Pavel López Guerra - Alma Mater.- Abogado, político, diplomático, educador, fundador del Directorio Revolucionario y una de las figuras clave en la historia de las luchas estudiantiles contra la dictadura de Fulgencio Batista, el pensamiento y la acción de René Anillo devinieron protagonistas este 12 de abril durante el lanzamiento de su obra póstuma, Que nuestra sangre señale el camino, en la Universidad de La Habana, donde iniciara su labor combativa.
Memorias y reflexiones acerca de su tiempo y de las gestas independentistas que le antecedieron, unidas a documentos históricos procedentes de su archivo personal, materiales publicados en la prensa de la época y un basto conjunto gráfico, integran el texto de la Casa Editora Abril, que tuvo su presentación oficial en la Facultad de Derecho a la que asistió el autor durante sus años de juventud.
De joven delgado y enérgico que hablaba con tal vehemencia que nos convocaba a todos, catalogó al héroe su viuda Aimée Badía, quien repasó los años y circunstancias en que se formó la peculiar sensibilidad de su esposo.
Badía leyó algunas de las cartas que escribiese Anillo durante su exilio forzado tras el enfrentamiento al régimen dictatorial en la década del cincuenta del pasado siglo, incidente que lo llevó a expresar: «La agonía de Cuba la siento cerca…Yo me debo a la humanidad y por ella doy todo…Tengo un sagrado compromiso con mi patria, con mis muertos, y lo he de cumplir».
El Comandante Faure Chomón, a su vez, evocó los años de duro enfrentamiento a las fuerzas represivas del tirano, aquella policía, según sus palabras, devenida «una máquina de moler a los jóvenes que desesperados tomaban las armas».
Los estrechos lazos con valiosas figuras del momento como José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez fueron diseccionadas durante su intervención, en la cual no quedaron en el olvido momentos decisivos de la Historia patria, como la fundación del Directorio Revolucionario y la firma de la Carta de México, definida por Faure como «El Manifiesto de Montecristi de nuestra generación».
«Discutíamos. Evitábamos la lisonja y las frases complacientes», afirmó, «Éramos duros entre nosotros, pero sabíamos ser hermanos. A la discusión seguían siempre el abrazo y el compañerismo».
Estrenado como miembro de la Juventud del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), con una ejemplar trayectoria en la lucha tras los muros académicos y, al concretarse el triunfo revolucionario, como trabajador del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Jefe del Departamento Legal, y profesor en la Escuela de Derecho, Anillo fue recordado por sus amigos de generación como un intelectual joven que no escribía con el interés de publicar, sino para desahogar su inquieto pensamiento.
Ilustrado en portada con una revuelta de aquellos años en la mítica escalinata universitaria, e intitulado con la frase más recordada del Testamento político de José Antonio Echeverría, figura cimera del movimiento estudiantil revolucionario, el volumen ve la luz como parte de la colección Testimonio, del sello Abril.
En el acto estuvieron presentes, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón de Quesada, el Rector de la Universidad de La Habana, Gustavo Cobreiro, junto a jóvenes y combatientes.