Aylin Herrera Reyes - Foto: Diana Inés Rodríguez - ACN - Video: Mesa Redonda de la TV Cubana.- La Segunda Declaración de La Habana constituye uno de los grandes acontecimientos de la proyección exterior de la Revolución, que respaldó el curso socialista y comunista del proceso, expresaron hoy investigadores durante un panel desarrollado en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). 


A 60 años de su proclamación, Luis Suárez Salazar, profesor de posgrado del centro educativo, aseveró que en la Declaración el autor final es la Asamblea General del pueblo de Cuba, porque se trató de una proclama colectiva y de un justo acto de democracia.

Resaltó que en el documento se encuentran las piedras fundacionales del marxismo cubano y latinoamericano, de las cuales se hace eco la Constitución de la República, aprobada en 2019.

Eduardo Delgado Bermúdez, profesor y otrora embajador de Cuba en la Ciudad del Vaticano, señaló los principales sucesos que llevaron a la realización de la Segunda Declaración de La Habana.

La presencia de Fidel Castro en Naciones Unidas, la derrota imperialista de Playa Girón, y las Reuniones de Consulta de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se habían celebrado previamente, fueron detonantes para las acciones que el gobierno norteamericano emprendió contra la nación caribeña en 1962.

Detalló que la VIII Reunión de Consulta de Punta del Este, celebrada en Uruguay en enero de ese año, tuvo entre sus objetivos más importantes la ruptura del comercio y de las relaciones diplomáticas entre la mayor de las Antillas y el resto de los países de América Latina.

El profesor Delgado Bermúdez subrayó el carácter ilegal de ese cónclave, pues la OEA exigía la separación del Estado cubano, lo cual constituía una aberración jurídica al no estar reflejada en la carta fundacional de esa organización.

La Segunda Declaración identificó los actores potenciales de la sociedad, que por su estatus, podían incidir en los cambios que vivían y aún viven la Revolución y el resto del continente, dijo Rafael Hidalgo Fernández, sociólogo e investigador.

El 4 de febrero de 1962 quedó aprobada la Segunda Declaración de La Habana en acto multitudinario en la Plaza de la Revolución, como respuesta a la expulsión de Cuba de la OEA y en defensa de los principios del proceso revolucionario.

 

Expertos resaltan vigencia de la II Declaración de La Habana

La Habana, 4 feb (Prensa Latina) Investigadores resaltaron hoy la importancia y vigencia de la II Declaración de La Habana, que calificaron de un hecho fundamental de la proyección internacional de la Revolución Cubana.

Durante un panel por el aniversario 60 de este suceso en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Eduardo Delgado, profesor y destacado diplomático, se refirió a pasajes poco conocidos de aquel momento y hechos que le antecedieron y que aparecen en un libro aún inédito denominado La batalla diplomática de Cuba en la OEA.

Entre las revelaciones señaló la confesión del canciller peruano a su homólogo cubano de que su país había sido encargado de convocar a la reunión de San José en Costa Rica en la que se buscaba condenar a Cuba en 1961.

Señaló que para alcanzar los votos necesarios para convocar a la reunión de Punta del Este, Uruguay, Estados Unidos accedió a entregar un préstamo a uno de los países indecisos en su voto.

No obstante, precisó todo lo que se hizo contra Cuba en la OEA era ilegal porque la Carta de su constitución de 1948 no contemplaba la separación de ninguno de sus miembros.

Luis Suárez, escritor e investigador, destacó que la rememoración de este suceso es una oportunidad para retornar a esta historia en la que están las piedras fundacionales del marxismo cubano, latinoamericano y antimperialista y de la proyección externa de la Revolución Cubana.

La II Declaración de La Habana fue un acto de democracia aprobado en la Asamblea General del Pueblo, y además un hecho cultural porque en ella se habla de la necesidad de una batalla de ideas y se produce una ruptura con conceptos tradicionalistas del movimiento comunista mundial.

Rafael Hidalgo, investigador del Instituto de Historia se refirió a los aportes del documento con su análisis complejo de la realidad latinoamericana señalando los sectores que podían liderar movimientos revolucionarios y las causas del subdesarrollo de la región.

En el documento se esbozan problemáticas sociales del continente que aún están pendientes de solución y plantea a la unidad de los pueblos como una necesidad para alcanzar el éxito, añadió.

La II Declaración de La Habana reafirmó el carácter socialista y latinoamericanista de la Revolución y plasmó la decisión de la isla de resistir y construir el socialismo, pese a dificultades o presiones.

Un día antes, el 3 de febrero de 1962, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, firmó la orden ejecutiva 3447 que formalizó el bloqueo contra la isla, medida que buscaba asfixiar a la Revolución y que aún está vigente, pese al rechazo internacional.

 

Segunda Declaración de La Habana: El día en que todo el mundo puso los ojos sobre Cuba

Andy Jorge Blanco - Cubadebate

La Habana, Cuba, Territorio Libre de América. Febrero 4 de 1962. La Plaza está abarrotada. Es la mayor concentración popular desde que triunfó la Revolución tres años atrás. Un niño, sobre los hombros de su padre, mira a la tribuna con unos binoculares.

“Porque esta gran humanidad ha dicho ¡basta! y ha echado a andar”, dice el primer ministro Fidel Castro al finalizar la declaración. Poco antes había sentenciado allí mismo, frente a casi un millón y medio de cubanos: “En todo el mundo están puestos los ojos sobre nuestro pueblo en el día de hoy; los pueblos de todos los continentes están esperando esta respuesta de nuestra patria”.

El joven gobierno revolucionario había convocado a la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo para el 4 de febrero, luego de que Cuba fuera expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA), durante la VIII Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de esa organización, celebrada en Punta del Este, Uruguay, entre el 23 y el 31 de enero de 1962.

En la cita de cancilleres, el gobierno de Estados Unidos utilizó como pretexto el vínculo de la Isla con naciones extracontinentales y lo incompatible del marxismo-leninismo con los principios del Sistema Interamericano, para promover nuevas sanciones económicas contra la Isla y cesar el comercio. Acusaban a Cuba de querer exportar su revolución, como si se tratara de una mercancía, pero “las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos”.

Mientras esto sucedía en Uruguay, en La Habana, el expresidente mexicano Lázaro Cárdenas junto al entonces senador chileno Salvador Allende y otras personalidades como Roque Dalton, Fabricio Ojeda, Pedro Mir y Jacobo Arbenz, inauguraron una Conferencia de los Pueblos a la par de la reunión de cancilleres de la OEA, con el objetivo de apoyar a la Revolución Cubana.

Con la mayoría mínima de catorce votos (dos de ellos comprados por Estados Unidos), en Punta del Este expulsaron a Cuba de la organización. El gobierno revolucionario –representado allí por el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, y el Presidente de la República, Osvaldo Dorticós– votó en contra de la resolución. Se abstuvieron Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador y México. Con la excepción de este último país, todos los gobiernos de América Latina rompieron relaciones diplomáticas con La Habana.

¿Cuál fue la respuesta de Cuba?

En un contexto de transformaciones en el país, producto de la llegada al poder de un gobierno revolucionario hacía apenas tres años, y en medio de la constante injerencia de Estados Unidos para derrocar a la Revolución, se convocó a los cubanos a la Plaza.

El entonces primer ministro, Fidel Castro, presentó la Segunda Declaración de La Habana, aprobada por casi un millón y medio de cubanos que se encontraban allí. En el histórico documento se ratificó lo planteado en la Primera Declaración –también aprobada en consulta popular, el 2 de septiembre de 1960– en cuanto a la posición de Cuba ante la injerencia de Washington.

Hace 60 años, en aquella concentración popular en la Plaza de la Revolución, se condenó la ruptura de relaciones diplomáticas de los países miembros de la OEA –exceptuando a México– con la Mayor de las Antillas.

Un día antes de la Segunda Declaración de La Habana, como si fuera poco, el entonces presidente Kennedy firmó la Orden Ejecutiva Presidencial número 3 447, que establecía el bloqueo total del comercio entre Cuba y Estados Unidos.

Tanto la Segunda como la Primera Declaración de La Habana, y posteriormente la de Santiago de Cuba reflejaron la solidaridad y el internacionalismo como pilares fundamentales de la política exterior de la Revolución Cubana, así como el derecho de los pueblos a la libre autodeterminación y la vocación latinoamericanista de la nación. Dejaron claro que en el Caribe había una Isla rebelde.

Historiadores e investigadores refieren que el documento es, asimismo, expresión del ideario martiano vigente en el proceso revolucionario, al ser un texto antimperialista y de lucha por la libertad de los pueblos. Tanto es así que han pasado seis décadas y mucho ha cambiado, pero si hay algo incólume e irrenunciable es, sin que resulte manido, la soberanía e independencia del país. Quizás por eso los ojos del mundo siguen mirando a la Isla cada vez que ha hecho falta la respuesta de Cuba.

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