«Dame más de este amor,

del candoroso brillo

en que ardemos

en un mundo diferente.

Dame más, de este amor,

en que somos esa piel,

en que somos este sueño

tierno y fuerte». *

Beatriz Ramírez López - Revista Mujeres / Fotos: Natasha Salomé Tachín.- Arte y felicidad son dos palabras que perfectamente conjugan sin ningún contexto. Como si ambas hubieran nacido para estar siempre de la mano. Para la artista plástica Diana Balboa y la cantautora Sara González fueron una constante durante 30 años de vida juntas.


Según Diana, lo más hermoso fue esa comunidad de pensamiento e interrelación tan grande que lograron. No tener ningún reparo, por ninguna de las dos partes, en dejar de ser tolerantes y perceptibles a cambios indispensables para que la vida y el arte siguieran fluyendo.

«En definitiva, somos artistas en este mundo tan complejo. Supimos, primeramente, exponer nuestra condición de autoras y de seres socialmente comprometidos».

La también pintora, dibujante, grabadora y ceramista, que compartió gran parte de su existencia junto a una de las principales cantautoras del movimiento de la Nueva Trova, hizo referencia a la importancia que ambas concedían a sus creaciones desde la sinceridad, la honestidad. «Y así lo fuimos viviendo… sin engañar. Esa era la vida de nosotras en general».

«Dame más de este amor

en que el silencio nace y se pierde

aquella luz antigua

con este amor.

 

Dame más de ese amor,

de ese que asalta el cielo

y que fecunda el vuelo

del presente». *

Con el paso del tiempo, las alianzas creativas y el vínculo de sus artes se hizo irremediable y necesario. «Le consultaba mis cosas, como ella hacía lo mismo conmigo. Integré mi obra al mundo de ella y eso se ve durante un período bastante largo de tiempo en el que estuve tratando el tema de la música como lenguaje dentro de mis creaciones.

«Aprendí mucho, tuve que hacerlo porque así me lo exigían las normativas burocráticas para poder ser la promotora y representante artística de Sara. Pasé cursos que impartía el Ministerio de Cultura, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y demás. Entre ellos, de dirección artística y, por supuesto, era necesario conocer de luces, maquillajes, escenografía y también un poco de historia de la música».

Ello implicó la participación de ambas en el diseño de su trabajo, aunque enfatiza el liderazgo de Sara. Ella siempre con su capacidad creativa.

 

«Llegabas iluminando mi espacio

cansado de rutina y desamor,

con paso firme de andariega

del tiempo,

de olor, de vientos, de lluvia

de sol.

 

Y como copla de dulce melodía

entonabas la húmeda ternura

del que trae en sus manos la

armonía

de la canción que en mi alma se madura». *

El arte ha sido un espacio de invisibilización de las mujeres históricamente y aunque ello se ha ido reivindicando con el devenir del tiempo, aún quedan muchos desafíos para las creadoras en una industria con un machismo fuertemente estructurado.

Al respecto, Diana Balboa comentó que, en blanco y negro y por escrito, hay muchas cosas que están han cambiado. Pero es bien complejo el cambio en las mentes de las personas. «Los retos siguen existiendo y hasta matices de esos retos se han vuelto un poco acerados, un poco difíciles de cambiar».

En palabras de la artista plástica, en el mundo de la música, la presencia de las mujeres es difícil. Casi siempre las ven como voces, como vocalistas. Pero cuando hay mujeres instrumentistas es aún más complejo porque es un mundo bastante masculino, sobre todo la música popular.

Tenemos que estar enfrentando constantemente incomprensiones o, a veces, paternalismos. No es solo el hecho del rechazo por ser una mujer creadora, pero las asumen como un ser que es necesario ayudar, refirió. «Esas cosas ocurren y siguen ocurriendo en las artes plásticas, visuales, en todo tipo de artes y en otras esferas humanas.

«Tenemos muchas leyes que se han modificado, pero hay que insistir más en la educación desde la escuela. Ese respeto es necesario inculcarlo desde edades tempranas. Eso no lo podemos imponer, hay que cultivarlo».

 

«Todo y más

Fuiste, eres y serás.

Todo y más como el milagro

más hermoso que exista.

 

Todo y más,

Todo y más que llena de amor

De verdad». *

«Salíamos caminando para al taller de grabado de la Habana Vieja como a las ocho y media de la mañana y llegamos a la una de la tarde», cuenta Diana. Cualquier persona se le acercaba y la saludaba.

«¿Y tú crees que ella era capaz de decir “no, yo estoy apurada, en otro momento”? No, no. Ella iba para allá adentro a saludar, sentarse y tomar café». 

Esa es Sara, una mujer de pueblo. Tenía mucha empatía con las personas. Divertida, simpática, jodedora, muy cuentera, así la califica su eterna compañera. «Creo que pasé casi tres décadas riéndome. Fueron años felices y muy creativos».

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