Muchos trabajadores perciben los efectos del fenómeno global en sus propios centros laborales
Iliana Hautrive, Vivian Bustamante, Caridad Lafita y María de las Nieves Galá - Trabajadores.- En espera de un P-12, Elena Hernández Suárez, jubilada desde hace algunos años, fue explícita cuando dijo: “La crisis… no me quita el sueño. Aquí hemos aprendido a vivir en las verdes y en las maduras. No hay quien nos haga cuentos. El momento más crítico del período especial fue una escuela, aunque no quiero que vuelva”.
La jurista Ivonne Pérez Gutiérrez, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, destaca la capacidad de sus coterráneos para encontrar soluciones en los momentos más complejos. “El país comenzaba a recuperarse con signos visibles: el transporte mejoró ostensiblemente; la Revolución Energética, con todas sus bondades, permitió hablar de los apagones en pasado. Sin embargo, todo esto y mucho más está en peligro...”
Para ella, como para otros entrevistados, uno de los efectos de la crisis económica internacional consiste en la preocupación que ha generado. “¿Qué nos espera?”, apunta, a la vez que manifiesta su convencimiento de que en sus propias fuerzas y la eficiencia en todos los sectores están las reservas del país para enfrentar la crisis global.
“No somos ajenos a ese impacto”, declaró el también jurista Fernando Echerri Ferrándiz, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Las Villas, y presidente de la Unión Nacional de Juristas en Villa Clara.
Sin embargo, reconoció que el férreo bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba hace casi 50 años, nos ha enseñado a sobrevivir en condiciones adversas en el campo económico.
Resaltó que aun con las limitaciones actuales se mantiene la canasta familiar alimentaria y aumentan las acciones para lograr un adecuado balance energético y consecuentemente evitar los molestos apagones en el sector residencial.
Eficiencia versus crisis
“El impacto de la crisis se siente en el puerto”, consideró Silverio Ruiz, dirigente sindical.
“El movimiento de buques en nuestro puerto ha disminuido. A los armadores y fletadores se les hace cada vez más difícil buscar cargas en el mundo para completar la capacidad de un barco, y eso encarece los costos de transportación”.
Silverio Ruiz Sáez, a quien todos conocen por ”Guanabacoa” en la rada capitalina, percibe así el impacto del fenómeno económico internacional para el sector marítimo-portuario.
Estibador desde 1978 a 1993, y a partir de entonces secretario general del buró sindical en el Puerto de La Habana, asegura que la mayoría de sus tres mil 400 afiliados sienten el mayor efecto desde inicios del presente año, cuando ante la falta de buques algunos han quedado interruptos, aunque no desprotegidos laboralmente.
“Sí, a diferencia de otros lugares del mundo, donde son frecuentes los despidos”, comentó.
Añadió que incluso mantienen localizados a los trabajadores contratados de forma cíclica, para reincorporarlos cuando se necesiten, teniendo en cuenta que constituyen una fuerza altamente especializada, formada durante años.
Tal beneficio es reconocido también por Humaro Molina Dampiel, quien comenzó a laborar en mayo de 1955 en el Puerto de La Habana, donde hoy funge como director de la empresa SAMARP (Saneamiento Marítimo-Portuario).
“Nunca fue tan crítica la situación en esta rada como en el período de 1952 al 58. Recuerdo solo una o dos líneas regulares, que prácticamente no utilizaban estibadores en los feries de carga. “Yo laboraba en una compañía cubana capitalista, la Tránsito Marítimo S.A., y sé bien que los estibadores, todos eventuales, concurrían diariamente a responder a una lista, y quien alcanzaba el tique laboraba en esa jornada. La situación actual resulta totalmente diferente, aunque nuestro país tenga limitaciones materiales y financieras”, señaló.
Preservar la recuperación
Debemos preservar la recuperación del transporte.
Para el sector del transporte, lo más importante en estos momentos, es preservar lo logrado en la recuperación experimentada en los últimos años. En ese sentido, Yuri González Berea, de la Dirección Provincial de Transporte en Ciudad de La Habana, mencionó las medidas de reordenamiento del tráfico, con el fin de hacer una explotación más eficiente de los ómnibus y reducir los consumos de combustible.
Aseguró que igualmente se trabaja en la fabricación nacional de algunas piezas de repuesto, tales como bujes y otros aditamentos para los nuevos carros. Elogió los resultados de los innovadores y racionalizadores, también empeñados en la confección de codos para las defensas de los ómnibus, y en sustituir cristalería importada. “Identificamos renglones para ahorrar importaciones. Además, arreciamos las medidas de control en cuanto al cumplimiento de las normas técnicas en el empleo de combustibles y lubricantes, que tienen un alto precio en el mercado internacional. Hay que economizar todo lo que se pueda”.
Llevar esos conceptos a todos los trabajadores es esencial. “No nos queda más remedio que potenciar el ahorro, que la gente sienta el interés y la conveniencia de aprovechar todo con eficiencia, de reciclar materiales, de innovar, de buscar soluciones a los problemas de forma creativa y en eso los trabajadores tienen un importante papel”.
Así opina el Doctor ingeniero Silvio Calves Hernández, profesor titular de la CUJAE en la especialidad de Comunicación y Gestión de Recursos Humanos, quien afirma que el mundo está pagando las consecuencias de las políticas neoliberales y la propia decadencia del sistema capitalista.
“Percibo que en nuestro país hay conciencia de la situación, pero es decisivo interiorizar la necesidad de aprovechar al máximo los recursos, lo cual de por sí es una fuente de financiamiento, pues ahora más que nunca hace falta valorar dónde se pone cada centavo”.
Calves ejemplificó que pese a los reajustes del proceso inversionista continúan edificándose obras dirigidas a mejorar la calidad de vida de la población y los constructores no tienen sobre sí la sombra del desempleo, noticia recurrente en cualquier parte del mundo.
“Hace unas horas conversé con una profesional del sector que cumple contrato de trabajo en un país europeo, donde —me dijo—, se da el caso de familias que duermen en los autos o donde pueden, por la imposibilidad de pagar los alquileres, y personas que van a la hora de cierre de los supermercados, para buscar en los latones lo que pueden salvar de los productos que han sido botados porque están vencidos. Es una situación dramática, lejana para nosotros, pero muy aleccionadora”, concluyó.
Para ella, como para otros entrevistados, uno de los efectos de la crisis económica internacional consiste en la preocupación que ha generado. “¿Qué nos espera?”, apunta, a la vez que manifiesta su convencimiento de que en sus propias fuerzas y la eficiencia en todos los sectores están las reservas del país para enfrentar la crisis global.
“No somos ajenos a ese impacto”, declaró el también jurista Fernando Echerri Ferrándiz, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Las Villas, y presidente de la Unión Nacional de Juristas en Villa Clara.
Sin embargo, reconoció que el férreo bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba hace casi 50 años, nos ha enseñado a sobrevivir en condiciones adversas en el campo económico.
Resaltó que aun con las limitaciones actuales se mantiene la canasta familiar alimentaria y aumentan las acciones para lograr un adecuado balance energético y consecuentemente evitar los molestos apagones en el sector residencial.
Eficiencia versus crisis
“El impacto de la crisis se siente en el puerto”, consideró Silverio Ruiz, dirigente sindical.
“El movimiento de buques en nuestro puerto ha disminuido. A los armadores y fletadores se les hace cada vez más difícil buscar cargas en el mundo para completar la capacidad de un barco, y eso encarece los costos de transportación”.
Silverio Ruiz Sáez, a quien todos conocen por ”Guanabacoa” en la rada capitalina, percibe así el impacto del fenómeno económico internacional para el sector marítimo-portuario.
Estibador desde 1978 a 1993, y a partir de entonces secretario general del buró sindical en el Puerto de La Habana, asegura que la mayoría de sus tres mil 400 afiliados sienten el mayor efecto desde inicios del presente año, cuando ante la falta de buques algunos han quedado interruptos, aunque no desprotegidos laboralmente.
“Sí, a diferencia de otros lugares del mundo, donde son frecuentes los despidos”, comentó.
Añadió que incluso mantienen localizados a los trabajadores contratados de forma cíclica, para reincorporarlos cuando se necesiten, teniendo en cuenta que constituyen una fuerza altamente especializada, formada durante años.
Tal beneficio es reconocido también por Humaro Molina Dampiel, quien comenzó a laborar en mayo de 1955 en el Puerto de La Habana, donde hoy funge como director de la empresa SAMARP (Saneamiento Marítimo-Portuario).
“Nunca fue tan crítica la situación en esta rada como en el período de 1952 al 58. Recuerdo solo una o dos líneas regulares, que prácticamente no utilizaban estibadores en los feries de carga. “Yo laboraba en una compañía cubana capitalista, la Tránsito Marítimo S.A., y sé bien que los estibadores, todos eventuales, concurrían diariamente a responder a una lista, y quien alcanzaba el tique laboraba en esa jornada. La situación actual resulta totalmente diferente, aunque nuestro país tenga limitaciones materiales y financieras”, señaló.
Preservar la recuperación
Debemos preservar la recuperación del transporte.
Para el sector del transporte, lo más importante en estos momentos, es preservar lo logrado en la recuperación experimentada en los últimos años. En ese sentido, Yuri González Berea, de la Dirección Provincial de Transporte en Ciudad de La Habana, mencionó las medidas de reordenamiento del tráfico, con el fin de hacer una explotación más eficiente de los ómnibus y reducir los consumos de combustible.
Aseguró que igualmente se trabaja en la fabricación nacional de algunas piezas de repuesto, tales como bujes y otros aditamentos para los nuevos carros. Elogió los resultados de los innovadores y racionalizadores, también empeñados en la confección de codos para las defensas de los ómnibus, y en sustituir cristalería importada. “Identificamos renglones para ahorrar importaciones. Además, arreciamos las medidas de control en cuanto al cumplimiento de las normas técnicas en el empleo de combustibles y lubricantes, que tienen un alto precio en el mercado internacional. Hay que economizar todo lo que se pueda”.
Llevar esos conceptos a todos los trabajadores es esencial. “No nos queda más remedio que potenciar el ahorro, que la gente sienta el interés y la conveniencia de aprovechar todo con eficiencia, de reciclar materiales, de innovar, de buscar soluciones a los problemas de forma creativa y en eso los trabajadores tienen un importante papel”.
Así opina el Doctor ingeniero Silvio Calves Hernández, profesor titular de la CUJAE en la especialidad de Comunicación y Gestión de Recursos Humanos, quien afirma que el mundo está pagando las consecuencias de las políticas neoliberales y la propia decadencia del sistema capitalista.
“Percibo que en nuestro país hay conciencia de la situación, pero es decisivo interiorizar la necesidad de aprovechar al máximo los recursos, lo cual de por sí es una fuente de financiamiento, pues ahora más que nunca hace falta valorar dónde se pone cada centavo”.
Calves ejemplificó que pese a los reajustes del proceso inversionista continúan edificándose obras dirigidas a mejorar la calidad de vida de la población y los constructores no tienen sobre sí la sombra del desempleo, noticia recurrente en cualquier parte del mundo.
“Hace unas horas conversé con una profesional del sector que cumple contrato de trabajo en un país europeo, donde —me dijo—, se da el caso de familias que duermen en los autos o donde pueden, por la imposibilidad de pagar los alquileres, y personas que van a la hora de cierre de los supermercados, para buscar en los latones lo que pueden salvar de los productos que han sido botados porque están vencidos. Es una situación dramática, lejana para nosotros, pero muy aleccionadora”, concluyó.
