José Luis Rodríguez* - Cuba Contemporánea.- En los próximos días hará un año de que se anunciara oficialmente el inicio del proceso de unificación monetaria en el país, y a lo largo del tiempo transcurrido desde entonces el tema ha mantenido presencia en los medios y en las discusiones entre la población. Sobre este asunto, en un comentario de finales del pasado año se subrayaba “no debe perderse de vista que se trata de un complejo proceso interrelacionado con el programa de transformaciones estructurales en curso, y que requerirá tiempo para su aplicación gradual”.


Sin embargo, algunos trabajos publicados desde entonces –si bien han destacado la complejidad de este proceso– no han resaltado las razones que llevan a considerarlo así, lo que ha llevado, en ocasiones, a pensar que se trata de un conjunto de medidas que únicamente depende de la toma de decisiones y que estas no tienen por qué demorarse.

Parece entonces válido retomar el tema para tratar de entenderlo mejor.

Al respecto es necesario recordar que la implantación de un régimen de dualidad monetaria en agosto de 1993 se decidió para alcanzar objetivos de gran importancia a corto plazo. En primer término, evitar una fuerte devaluación del peso cubano, cuya tasa de cambio oficial se situaba en un peso (CUP) igual a un dólar (USD), cuando en la economía informal las cotizaciones llegaron a niveles de 120 a 150 CUP por USD en los primeros meses de 1994.

En las condiciones que enfrentaba el país entonces una decisión de ese tipo –que también podía acompañarse de un cambio de moneda, como proponían algunos economistas– hubiera provocado un impacto de consecuencias imprevisibles, ya que implicaba modificar de una sola vez toda la contabilidad social y ajustar abruptamente los parámetros de funcionamiento de las empresas, así como el poder de compra de la población, en una coyuntura de descenso sostenido del PIB.

Resultó entonces preferible introducir modificaciones graduales para segmentar las relaciones económicas entre las empresas, diferenciando aquellas cuyos resultados podían generar divisas a corto plazo –las cuales comenzarían a operar directamente en moneda convertible– de aquellas que debían mantenerse trabajando en moneda nacional (CUP), al tiempo que estas últimas eran sometidas a un proceso paulatino de redimensionamiento, y se les asignaban centralmente los recursos en divisas indispensables para su operación.

Por otra parte, al autorizarse la circulación legal de un grupo de monedas extranjeras en el país con el Decreto Ley Nº 140, se abrió paso a la tenencia de divisas mediante remesas para un segmento de la población, lo cual permitió al país recibir recursos que el Estado colectaría a través de un impuesto sobre las ventas en las tiendas de recaudación de divisas (TRD) especialmente diseñadas para ello, en tanto parte de la población podría acceder a la compra de diversos bienes en los mencionadas establecimientos.

Esta decisión –valorada como inevitable en esas circunstancias– introducía una diferenciación en las entradas de la población. Para tratar de mitigar sus efectos, el gobierno estableció claramente una política de redistribución de los ingresos captados en las TRD a favor de toda la sociedad, posibilitó el acceso a la moneda fuerte mediante su adquisición en moneda nacional y creó sistemas de estimulación en divisas para los trabajadores.

De tal modo, se estima que en el primer año de aplicada esta medida entraron al país unos 537 millones de dólares por esa vía, lo cual permitió a una parte de los cubanos –estimada en el 21% del total– recibir ingresos que en ese contexto podrían considerarse extraordinarios, al tiempo que el Estado se nutría de recursos indispensables para cubrir necesidades elementales de quienes no tenían acceso a esos recursos.

Complementariamente se crearon las Casas de Cambio en octubre de 1995 (CADECA), las cuales permitieron convertir la liquidez acumulada en CUP en USD o CUC, a una tasa de cambio determinada por el mercado. Esa tasa fue inicialmente de 35 CUP por USD/CUC y varió hasta la actual, de 24/25 CUP por CUC.

Por otra parte, desde el punto de vista de la política económica, puede decirse que la dualidad monetaria facilitó la inversión extranjera, al crear mejores condiciones para operar directamente en moneda convertible en una economía segmentada que no llevaría a cabo una devaluación monetaria abrupta.

No obstante, el régimen de dualidad monetaria en Cuba siempre se concibió como temporal y en el V Congreso del PCC, celebrado en 1997, ya se había establecido la necesidad de su eliminación gradual, dadas las complejidades asociadas con su operación en la medida en que la economía se recuperaba.

En resumen, los beneficios de la dualidad monetaria a corto plazo se materializaron en la creación de condiciones para el rápido incremento de la inversión foránea a partir de 1994, el establecimiento de esquemas de autofinanciamiento descentralizado en moneda convertible para empresas estatales, el ingreso de remesas al país y la implementación de esquemas de estimulación en divisas a partir de 1993 para trabajadores estatales, siempre de acuerdo con los resultados del esfuerzo laboral.

Sin embargo, los beneficios a corto plazo comenzaron a ser superados por los costos que imponía la dualidad monetaria en la medida en que esta se extendió en el tiempo. Entre ellos estaba la dificultad para medir adecuadamente la actividad económica del país al sumar costos imputados en CUP con los calculados en USD/CUC.

Desde finales de los años 90 se hizo evidente la necesidad de emprender un proceso de reunificación del sistema monetario en el país, pero numerosos obstáculos impidieron entonces llevarlo a cabo de manera expedita. 

Cuba: revisando las expectativas y alcances de la unificación monetaria (II)

Cuando se planteó a finales de los años 90 la posibilidad de avanzar hacia la reunificación monetaria del país,[1] esta decisión se tomó en un momento en que hubo que enfrentar simultáneamente las deformaciones económicas existentes, las consecuencias del Período especial y la presión acrecentada del bloqueo norteamericano, unida a una crisis económica internacional que se hizo recurrente a partir de los años 2000.

Sin embargo, el principal obstáculo que se pondría de manifiesto ya desde entonces es que ese proceso no podía emprenderse como una medida aislada, sino que era necesario un conjunto de transformaciones en el modelo económico cubano para que resultara exitoso.

Esa premisa solo se pondría en marcha a partir de la aprobación del proceso de actualización de la política económica que se recoge en los Lineamientos aprobados en abril de 2011. Pero aun en ese momento se afirmaba que “se avanzará hacia la unificación monetaria, teniendo en cuenta la productividad del trabajo y la efectividad de los mecanismos distributivos y redistributivos. Por su complejidad, este proceso exigirá una rigurosa preparación y ejecución, tanto en el plano objetivo como subjetivo”.[2]

La aprobación del cronograma para iniciar este proceso se dio a conocer mediante una nota oficial en octubre de 2013. En ella se expresaba que los principales cambios en una primera etapa involucrarían a las personas jurídicas y se comenzaría por la preparación de condiciones para elaborar normas jurídicas, así como la introducción de cambios en los sistemas informáticos para cubrir las modificaciones en las normas de contabilidad y en los registros correspondientes.

Con posterioridad se publicaron en marzo de 2014 las resoluciones No. 19, 20 y 21 del Ministerio de Finanzas y Precios, en las que se establecen los procedimientos contables para registrar el proceso de eliminación del peso convertible (CUC) en las relaciones entre entidades económicas y precisar la reevaluación de activos y pasivos a que ese proceso dará lugar.

Todas estas modificaciones deben partir de que los registros contables correspondientes se encuentren actualizados para proceder a los cambios correspondientes en el momento en que se tome la decisión de realizarlos, por lo que –tomando en cuenta los problemas que ha presentado la contabilidad empresarial– se requiere un esfuerzo especial y un período para llevarlo a cabo adecuadamente.

En esta primera fase se trata en esencia de un doble proceso. Por un lado se unificarán las monedas, permaneciendo solo el peso cubano (CUP) en circulación, pero la mayor complejidad radica en la modificación de la tasa de cambio del peso frente al peso convertible (CUC), que hoy es de 1:1 y equivale a 1 dólar norteamericano (USD). Esta tasa deberá ajustarse, y como evidentemente con un CUP no puede adquirirse un USD, el mismo deberá devaluarse para reflejar el valor real de la divisa en nuestra moneda nacional.

La velocidad y el modo en que se emprenda la devaluación de la tasa de cambio oficial son de gran importancia, tomando en cuenta que en una sociedad como la cubana no es posible que esta llegue de la mano con los negativos efectos típicos de las políticas neoliberales que se han aplicado en otros países.

En este caso, y a los efectos de conocer experimentalmente los efectos de esta medida, ya se han ensayado desde 2012 diferentes tasas de cambio, que han llegado a 10 CUP por CUC en las ventas de productos agrícolas al turismo. En la agroindustria azucarera se utiliza un sistema múltiple de tasas de cambio, y un grupo de empresas comprendidas en el experimento empresarial en curso, así como una cooperativa de servicios de transporte, están trabajando con tasas de 10 CUP por CUC.

En relación con los impactos de la devaluación cabe señalar que la misma tenderá a beneficiar a las empresas exportadoras en la misma medida en que recibirán una mayor cantidad de pesos por cada divisa que ingresen. Por el contrario, la devaluación tenderá a limitar las importaciones, en tanto las empresas tendrán que erogar una mayor cantidad de pesos por cada importación en divisas que realicen, lo cual debe estimular su sustitución.

Lógicamente, una vez que se ajusten los registros contables de las empresas habrá que realizar un análisis de su rentabilidad en las nuevas condiciones. En este caso, aquellas que presenten una situación de irrentabilidad temporal podrán recibir un apoyo mediante la política fiscal y monetaria del país hasta que puedan recuperarse. En las nuevas condiciones, las empresas que –incluso hoy– son irrentables deberán reestructurarse, siguiendo los procedimientos que están definidos para estas situaciones. 

Notas:

[1] En la Resolución Económica del V Congreso del PCC celebrado en octubre de 1997 se planteaba: “Esta dolarización no es lo normal y de ella saldremos tan pronto sea económicamente factible”. Al definir los principios de la política monetaria a aplicar se destacaba que “reviste particular importancia avanzar de forma gradual en la determinación de un tipo de cambio más adecuado (…). Contar con tal tipo de cambio, además de hacer más eficientes las diferentes políticas regulatorias que inciden en las empresas, permitiría ir a una paulatina eliminación de la doble circulación monetaria”. Partido Comunista de Cuba: “Resolución Económica V Congreso de Partido Comunista de Cuba”, Editora Política, La Habana, 1997 pp. 7-8 y 24.

[2] VI Congreso del Partido Comunista de Cuba: “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”, aprobados el 18 de abril de 2011, p. 15.  

Cuba: revisando las expectativas y alcances de la unificación monetaria (III)

Cubierta la primera etapa de la reunificación monetaria respecto a las personas jurídicas, se emprenderá el proceso correspondiente a las personas naturales. Al respecto es pertinente recordar que las operaciones en divisas entre el Estado y la población se organizaron a partir de octubre de 1995 cuando se creó CADECA, pero –a diferencia de lo ocurrido en el caso de las empresas- desde esa fecha se estableció que la tasa de cambio para esas operaciones se establecería a partir de la que resultara de la relación entre la masa de divisas y la de pesos en manos de la población.

De este modo, la tasa de cambio inicial de CADECA fue de 35 pesos por un dólar/CUC, moviéndose hasta un nivel mínimo de 19 pesos a finales de 1996, lo que puso de manifiesto el fortalecimiento del peso al iniciarse el proceso de recuperación.

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 impactaron negativamente en la economía, por lo que la tasa se elevó a 27 pesos hasta que en el primer semestre de 2005 se fijó en 25 pesos -aumentando nuevamente el poder de compra del peso cubano-, una cifra que se mantiene en la actualidad.

En este punto vale la pena destacar que la venta a la población de dólares y CUC hasta finales de 2005, y de CUC a partir de entonces, desempeñó un importante papel para reducir el exceso de liquidez en pesos que se generó entre 1990 y 1994 mediante el mecanismo de venta de las tiendas de recaudación de divisas, con un elevado impuesto sobre las ventas.

Durante un número de años el mecanismo empleado permitió reducir la presión inflacionaria, al tiempo que devolvió una parte del poder de compra a los pesos en circulación, pero sin acudir a una devaluación abrupta o al cambio de moneda, en tanto se estimulaba el ingreso de divisas al país y se ganaba tiempo para aumentar la productividad del trabajo e incrementar paulatinamente el salario real de los trabajadores.

Sin embargo, la obtención gradual de un nuevo nivel de equilibrio entre precios e ingresos se extendió mucho en el tiempo y el procedimiento aplicado no apuntaba a dar una solución estructural al desequilibrio financiero interno y externo presente en la economía cubana, que impactaba negativamente en la productividad del trabajo y en los ritmos de crecimiento.

Esto solo sería posible hacerlo mediante un cambio sustancial en la política económica que permitiera crear condiciones para poder sustituir gradualmente el sistema de dualidad monetaria vigente desde agosto de 1993.

De este modo, una vez cumplida la primera etapa de este proceso, se crean las condiciones para emprender la segunda, la cual concentra el mayor interés, ya que modificará las relaciones entre el Estado y la población, que hoy se expresan a través de la compra-venta de CUC mediante las casas de cambio.

Los métodos para hacer converger la tasa de cambio para las personas jurídicas y naturales pueden ser diversos, pero necesariamente al final del proceso deberá quedar establecida una sola para todas las operaciones monetarias en el país.

No obstante, en este punto es necesario resaltar que estas transformaciones se llevarán a cabo partiendo de principios inalterables de la Revolución, al excluir la utilización de terapias de choque y el desamparo de la población. Al mismo tiempo, se ha subrayado que ninguna medida en el terreno monetario será para perjudicar a las personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y CUP, e igualmente se mantendrán las políticas sociales que permitan la atención a las necesidades de la población de menores ingresos.

Como se ha expresado reiteradamente, la unificación monetaria permitirá eliminar distorsiones que hoy impiden un manejo adecuado de la economía, pero una solución que permita incrementar la capacidad de crecimiento del país y el nivel de vida de la población solo será posible incrementando la productividad y la eficiencia.

*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.

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