Anubis Galardy - Prensa Latina.- Con tres teatros a su servicio, el ballet tuvo aquí una plaza privilegiada y un público de fidelidad probada, inmune a los vaivenes climáticos de un primer frente frío escoltado por el viento y la llovizna. La víspera los espectadores cumplieron su ritual vespertino en el teatro Mella, que hoy recesa, a cuya escena concurrieron el Stuttgart Ballet con un acercamiento paródico a la danza clásica, asumido por Sue Jing Kang y Jason Reilly.
Este último protagonizó también el solo Ballet 101, estreno en la isla del coreógrafo Erick Gautier -autor además de la música y el vestuario-, quien recurrió a la rutina del entrenamiento cotidiano en el salón de ensayos, llevado hasta un límite exasperante y abordado desde una ironía risueña, humorística
Un momento especial fue la presencia del Ballet Estable del teatro Colón, de Buenos Aires, con Encuentro, pas de deux creado por Lidia Segni a partir de la música siempre poderosa de Astor Piazzolla y su renovación en profundidad del tango al que dotó de un nuevo canon estético.
Encuentro personificado por dos bailarines de talento y destreza técnica envidiables, cuerpos expresivos llevando el hilo de un diálogo cargado de sugerencias. Ledo brillando con su fuerza interpretativa, la altivez de una danza en la que cada músculo, cada resorte del cuerpo estuvo dotado de una elocuencia singular, propia.
El resto del programa transcurrió por un cauce apacible, en aguas de la diversidad, con otro estreno, esta vez de Thierry Malandain (Mozart á 2), del Malandian Ballet de Biarrtz, una propuesta contemporánea; Chaikovski pas de deux -en escena la pieza de Balanchine, siempre revisitada-; las Rítmicas de Ivan Tenorio y su contrapunteo de la técnica académica y elementos de las danzas populares cubanas.
En la barra de ejercitación Verónica Coveas y José Losada componiendo sus Rítmicas. En su momento esa pieza estuvo iluminada por la gracia y sensualidad de Amparo Brito, quien la convirtió en un clásico.
Ya casi en el cierre el Royal Ballet con Farewell, pas de deux de Winter Dreams, la famosa coreografía de Kenneth MscMillan, con Tamara Rojo y Nehemiah Kish en los protagónicos, ambos cumpliendos con los requerimientos precisos, y una destacable interpretación de la música de Chaikovski en manos del pianista cubano Leonardo Milanés.
El flamenco sobrevino al final, con un espectáculo coreografiado por Antonio El Pipa, quien suscribió también la dirección artística. Un flamenco que apeló al desborde en sus cantiñas, soleás y bulerías.
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