Dirección de Patrimonio Cultural.- El Dr. Eusebio Leal Spengler, director de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, recibió este lunes la Medalla del Decenio Mundial del Desarrollo Cultural de la UNESCO, en ceremonia efectuada en París. Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad de La Habana, máster en Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba, y especialista en Ciencias Arqueológicas, Leal ofrecerá también una conferencia magistral.

Su presentación en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) despertó gran expectativa, al extremo de que los anfitriones se vieron obligados a cambiar el salón de la conferencia por otro mayor, informó la agencia Prensa Latina.

El tema de su exposición se denomina “El Centro Histórico de La Habana, un modelo de gestión integral: una experiencia singular” y comprende dos horas y media con preguntas incluidas, con servicios de traducciones simultáneas en francés e inglés. Al concluir su intervención y en otro local del edificio principal de la UNESCO en París, la subdirectora general para la Cultura de la entidad de la ONU, Francoise Riviére, le impondrá la Medalla del Decenio Mundial.

Consagrado al proyecto de restauración de La Habana Vieja, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1982, Leal ha sido galardonado en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera, tres de ellas en Francia (incluyendo la medalla Víctor Hugo de la UNESCO). Obtuvo los títulos de doctor Honoris Causa en Filosofía y Letras de la Universidad de Atenas; en Arquitectura de la Universidad de Ferrara, Italia, e igualmente de Arquitectura en la Universidad de la República de Uruguay.

En un comunicado oficial, la UNESCO destacó que gracias a importantes trabajos de remozamiento y reconstrucción, la parte vieja de la capital cubana y su Centro Histórico, fundado en 1519, reencuentran su esplendor para beneplácito de la Isla caribeña

Palabras del Embajador cubano ante la UNESCO, Héctor Hernández Pardo, en la presentación de la Conferencia del Dr. Eusebio Leal Spengler, sobre La Habana Vieja como experiencia de gestión patrimonial, celebrada en la sede de la UNESCO, el día 23 de febrero del 2009:

Sra. Francois Riviere, directora general adjunta para el sector de la Cultura
Sr. Francesco Bandarín, director del Centro de Patrimonio Mundial
Sr. Herman Van Hooff, director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, de la UNESCO.

Distinguidos Embajadores,  Invitados:

Ante todo deseo dejar constancia de nuestro sincero agradecimiento a la Sra. Riviere, al Sr. Bandarín, al Sr. Van Hooff,  a la Sra. Nuria Sanz, por la sensibilidad y el sostenido empeño para organizar esta presentación:

Amigas y amigos:

Quienes leyeron el libro El Padrino, de Mario Puzo; o vieron su versión cinematográfica bajo la experimentada conducción de Francis Ford Coppola, seguramente advirtieron el relato de que la víspera del histórico Primero de Enero de l959, cuando se  produce el triunfo de la Revolución Cubana, se encontraba en La Habana Michael Corleone,  jefe  ya de la familia mafiosa,  negociando con el dictador Fulgencio Batista un jugoso contrato para trasladar el centro de juegos, drogas y vicios de Las Vegas, en Estados Unidos, para el este de la capital cubana.

Aquello no es ficción.

Los que hemos estudiado la historia de Cuba, o como simples ciudadanos hemos sido parte de ella, sabemos lo que le esperaba a nuestro país, si no hubiera sido por aquel acontecimiento que coronó más de un siglo de luchas y de esfuerzos por la independencia nacional.

El tema que nuestro conferencista invitado comentará hoy, hubiera sido impensable en las condiciones prerrevolucionariasn porque camino Cuba de convertirse en poco tiempo en el gran casino y prostíbulo del Caribe, al servicio de las mafias norteamericanas, aquel proyecto de supuesta modernización implicaba paralelamente –como de hecho venía ocurriendo– liquidar el patrimonio arquitectónico de La Habana Vieja.

Sólo citaré el ejemplo –hoy convertido en símbolo– de la decisión del régimen batistiano de derrumbar las antiguas y bellas instalaciones de la primera sede de la casi tricentenaria Universidad de La Habana, para construir allí una Terminal de helicópteros destinada a recibir a los multimillonarios y mafiosos del norte.

La Revolución Cubana no sólo significó cumplir el sueño histórico de los más genuinos representantes de la nación cubana; no sólo significó justicia, dignidad y verdadera independencia; no sólo significó acceso a la educación, a la ciencia, a la cultura, a los servicios de salud de todos los ciudadanos sin distinción de clase, raza o género, sino que –y debo decirlo con satisfacción– significó también la garantía de la salvaguarda de nuestro patrimonio cultural y natural.

Pero se sabe que muchas veces no basta con la voluntad política. Hacen falta también los hombres o las mujeres que se consagren, con amor y pasión, con inteligencia y eficacia, a las grandes obras.

Todavía recuerdo, hace casi 40 años, a aquel joven subido a una vieja camioneta marca Ford, abrazado a una estatua esculpida en mármol, como un niño pequeño a su primer muñeco de peluche. El vehículo transitaba por el Malecón habanero. Nunca le he preguntado dónde había recuperado aquella pieza, dónde la había encontrado, para dónde la llevaba. Pero lo que quiero trasladar es la imagen, porque así trabaja él, sin descanso noche y día, recuperando objetos, restaurándolos, ordenándolos. Nada escapa a su interés. Entonces no imaginaba lo que el tesón y el trabajo de aquel joven, con sus colaboradores  y con apoyo del gobierno cubano, podrían lograr en la vieja Habana.

Ustedes no deben olvidar las difíciles –y conocidas– condiciones internacionales a las que debe enfrentarse Cuba para sacar adelante cualquier proyecto de esa magnitud.

Pero lo que él nos comentará, y lo que representa él mismo, expresa claramente que no hay sueño imposible de alcanzar, cuando hay voluntad política, cuando el pueblo hace suyo ese sueño y lucha por él y cuando surgen las personalidades con las virtudes necesarias para dirigir la construcción de esa utopía.

Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana, es un hombre que disfruta y conoce como pocos la historia de Cuba, de América Latina y el Caribe, y la historia universal.

Más en él se conjuga esa vocación por la Historia, con las de un trabajador social y un comunicador natos,  con las de un Promotor Cultural por excelencia; con las de un defensor sin límites del patrimonio cultural y con las de un organizador y administrador de extraordinaria eficacia: es realmente un hombre excepcional.
A riesgo de herir su modestia, yo me siento en el deber de decirlo en ocasión tan significativa, como expresión de reconocimiento a este hombre que es orgullo de Cuba y muy querido por nuestro pueblo, que  ha recibido numerosos honores y condecoraciones en países de América Latina y el Caribe, de América del Norte, de Europa, de Asia y de África, y que, sin duda, es un símbolo de la defensa del Patrimonio Cultural universal.

Las instituciones comunitarias que se van creando al calor del desarrollo de La Habana Vieja constituyen un verdadero ejemplo, que se tornan en puntos de referencia para otros sitios patrimoniales de Cuba.

Él ha logrado implicar a todos los ciudadanos (las familias, los niños, los ancianos, los vecinos) en la obra hermosa de salvar La Habana Vieja, y mantenerla viva socialmente, multiplicarla culturalmente y favorecer su pujanza económica. 

Él salva el pasado cultural con el propósito de afirmar el futuro, porque sabe  que los pueblos que se quedan sin historia, se tornan vacíos e indefensos.
Hable, pues, el Dr. Eusebio Leal Spengler.