Entrevista al economista y periodista Manuel David Orrio

Alexis Schlachter - Cubainformación.- En el 50 aniversario de la creación del Ministerio del Interior cubano (MININT), uno de sus miembros, quien fuera agente encubierto de la Seguridad del Estado, narra la inesperada ayuda que recibió en su trabajo secreto al profundizar en la obra del Maestro.


Desde el 25 de octubre de 1992, y durante casi once años, el economista  y periodista Manuel David Orrio del Rosario se convirtió en uno de los más destacados elementos de la llamada disidencia cubana. En su larga “trayectoria contrarrevolucionaria” este miembro del MININT conoció y compartió con funcionarios norteamericanos a los cuales debía tratar con cuidado para no revelar sus verdaderos sentimientos y, paralelamente, obtener información necesaria para el trabajo secreto. ¿Quién podía ayudarle a entender la idiosincrasia del enemigo foráneo, adelantarse sicológicamente a sus reacciones y evitarle errores en el trato cotidiano? En ese momento tan especial, Orrio buscó, y encontró ayuda, en cierto periodista cubano que vivió 15 años en los Estados Unidos de América y dejó una valiosa obra escrita que muestra con profundidad cómo piensan, reaccionan y se proyectan los ciudadanos del gigante norteño.

- Efectivamente, en artículos de nuestro José Martí hallé elementos interesantes, amplios, esclarecedores y profundos que me ayudaron a entender mucho mejor las actitudes y decisiones de funcionarios norteamericanos con los cuales tuve contacto durante la misión. Desde jefes de la Sección de Intereses de Estados Unidos de América en Cuba como los señores Michael Kozak y James Cason hasta el jefe del Buró Cuba del Departamento de Estado de los EEUU, Charles Shapiro. Además, algunos de sus principales subordinados como Simon Henshaw, quien en el 2002 representó a su gobierno en la desprestigiada y ya extinguida Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Tuve conversaciones, como “disidente”, también con el primer gobernador estadual norteamericano que visitó a Cuba en 40 años de Revolución: George Ryan, de Illinois, y, además, hasta con el ex - presidente James Carter.

-¿Cómo le ayudaron concretamente en su trabajo secreto la lectura de las obras del Apóstol?

Martí estuvo presente en todo, absolutamente en todo mi trabajo de casi once años en las filas de la Seguridad. Un ensayo como Nuestra América me dio el antiimperialismo necesario para entender que, por muy buenas que aparentaran ser las ofertas de los Estados Unidos de América, eran las de un país para el cual Cuba y América Latina son, simplemente, el patio trasero. Las extraordinarias crónicas martianas conocidas como Escenas Norteamericanas, me aportaron luz para entender a los estadounidenses como idiosincrasia, tanto en lo bueno como en lo malo. Menciono  dos artículos en particular: La Constitución de Filadelfia y La Elección del Presidente. De las cartas escritas por Martí a José Dolores Poyo, su gran hombre secreto en la preparación de la Guerra Necesaria, aprendí más de una lección para conspirar sin ser descubierto. La ética presente en toda la obra martiana me ayudó en aspectos tan puntuales como el de "minimizar el daño" que mi obra como supuesto "periodista independiente" podía causar al país. No se olvide que yo era un hombre de la Seguridad que publicaba intensamente en sitios web enemigos, hacía programas semanales en la mal llamada Radio Martí y hasta llegué a ser el editor en Cuba de una de las más importantes revistas contrarrevolucionarias. Cuando tenía dudas, mi mejor asesor fue siempre El Maestro.

Lo básico, lo que más me ayudó en mi labor de combatiente secreto, fue asumir "mi propia guerra" como un acto de cultura y como un compromiso personal.
  
He pensado mucho en cual cita de Martí fue la mayor animadora de mis años como hombre de la Seguridad, y por mucho que elijo y selecciono, al final se impone una: "en silencio ha tenido que ser..."
 
Sin embargo, debo decir que en esos años hubo una de su paradigmático discurso, conocido como “Con todos y para el bien de todos”, que mucho me animó y hoy no deja de hacerlo, debido a su inmensa actualidad:”O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por si propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorralarlos”.

La defensa de nuestro país frente a la criminal política de los Estados Unidos de América,"éticamente inaceptable" según el Papa Juan Pablo II, es por encima de todo una tarea martiana, un mandato que se encuentra en desde Nuestra América, hasta en su carta inconclusa a Manuel Mercado, aquella que emborronaba el día antes de caer en combate. Tan sencillas verdades explican la presencia, explícita e implícita, pero siempre profunda, de José Martí en el MININT.  

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