Mireya Castañeda - Granma.- Nos une el lenguaje universal de la danza
• Consideraciones de Dame Monica Mason, directora de la compañía inglesa acerca de las cinco funciones en La Habana

• Exalta el significado de la eximia Alicia Alonso

• Tres de sus primeras figuras formadas en la escuela cubana de ballet


The Royal Ballet de Londres conformó dos programa-concierto y un ballet de toda una noche para sus cinco funciones (14-18 de julio) en La Habana para “poder mostrar una amplia variedad de nuestro repertorio, algo de nuestra historia y lo más contemporáneo”, expresó Mónica Mason, quien fuera primera bailarina de la compañía y es hoy su directora.

Es un placer y un honor estar aquí con la compañía —consideró— porque sé que la danza es primordial en la cultura cubana, que está en el corazón del pueblo. “Ustedes tienen que agradecer a la gran Alicia Alonso la inmensa contribución que ha hecho a la vida de las artes en Cuba”.

Para el debut, The Royal Ballet se decidió por varias “piezas que el público cubano no ha visto antes”, entre ellas Chroma, de su actual coreógrafo-residente Wayne McGregor, del cual el primer bailarín Edgard Watson señalaría “usted no espera esta pieza en el repertorio del Royal, pero la mixtura del lenguaje de McGregor con el clásico resulta muy interesante”.

Un mes en el campo, de quien fuera el primer coreógrafo-residente del Royal, el gran Frederick Ashton, adaptación libre de la obra del ruso Ivan Turgueniev, también es parte de este programa. La primera bailarina Zenaida Yanowsky, quien encarna a Natalia Petrovna, precisó que se trata de “un ballet que muestra la esencia de la danza inglesa, muy sobre la base de obras teatrales, muy dramáticas”.

Yanowsky compartió sus memorias de dos veranos en Cuba, hace más de veinte años, cuando era muy joven y tomó clases en el Cuballet y sus deseos “de poner los pies otra vez en el (Gran) Teatro y mostrarles que el Cuballet me llevó donde estoy ahora”.  

El segundo programa, un tributo a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, representa —al decir de Mónica Mason— “un momento emocionante para nuestros bailarines, al estar en escena con los cubanos, lo que vuelve a demostrar que la danza es un lenguaje internacional que nos une”.

Manson, en intercambio con la prensa antes del debut, explicó que antes de seleccionar las obras para el homenaje conversó mucho con el primer bailarín Carlos Acosta, estrella del Royal, y representante excepcional de la escuela cubana de ballet, "una escuela que goza de mucho prestigio", acerca de qué sería conveniente presentar.

Recordó que vio bailar a Alicia en Londres su Giselle, pero al hablar con ella por teléfono —dijo— “le pedí permiso para incluir Tema y variaciones que apreciamos mucho en The Royal Ballet y es cenit de la técnica de la Alonso, que fue excepcionalmente fuerte y se hace muy evidente en la forma que George Balanchine hizo este ballet para ella (e Igor Youskevitch, en 1947).

Para la función-homenaje se incluyó, entre otras y además de Tema y variaciones (con el primer bailarín del Royal Federico Bonelli y las primeras bailarinas del Ballet Nacional de Cuba Yolanda Correa y Anette Delgado); El cisne negro (con la primera ballerina del BNC Viengsay Valdés y Thiago Soares, del Royal); Don Quijote, pas de deux del III Acto (por el Royal Tamara Rojo y por el BNC, Joel Carreno); Giselle, pas de deux del II Acto (Leanne Benjamín y Johan Kobborg) y El Corsario, pas de deux (Tamara Rojo y Carlos Acosta). 

Tamara Rojo ha bailado mucho en La Habana. “¿Qué puedo decir entonces? Un honor bailar otra vez ante el público cubano, tan entendido, tan apasionado. Estoy muy unida al Ballet Nacional de Cuba y he tenido maestras extraordinarias, Aurora Bosch, Karemia Moreno, Loipa Araujo, Menia Martínez. Mi formación es 80% cubana y lo demás lo he ido aprendiendo en otros lugares”.

  Debe recordarse que Aurora y Loipa, son dos de las cuatro bailarinas cubanas que el critico inglés Arnold Haskell — quien fuera director de la escuela del Royal Ballet cuando Monica Mason era estudiante— denominara “joyas del Ballet cubano”, cuando las vio bailar por primera vez en los Concursos de Varna. Las otras dos son las ya fallecidas Josefina Méndez y Mirta Plá. 

  La española manifestó que ha compartido escenario con grandes figuras cubanas. “He sido afortunada. He tenido la suerte de bailar normalmente con Carlos Acosta (pareja en Manon, ballet en tres actos de otro gran coreógrafo del Royal, Kenneth MacMillan, que el Royal trae a La Habana y tiene también otra pareja en los roles principales, Alina Cojocaru y Johan Kobborg), aquí a Joel Carreño como partenaire, y hace un mes bailé con su hermano (el primer bailarín José Manuel Carreño, actualmente con el American Ballet Theatre).    

  The Royal Ballet, fundado en 1931, cuenta actualmente con bailarines de 19 países entre sus figuras principales, el cubano Carlos Acosta, la española Tamara Rojo, la francesa Zenaida Yankoswki, el italiano Federico Bonelli, la australiana Leanne Benjamin, la rumana Alina Cojocaru, la argentina Marianela Núñez, el danés Johan Kobborg, la norteamericana Sarah Lamb, el brasileño Thiago Soares.

  En un aparte, Monica Mason dijo a este semanario que no se le hace difícil convivir o confrontar tantas personalidades, pues “los amo a todo, amo lo que hacen y tenemos en común el amor a la danza”.

  ¿Considera que los jóvenes están a la altura de Fonteyn y Noureyev, sus grandes estrellas?

  “Noureyev y Fonteyn fueron excepcionales en su tiempo, y aprendemos de ellos y aún  están próximos a nuestros corazones. Pero la danza cambia, el tiempo a avanza, la danza se desarrolla y es importante que sigamos adelante, que abracemos nuevas ideas. Creo que si Margot y Rudolf vieran la compañía ahora espero que estarían muy orgullosos”.

  El estilo es fundamental. ¿Como logran mantenerlo intacto en las diferentes obras?

  “Primero tenemos la determinación de mantener viva la esencia de las piezas y la calidad de las coreografías y luego tenemos en el Royal muchos ex bailarines como coaches, maitres que estaban en la compañía cuando Ashston y MacMillan vivían. Es importante que se mantenga la intensión del coreógrafo.  Seria interesante ver lo que sucederá dentro de cien anos. Dependerá de cómo se transmita de generación en generación”.

  Como diría Julián González, presidente del Consejo de las Artes Escénicas, “la presencia del Royal en la isla es una promesa convertida en realidad”.

 

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