La estrategia general de desarrollo del gobierno cubano desde 1959, incluyó una serie de programas y medidas con la que la población se vio beneficiada, tanto en la vida económica, política y social del país, como en la elevación del nivel educacional y cultural. Se puso en marcha un programa de salud universal y gratuita, incluidas la sexual y reproductiva. Estas políticas, aunque se proponían beneficiar a todos por igual, enfatizaron en aquellos sectores con desventaja social. Se diseñaron estrategias que desde el principio estuvieron dirigidasa eliminar las desigualdades existentes en el país en lo económico y en lo social, con énfasis las que sufrían las mujeres en todos los ámbitos.
Se adoptaron leyes que las beneficiaron sin excepción, restituyéndoles sus derechos, tales como: las Leyes de Reforma Agraria (1959,1961), Reforma Urbana (1961), la Nacionalización de la Enseñanza (1961), la Campaña de Alfabetización, que fue la extensión de servicios educativos gratuitos para todos los ciudadanos del país. Esto les facilitó a las mujeres el pleno acceso a la enseñanza de todos los niveles, incluyendo la politécnica y la universitaria. También, para su beneficio, se aprobaron el Códigos del Trabajo y el de la Familia en 1975, lasleyes de la creación de Círculos Infantiles en 1961, y la de Maternidad en 1974, modificada en el 2000 y el 2003, la de Protección e Higiene del Trabajo en 1977, la de Seguridad Social y Código Penal 1979 y la General de la Vivienda.
La transformación social sufrida por las mujeres cubanas a lo largo de todos estos años, es sustancial y abarca todas las esferas de la vida. Muchos de estos indicadores —escolaridad, presencia en la categoría de profesionales y técnicos, participación en los cargos directivos, entre otros— son similares a los que exhiben muchos países desarrollados, del llamado Primer Mundo. Cuba, un país en vías de desarrollo, ha logrado modificar las bases de la estructura de la sociedad y con ellas el lugar de las mujeres, que han avanzado hasta colocarse en posiciones cada vez más cercanas a las de igualdad de oportunidades y posibilidades con los hombres. Apuntamos que no se trata de igualdad de condiciones, porque aún no existen, sino en condiciones cada vez de mayor igualdad.
La inserción de la mujer cubana en el proceso de desarrollo del país debe evaluarse como uno de los fenómenos sociales más exitosos ocurridos después del triunfo revolucionario. Las cubanas hemos sido priorizadas de estos beneficios y también artífices de esas transformaciones. Asimismo, el trabajo socialmente útil y la participación activa en todas las esferas de la sociedad han pasado a formar parte de este proyecto de vida.
En la actualidad un número elevado de cubanas ocupan cargos de dirección en niveles importantes. Por ejemplo, para la VIII Legislatura, las mujeres representan el 48,86% de los Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), cifra 5,5 puntos superior a la registrada durante la anterior Legislatura; en el nivel provincial son el 60%, y en el municipal fueron electas como presidentas, vicepresidentas y secretarias el 53,17%.
Sin embargo, en el caso de la elección como delegadas de circunscripciones, aunque se ha avanzado, aún no se alcanzan iguales indicadores.En las últimas elecciones, resultaron electas 4873 mujeres, equivalente a un 33,5 % del total. En este resultado influyeronalgunos obstáculos, como la existencia de patrones sexistas arraigados y la distribución de los roles que provocan determinadas insatisfacciones y que van en contra de esta aspiración, en su mayoría dentro del marco de la atención a la familia y el cuidado de las hijas e hijos, como por ejemplo: el horario en que se programan actividades o reuniones en los centros de trabajo, con quién se deja a los hijos o hijas, quién prepara los alimentos, atiende las labores escolares,entre otras muchas que se mantienen como tareas que corresponden solo a las mujeres.Las mujeres delegadas, como parte de sus funciones, por lo general después de una jornada de trabajo se dedican a las tareas de la familia, así como atender a la comunidad.
También, en estudios realizados en un municipio de la capital se ha podido apreciar que la mayoría de las mujeres delegadas de circunscripciones se enfrentan a situaciones difíciles para el ejercicio de su tarea, que se hace más compleja dentro de la dirección municipal del Poder Popular, que es el contacto directo con la población, conocer las dificultades de los vecinos y las posibilidades para resolver o dar respuesta a las diferentes problemáticas que le son plateadas por los electores. Las dirigentes a nivel local tienen que lidiar con manifestaciones estereotipadas que aún persisten en la población cubana, porque, aunque se puede apreciar la opinión positiva de los hombres con relación a las mujeres dirigentes, todavía escuchamos frases como: ¨Hay mujeres dirigentes que son más hombres que los propios hombres dirigentes¨.Y habría que preguntarse: ¿Es que una mujer no puede dirigir como una mujer?
Se hace necesaria una labor intensa para incrementar la conciencia de género a través de múltiples acciones y replicar las mismas en los dirigentes del Poder Popular a todos los niveles. Un mayor conocimiento sobre el concepto de género como categoría social, su correcta utilización y el adecuado enfoque en todas las accionescontribuirían aún más a que las mujeres que dirigen a nivel de circunscripción puedan ejercer el poder con más capacidad,efectividad y eficiencia.
Es importante señalar, además, que si bien las mujeres legalmente tienen derecho y todas las posibilidades para ser elegidas como delegadas de circunscripciones, en su nominación y elección, aún influyen factores subjetivos relacionados con creencias, prejuicios y patrones culturales heredados de una sociedad patriarcal, que atribuía al hombre el mundo del trabajo y del poder público, y limitaba a la mujer al hogar, a la familia y a las tareas domésticas.
La existencia de una plataforma legal y política establecida en el país que favorezca la igualdad entre hombres y mujeres no es suficiente.Es necesario el accionar con conciencia sobre la igualdad y equidad de género de todos los sectores de la sociedad, fundamentalmente al interior de la familia, y aplicar de manera consecuente las leyes y políticas que se han promulgado, así como convenciones y tratados internacionales de derechos humanos de los que Cuba es signataria y que forman parte del compromiso del gobierno cubano en este sentido.
Sin embargo, una lectura siempre crítica e inconforme de la realidad explica que la igualdad plena no se ha alcanzado, que requiere todavía de un largo andar, para el que se necesita una sólida institucionalidad, además de una transformación de la mentalidad de mujeres y hombres con respecto a la necesaria transformación de las relaciones de poder de lo masculino y lo femenino en la sociedad, y fundamentalmente en la familia.
Los papeles a desempeñar por las mujeres y los hombres en las familias y en la sociedad cubana que estamos edificando, los valores éticos y morales que orientan nuestras conductas y actitudes, los conceptos e ideas que defendemos para hacer avanzar nuestro proyecto social, pasan por un proceso de reconceptualización de roles genéricos.
“El empoderamiento es el proceso de intencionalidad de generar acciones para revertir la situación social femenina, en el acceso a los recursos y toma de decisiones¨.
