Norland Rosendo González - Cubahora.- Entre las transformaciones estructurales que auguran para Cuba una economía más eficiente y próspera, y mayor autogestión, está la creación de cooperativas más allá del sector agropecuario, donde son tradición.

 


 

Sobre los desafíos, perspectivas y beneficios que tal paso supone, Cubahora conversó con la doctora Grizel María Donéstevez Sánchez, profesora titular de Teoría Económica, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, en el centro del país, quien desde hace tres décadas investiga sobre cooperativismo agrícola, y actualmente trabaja -como coordinadora del Grupo de Nuevas Figuras Productivas- en una propuesta de viabilidad de las cooperativas para la construcción de viviendas en Cuba.

 - Doctora, partamos de definir qué es una cooperativa 

Es la asociación consciente y voluntaria de los miembros (socios) que la constituyen, a partir de un patrimonio que gestionan y/o administran de conjunto. Su constitución obedece al interés de sus miembros de satisfacer sus necesidades, las de la familia y las de la sociedad. No tienen como fin la ganancia y eso las diferencia de las empresas capitalistas, aunque sí presuponen la garantía de cubrir los gastos con los ingresos. Este concepto, manejado internacionalmente, responde a la forma en que se organizaron las primeras cooperativas en el siglo XIX, en Inglaterra. 

- ¿Cómo surgen las cooperativas? 

La historia refiere que en 1846 los trabajadores ingleses encontraron en la cooperativa una forma para paliar la crisis capitalista de entonces. El limitado acceso a los víveres de primera necesidad —debido a los altos precios de los grandes almacenes— hizo que algunos trabajadores unieran recursos para comprar mercancías que luego vendían por un pequeño margen con el cual cubrían los gastos. Los sobrantes podían ser vendidos al resto de la sociedad a un precio más elevado; luego, la diferencia de precios les permitía adquirir nuevamente mercancías y así continuar la actividad económica con beneficio para los socios y la sociedad. 

“Si algo es interesante de esta experiencia es que las ´cooperativas de consumo’ —nombre que recibieron con posterioridad— demostraron la capacidad de los trabajadores para organizar de forma colectiva la actividad económica a favor del grupo integrante y de la sociedad; demostraron así que podían gestionar la economía de forma colectiva. 

“La continuidad del cooperativismo la encontramos hoy en la economía mundial. Este sigue siendo un paliativo a las crisis capitalistas, sobre todo en los países subdesarrollados. 

“El 2012 fue declarado Año Internacional del cooperativismo por la ONU. En octubre se realizó en Québec, Canadá, una cumbre mundial sobre cooperativismo en la que participaron más de mil 500 especialistas del tema y más de dos mil representantes de organizaciones regionales e internacionales de cooperativas. Por Cuba asistió una pequeña delegación. 

- ¿Por qué el interés internacional en este tipo de organización empresarial? 

La Organización Internacional de Cooperativas plantea que estas agrupan alrededor de mil millones personas y en algunos países generan una parte no despreciable del PIB. Esto explica parte del interés que generan a nivel global. Existen en casi todos los países y, por lo tanto, contribuyen en gran medida al crecimiento de las economías donde se establecen. 

“En Cuba se amplía el cooperativismo al sector no agropecuario, lo que aumenta el interés por conocer las experiencias de estas asociaciones en las últimas décadas. En la Cumbre de Québec se hizo un balance del papel de las cooperativas en el contexto de la crisis mundial actual. Representantes de círculos académicos y organismos allí representados señalaron la capacidad de las cooperativas para paliar los efectos negativos de las crisis, frente a las grandes empresas capitalistas. 

“También destacaron su capacidad de generación de empleo y de reacción frente a la especulación financiera”. 

- ¿Esta experiencia es también positiva en Latinoamérica? 

De forma general, son positivas las experiencias. Los estudiosos consideran que en el capitalismo esta es una opción de vida sostenible para un importante porcentaje de la población, que atendiendo a su situación vulnerable está marginada. Tiene una larga historia en países como México, Argentina, Uruguay, por mencionar algunos. Su papel en los procesos de desarrollo del continente es desigual. 

“En sus mejores momentos se encuentra muy ligada a los movimientos de izquierda, a las luchas sindicales; aunque pareció languidecer hacia finales de los años 80 del siglo XX, por los efectos de la política neoliberal. 

“Con los gobiernos democráticos, se reavivó. Es muy alentador conocer que ante el abandono de los dueños de las fábricas quebradas en Argentina, durante la crisis de la pasada década del 90 en aqueo país, los trabajadores mantuvieron su control, gestionaron su actividad y las recuperaron, y esto lo hicieron mediante cooperativas, únicamente para mantener el empleo. Pudiera parecer algo privativo de Argentina, pero las “fábricas recuperadas” por los obreros son muy comunes en casi todo el Cono Sur, en lo que se conoce como cooperativas de trabajo asociado, o de trabajadores”. 

- ¿Qué novedad aportan al concepto inicial estas “Cooperativas de Trabajadores”? 

La unión voluntaria de trabajadores se hace para gestionar o administrar un patrimonio que no les pertenece. En caso de fábricas u otro tipo de actividad productiva, los socios pueden obtener en usufructo o arrendamiento el derecho a explotar los medios y bienes disponibles para producir o prestar servicios; los socios portan su trabajo. Es algo parecido a lo que ocurrió en Cuba cuando se fundaron las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC), en 1993. 

“En las fábricas recuperadas, a las que hacía referencia, los trabajadores se organizaron para mantenerse empleados, asumieron la organización, el control y la dirección de la empresa, y dieron continuidad a la producción; en su mayoría no recibían retribución alguna. El Estado intervino para brindar apoyo o favorecer a los obreros, en las licitaciones de las fábricas ante la quiebra. En las localidades, por supuesto, se promovió la participación de las familias, los sindicatos y la población beneficiaria, para defender la formación de la cooperativa.

“Solo a partir de la recuperación, los socios pueden decidir adquirir el patrimonio o ampliarlo; pero eso depende de los resultados y de la decisión en común adoptada por la asamblea de socios. Es por ello que se insiste en que el objetivo supremo de las cooperativas no es la ganancia; si bien su éxito radica en que pueda reproducir la actividad económica, para lo que fue fundada cubriendo sus gastos con los ingresos. 

“Si los resultados económicos son prósperos, los ingresos de los asociados mejoran y con ello su nivel de vida. A su vez, pueden cumplir con las obligaciones contraídas, logrando fondos para su distribución de forma colectiva e individual. Aquí es importante la responsabilidad social que adquieren los socios al formar una cooperativa, donde es decisiva la participación en la toma de decisiones”. 

- ¿Qué diferencia a las cooperativas de otras formas de gestión económica? 

Lo primero es no tener como objetivo supremo la ganancia. Las cooperativas se sustentan en determinados principios y valores. Entre estos últimos, la solidaridad, la igualdad, la ayuda mutua, la honestidad, la transparencia y la responsabilidad social. Estos la identifican como tipo especial de empresa basada en el trabajo cooperado, la acción y dirección colectiva de los miembros que la conforman’. Así logran acercarse a un tipo particular de organización socialista de la producción y por ello es posible su existencia en el tránsito al socialismo. 

“El cumplimiento de los principios del cooperativismo convierte a sus socios en trabajadores con capacidad de gestionar las más diversas actividades económicas sobre la base de la propiedad de grupo o social”.

- ¿Cuáles son los principios que hacen de la cooperativa una forma de gestión nueva y participativa? 

Se identifican como principios del cooperativismo: la voluntariedad, la cooperación, la decisión colectiva e igualdad de derecho de los socios; la autonomía y sustentabilidad económica; la disciplina y la educación cooperativas; la responsabilidad social, la contribución al desarrollo y al bienestar de sus socios y familiares, y la colaboración y cooperación entre cooperativas y con otras entidades. Ninguno puede ser soslayado en las acciones que asuma la gestión en la cooperativa.

“Desde su fundación, la cooperativa exige la voluntariedad de los miembros a integrarla, lo cual asegura el compromiso de los asociados con las acciones que acometerá la asociación y será la garantía de estabilidad y compromiso de cada uno de sus integrantes. Su éxito está en el cumplimiento de los principios de autonomía en la gestión y en el control democrático de sus miembros. 

“Vale señalar que, cuando se dice que los socios administran de conjunto la cooperativa, se está precisando, como condición indispensable, la participación activa de estos en las decisiones sobre la producción, la distribución de ingresos, las inversiones, el control sobre los recursos, entre otras. 

“Las decisiones se toman con la participación de los socios, sin intromisión de terceros que puedan lastrar la actividad económica; la independencia sobre sus actos permite la sustentabilidad y el crecimiento en beneficio del colectivo y de la sociedad. 

“La autonomía y sostenibilidad en un inicio pueden tener como objetivo la satisfacción de las necesidades de sus integrantes y provenir de individuos aislados o de un conjunto de ellos; estas son de diversa índole: garantizar empleo estable, utilizar capacidades productivas o riquezas naturales ociosas en localidades o territorios, rescatar producciones en oficios o empleos que solo admiten la explotación en pequeña escala; aprovechar un patrimonio individual o familiar que solo puede ser explotado de forma colectiva”.

Cuba-Cooperativas no agropecuarias: apuesta por la autogestión y la eficiencia económica (parte II)

La actualización del modelo económico cubano prevé la creación de cooperativas no agropecuarias, de primer y segundo grados. Ya comenzaron los experimentos en diversos sectores, lo que ha sido calificado como un paso importante para garantizar mayor autogestión y eficiencia en la producción y los servicios.  

Cubahora presenta la segunda parte del diálogo con la doctora Grizel María Donéstevez Sánchez, profesora titular de Teoría Económica, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, en el centro del país, quien desde hace tres décadas investiga sobre cooperativismo agrícola y actualmente trabaja como coordinadora del Grupo de Nuevas Figuras Productivas, en una propuesta de viabilidad de las cooperativas para la construcción de viviendas en Cuba

- A su juicio, ¿cuáles son los tipos de cooperativas que más se avienen a lo que el país necesita? 

En noviembre de 2012 fueron aprobados dos decretos leyes y varias resoluciones que permiten la formación de cooperativas fuera del sector agropecuario. Los Decretos Leyes 305 y 306 tienen carácter experimental y cumplen lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. Solo después de la validación en la práctica de la viabilidad de las cooperativas que sean objeto de experimentos se podrá aprobar una legislación general sobre cooperativas, inclusiva para todos los sectores de la economía nacional. 

“A partir de la experiencia internacional y nacional, pueden ser adoptadas diferentes formas de cooperativas atemperándolas a las peculiaridades de nuestra economía. Se plantea que existan cooperativas de primer y segundo grados. Esta definición esta ceñida al nivel de desarrollo que alcanza la cooperación entre los productores. Las de primer grado son del tipo de organizaciones que conocemos en la agricultura. Las de segundo grado presuponen la unión de varias cooperativas, con el objetivo de organizar actividades complementarias afines, o que agreguen valor a los productos y servicios, o comercialicen los resultados de la actividad económica de las cooperativas que las conforman. 

“Por el tipo de actividad económica, las cooperativas pueden ser de producción, de servicios y de consumo. Existen en todos los sectores: agrícola, construcción, transporte, gastronomía, viviendas, turismo, entre otros. La diferencia principal en los tipos de cooperativas está en el origen y en cómo gestionan el patrimonio que poseen colectivamente. 

“Aunque en el país solo existe hasta hoy el cooperativismo en el sector agropecuario, este tiene varias modalidades. Tenemos las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC) y las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS). Aunque son todas de este sector y su componente social son los campesinos o trabajadores agrícolas, se diferencian por el origen del patrimonio que poseen y explotan, y por la forma en que gestionan su actividad. 

“Las CPA se fundaron con la unión voluntaria de las tierras y medios de producción agrícola propiedad de los campesinos. Su gestión se ejerce, a partir de la propiedad colectiva sobre los medios y la tierra, mediante la asamblea de socios. El fruto del trabajo colectivo proporciona los ingresos, que se distribuyen de forma individual y colectiva. 

“En las UBPC, los trabajadores, convertidos en cooperativistas, recibieron las tierras del Estado en usufructo para su explotación; los medios e insumos fueron adquiridos paulatinamente a través del trabajo de los socios, con lo que formaron el patrimonio colectivo de la cooperativa. También son dueños de los resultados de la producción y deciden en colectivo el destino de los ingresos.

“Otro es el caso de las CCS. En estas, los campesinos propietarios o usufructuarios de tierras se unen solo para recibir servicios y créditos, viabilizar los suministros y contratar las ventas de la producción. Solo en algunos casos, en las llamadas CCS Fortalecidas, pueden tener algún medio de producción en propiedad colectiva para realizar labores colectivas. En este tipo de cooperativa los socios mantienen la propiedad o el usufructo sobre los medios y la tierra, al tiempo que la gestión sobre ambos sigue siendo privada. 

“Las cooperativas también se diferencian por el sector de la economía en el que se constituyen, el cual les imprime su sello característico”. 

- ¿Qué roles se asignan a las cooperativas en el modelo económico cubano, hoy en proceso de actualización? 

Las cooperativas son un tipo especial de empresa que se integra en todos los momentos al sistema de relaciones económicas, es decir a la producción, la distribución, el cambio y el consumo, en todos los niveles: nacional, territorial y local; crea capacidades para la introducción de iniciativas e innovaciones tecnológicas y sociales, que amplían las posibilidades de desarrollar el tejido empresarial. 

“Los lazos de cooperación establecidos entre las unidades productivas y de servicios que forman las cooperativas completan las cadenas productivas y de valor, y rompen el aislamiento relativo que implica la sectorialización. 

“El cooperativismo permite que estas organizaciones, cuya escala de producción casi siempre es pequeña o mediana, puedan ser competitivas y sostenibles en el tiempo. Son fuentes de empleo, de incremento de la producción y de los servicios, a partir del aprovechamiento de recursos naturales y económicos locales. 

“Este tipo de organismo social está llamado a ser uno de los componentes esenciales de la economía a escala local. Su responsabilidad social permitirá el crecimiento económico y el desarrollo en general y los valores y principios que le son característicos permitirán que su gestión sea una inmensa oportunidad de aprendizaje colectivo continuo”. 

- ¿Existen barreras que pudieran entorpecer la introducción de esas nuevas cooperativas en Cuba? 

Los elementos que limitan la generalización del cooperativismo en nuestra economía van desde lo histórico y lo legal, hasta aquellos propios del modelo de construcción del socialismo adoptado en el país. 

“Desde lo histórico es bueno reconocer que en Cuba, antes de la Revolución, no había tradición de formar cooperativas, como sí ocurrió en el resto de América. El cooperativismo como movimiento se inscribe a partir de las leyes agrarias y como parte de la transformación socioeconómica que propiciaron estas en el campo. 

Aun así, se limitó a las formas más simples y es por ello que las CCS es el tipo más antiguo y simple de cooperativas existentes hasta hoy. 

“La falta de un marco legal para el cooperativismo fuera del sector agropecuario ha limitado su creación, pese a que existen en diversos sectores relaciones de cooperación que, aunque informales, constituyen la base social principal para las cooperativas. Ejemplo: las brigadas de constructores que combinan el trabajo individual especializado de albañilería (construcción de placas, repello, paredes y azulejar mesetas, entre otros).

“Hay que agregar que la Constitución de la República solo considera la propiedad cooperativa en la actividad agropecuaria. A partir de aquí, en el modelo económico de construcción socialista adoptado se desestimaron las formas cooperativas en otros sectores. Por tanto, no existe un sistema de gestión para este tipo de cooperativas, que recoja la experiencia acumulada por las agrícolas y esté acorde con los cambios que se perfilan. 

“Para la ampliación del cooperativismo en las condiciones actuales hay que definir su modelo de organización y gestión, basado en sistemas participativos, democráticos y flexibles que faciliten los procesos de cooperación y especialización productiva, teniendo en cuenta las particularidades de cada sector”. 

- ¿Cuáles han sido los principales problemas de las cooperativas agropecuarias? 

Reflexionar sobre el movimiento cooperativo agrario como parte de la actualización del modelo económico es un imperativo, primero, para la recuperación de ese sector, y segundo, para que el nacimiento de las nuevas cooperativas esté favorecido por las buenas prácticas del cooperativismo agrario y no por sus limitaciones.

“En líneas generales, los problemas del cooperativismo agrario que deben ser superados son: la rigidez de la legislación referida a la formación, tipos y gradaciones de la cooperación en la rama; las limitaciones que imponen a las cooperativas los actuales mecanismos económicos, estructuras organizativas y de dirección, que limitan la autonomía en la gestión y, por lo tanto, su consolidación; y, por último, el crecimiento del sector privado, junto a la ausencia de medidas suficientemente eficaces para el fortalecimiento de la gestión cooperativa en las UBPC y las CPA”. 

- ¿Hay una adecuada percepción del cooperativismo en nuestro país? 

En general, la población alberga sentimientos más nobles hacia las cooperativas que hacia las formas privadas de economía. Sin embargo, no siempre conoce bien las ventajas que las cooperativas pueden propiciar. La percepción puede variar en dependencia del conocimiento que se tenga de buenas prácticas del cooperativismo agrario nacional o del internacional. 

“En estos criterios juega un papel importante la divulgación por los medios de comunicación. No siempre las cooperativas de éxito son referenciadas y últimamente parece que el sector privado es más beneficiado por los medios, que las formas colectivas de producir. Los referentes universales y de la región latinoamericana y caribeña han estado permanentemente ausentes, por lo que existe muy poca información sobre estos en la población, y acerca de sus posibilidades en nuestras condiciones. 

“La ampliación del cooperativismo como parte de la actualización del modelo económico exige mayor divulgación de las experiencias, gradualidad en su introducción, legislación flexible como garantía del éxito y capacitación de los encargados de inducirlo y practicarlo. Todas estas acciones requieren tiempo y por eso el país ha iniciado la ampliación con dos decretos leyes 305 y 306 que permiten llevar a cabo determinadas experiencias”.

¿Qué potencialidades tiene Cuba para estimular el cooperativismo? 

Están referidas con anterioridad, pero es bueno recordar que el cooperativismo es una alternativa para la superación de los límites de la producción privada en pequeña escala y que existe una base social en las distintas ramas, un sector privado (trabajadores por cuenta propia) creciente, y relaciones de cooperación no formalizadas, a las que la formación de cooperativas les son propicias y necesarias. 

- ¿No hubiera sido más aconsejable estimular primero el cooperativismo y después el trabajo por cuenta propia? 

A muchos nos puede parecer que a la medida de ampliar el trabajo por cuenta propia debió antecederle la ampliación del cooperativismo, sin embargo, si analizamos integralmente la estructura socioeconómica del país y sus variaciones en los dos últimos decenios, veremos que en la mayoría de los oficios en que se amplió, el trabajo por cuenta propia este existía de manera informal. 

“Luego, la legislación lo que ha hecho es crear el régimen legal para esos ciudadanos y ampliar tal opción para aquellos que en el sector estatal y cooperativo campesino, a raíz del reordenamiento laboral, no tendrían posibilidades de empleo. 

“También están las limitaciones al cooperativismo a que nos referimos antes. No obstante, la agilidad en la introducción de las cooperativas no agropecuarias dependerá de cuán viables sean los proyectos de cooperativas que se presenten y qué progreso muestren allí donde surjan. 

“Por último, no olvidemos que la base social más importante para la formación de cooperativas que existe hoy en cada territorio son los trabajadores por cuenta propia”.

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