Juanita Perdomo Larezada - Trabajadores.- Balance de la CTC en Matanzas.

Al que cojamos en eso, ya sabe lo que le espera, aquí no puede haber ningún chismecito, decía el dirigente.

“El chisme, el brete, atentan contra la unidad del colectivo”, repetía sin cesar.

“Cualquier queja, opinión del centro o de un compañero, díganmelo a mí, toquen a la puerta, vengan a mi oficina. Mi política es criticar en privado y elogiar en público”. Entonces, en las reuniones estaba prohibido, casi por decreto, oponerse a algo, señalarlo, reprocharlo, cuestionarlo.

Allí, donde jamás se suspendió una asamblea de afiliados, el encuentro resultaba un agravio porque solo respondía al interés de la administración, presta exclusivamente a informar lo bueno que no lo era tanto y a enmascarar cualquier cosa que pusiera en entredicho el “excelente” clima socio-político; aunque tras bambalinas, en la otra “asamblea”, la gente animaba un chu chu chu de nunca acabar.

Ese tiempo que por suerte ya no vivo llegó a mi mente mientras un informe revelaba que en el 2008 en la provincia de Matanzas dejaron de efectuarse mil 522 asambleas de este tipo, lo que motivó encendidas intervenciones en la reunión que evaluó el desempeño de laCentral de Trabajadores de Cuba ( CTC) durante la etapa.

A mi juicio, la cifra está equivocada: agréguesele las carentes de calidad, las mal empleadas, y hasta las manipuladas.

Pero los dígitos igualmente muestran una realidad que debiera inquietar.
En encuentros suspendidos, Matanzas no fue la excepción, en todo el país dejó de hacerse el 5% de los planificados, y pese a un número que sugiere avances en relación con el año precedente, tampoco invita al jolgorio.

Fallaron los encuentros en sectores claves como el azucarero, el agropecuario, el comercio, y el turístico.

También en los de la administración pública, la educación y el de la salud. ¿Cómo pretender incrementos productivos y de la calidad en los servicios si se elude un mecanismo de tan probada eficacia?.

Una lectura cualitativa resume el informe: “Aún se ignora la necesidad que tiene la economía de que estos encuentros se conviertan en el principal escenario para el control de los recursos. Continúa la superficialidad en los informes administrativos y escasea un control eficiente sobre los planteamientos de los trabajadores”…

Claro que falta… falta estimar el mecanismo en su justa medida, porque donde continúa fallando, lo hace también la vida orgánica de las secciones sindicales, responsables, junto con las administraciones, de que las asambleas de afiliados cumplan su misión.

Sin embargo, no pocas administraciones insisten en quitarse el golpe de encima diciendo que eso es asunto del sindicato, en completo desconocimiento de la obligatoriedad que en esta dirección les confirió el Consejo de Ministros. ¿Cuántos cuadros han sido separados de sus cargos por esquivar tales deberes? ¿Exige lo suficiente el movimiento sindical para que cada parte desempeñe su rol? ¿Los sindicatos en los municipios y provincias informan al gobierno en cada instancia?.

A veces hasta he pensado que existen suspensiones intencionadas o asambleas de puro trámite porque todavía hay dirigentes reacios al debate, al intercambio, a la discrepancia, que les temen tanto como a la mordida de una cobra, desechando cuánto ayuda la diferencia de enfoques, la discusión, a conformar una opinión, un juicio, un concepto verdaderamente inteligente, consensuado.

Para estos se tambalea la unidad si los subordinados se niegan a ver las cosas del mismo color que ellos, del mismo tamaño. Quieren asambleas donde trascienda solo lo bueno real o lo bueno inventado, arrinconando, escondiendo en informes fríos, a veces genialmente escamoteados, los lados grises.

Cuánto pudiera avanzarse en el aumento de la productividad, del rendimiento individual, en el aprovechamiento de la jornada laboral, en la necesaria recuperación económica de la nación, si sintiéramos que de verdad somos útiles con los brazos, y también con nuestras mentes, si sintiéramos que de verdad la dirección colectiva no resulta pura quimera.

Disciplina en la realización de la asamblea de afiliados, calidad, que incluye desde la preparación hasta el mismo intercambio, presentación de un informe real de la empresa, aprobar acuerdos medibles, que impacten en la eficiencia del centro, eso es lo que debe caracterizarlas, indicó en la Atenas de Cuba el secretario general de la CTC, Salvador Valdés Mesa.

La existencia de una estructura del movimiento sindical más integral y cercana a la base, debiera favorecer ese óptimo panorama, mas la práctica no siempre lo reafirma.

Por eso, ponerse a trabajar de verdad, sin descanso, debe ser conducta cotidiana de las secciones sindicales, de sus dirigentes (¿siempre los más capaces?), necesitados de usar más y mejor las armas de que disponen para representar en la práctica y no solo en el papel a los afiliados.
Cuba
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