con la intención de que la sociedad se sensibilice con las personas afectadas por el SIDA, porque ellas tienen el derecho a que se les respete, sin renunciar a los sueños y a la esperanza. De ahí que en este documental el público no encuentre algo lóbrego o con acento de tragedia, y sí he querido resaltar el valor de estas personas, viviendo al límite de la vida, con una mayor conciencia de la muerte que los demás”.  Y que, puntualiza Belkis,  “son seres humanos que aún tienen una vida por delante y tienen el derecho a vivirla a plenitud”.

Las historias de Yoire Ferrer, María Julia Fernández, Fernando Mederos, Kenia León y Carlos Borbón son expuestas de tal suerte que tocan al corazón pero sin llegar al melodrama simplón. Los protagonistas hablaron delante de las cámaras de José M. Riera y Alejandro Pérez como si estuvieran en un íntimo salón conversando con buenos amigos.  Este hecho más el Playback, permiten a Belkis desnudar a sus testimoniantes y alcanzar momentos únicos en los que el televidente aprehende una realidad que no es la suya.

La edición de Manuel Iglesias contribuyó a forjar momentos climáticos. A propósito, este joven maestro del corte comentó: “Es un documental que se conformó a partir del desgarramiento físico y emocional de todos cuantos intervenimos en su realización, no solo de sus testimoniantes. Ojalá pueda vislumbrarse en sus 90 minutos de proyección.”

No fue fácil llegar a los cinco protagonistas. Desde Pinar del Río hasta Guantánamo, Belkis realizó más de 60 entrevistas y en un tan largo como minucioso trabajo de selección fue decantando historias hasta quedarse con las escogidas.

Para adentrarse en los vericuetos de esa singular enfermedad, la realizadora también investigó con especialistas del Centro Nacional de Prevención del SIDA y las Infecciones de Transmisión Sexual, de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP),  el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí y  el Sanatorio de Santiago de las Vegas.

Vinculada a  la cinematografía desde la década del 70 en los estudios fílmicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (ECITV-FAR), Belkis fue corresponsal de guerra en el Líbano y Angola, país este último que le inspiró la trilogía Corresponsales de Guerra.

Sobre este especial acercamiento al ser humano metido en conflictos bélicos declaró hace un tiempo: “Muchas veces me pregunté qué movía a un cineasta a exponer su vida en guerras que aparentemente no eran suyas, y la respuesta fue, esencialmente, siempre la misma: transformar el cine en arma para aquellos que no tienen voz. Un corresponsal de guerra, como hemos sido los cubanos, es una persona que se enfrenta al miedo porque sabe que lo que hace es un arma de combate. Sabe que imágenes, sonidos o letra impresa pueden denunciar un crimen y también hacer reflexionar”.

En su haber figuran otras piezas como Marcas bajo la piel,  Ustedes esta Generación; Seremos como el Che, Mujeres, simplemente; Con las milicias; Recordando; España en el Corazón; Mayombe; Fidelito; Huambo, Crónica de un crimen; Recuento; Operación Carlota; María Luisa; Una gota en el mar; Canción de Gesta; Siempre, la esperanza; La hora de la luz; Enigma; Quiéreme de este modo; Circo de la muerte y la serie Pensar con el corazón (Melba Hernández, Liuba María Hevia, Sara González, Harry Villegas, José Delarra, Arnaldo Tamayo, Sergio Corrieri, Jorge Fuentes y Reynaldo Muñoz).

A su exquisita sensibilidad se le deben dos excelentes telefilmes Santa Camila de La Habana Vieja y La casa de Bernarda Alba.

Desde hace un tiempo es la docencia en Cuba o en otros países lo que ocupa más de su tiempo “me gusta tanto como filmar”, ha dicho. No obstante tiene ahora mismo dos proyectos: un documental y un largo de ficción, de los que prefiere no adelantar los temas.

Viviendo al límite, que ha propiciado una sacudida para las almas de quienes lo han visto y también un alto disfrute estético, para su realizadora tuvo  un camino “sembrado de muchas espinas. Obstáculos económicos, obstáculos estratégicos, obstáculos de comprensión, pero sobre todo, el reto y la necesidad de encontrar un lenguaje que lograra conmover para después llegar a la razón.

Si encontré fuerzas para ir adelante en este empeño fue por la seguridad de que este era un documental necesario y por el apoyo que muchas amigas y amigos me dieron.”

Hace unos pocos días, al conocerse de su exhibición televisiva, Belkis declaró a la prensa: “El documental busca las heridas de la sociedad para que cicatricen, para que se encuentre una solución y esa herida cierre, pero si no provocan el conocimiento, la reflexión y debate colectivos, la búsqueda de soluciones, una se pregunta: ¿y de qué valió tanto sacrificio?”.

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