Sexismo visual en las transmisiones de béisbol en Cuba

Mayra García Cardentey - Red Semlac.- Sábado 11 de abril. Toda Cuba expectante. La 54 Serie Nacional de Béisbol (SNB) esperaba por su nuevo campeón, en una final inédita entre Ciego de Ávila y la Isla de la Juventud. Este último team, por primera vez discutiendo cetro, tenía todas sus esperanzas en el lanzador y refuerzo tunero Yoalkis Cruz.


Segundo inning, dos outs. Cruz pide revisar irregularidades de la lomita, los técnicos se toman su tiempo. El público está a la espera, tanto los que asistieron al avileño estadio José Ramón Cepero, como los que desde casa veían el desenlace por sus telerreceptores. Aunque estos últimos tenían un “mayor entrenamiento”; ante la inactividad en el juego, el “aburrimiento” audiovisual fue solucionado de manera ¿emergente?: cuatro imágenes de forma consecutiva, en planos medios y primerísimas tomas, mostraron a bellas mujeres, “medidas perfectas”, Venus cubanas.

Pero de emergente nada, no es casual. Tales atractivos visuales aparecieron una y otra y otra vez por la pantalla chica, hasta compendiar un variado collage sobre la séptima entrada para aquellos que se habían perdido hasta esa hora a esas mujeres, perdón, al partido.

Aseverar que resulta un fenómeno creciente y con antecedentes desde hace varios años sería un error de leso periodismo, si bien no sería desacertado afirmar que la trasmisión de la recién finalizada SNB aplicó a cabalidad aquello de que “mujeres + deporte”, entretenimiento multiplicado.

Un análisis de contenido tanto cuanti como cualitativo a las últimas subseries: Pinar del Río-Matanzas e Isla de la Juventud-Industriales, así como los play off y la final del torneo, permiten arribar a una preocupante sentencia: los partidos de pelota televisados potencian una excesiva e injustificada visualidad sexista.

Mujeres + deporte, añeja fórmula

Ante la alerta sobre la excesiva preponderancia de “atractivos femeninos” en las transmisiones del béisbol cubano, vale aclarar que la fórmula de conjugar deportes y mujeres no es “alquimia nueva”, ni muchos menos autóctona de Cuba.

Esta tendencia está consolidada y es práctica habitual en los grandes consorcios audiovisuales que potencian tanto a conductoras sexys y deslumbrantes como imágenes de deportistas hermosas o lo más llamativo de la hinchada femenina.

En el plano profesional, el mundo de la televisión deportiva en muchos países, ya no se resume únicamente al conjunto de comentaristas, narradores, periodistas o personal especializado que se encarga de reseñar y analizar los principales acontecimientos y partidos, sino que coexiste con otro grupo no menos “interesante”, al menos para la inmensa mayoría de hombres que consumen dichos espacios. Ese grupo conformado por mujeres bellísimas-según pautas occidentales- hace que, en no pocos casos, el deporte quede de lado y la apariencia física de ellas predomine como principal gancho.

Aparecen entonces las atractivas y mundialmente conocidas locutoras de SportsCenter, Fox Sports, ESPN, Televisa Deportes, TV Azteca, Sky Sports, Canal Telecinco. Es un boom en la audiencia y figura como marca registrada para estos entornos que elevan ranking con tales recetas.

Muchas de estas populares conductoras son ex reinas de belleza, modelos de ropa íntima, íconos de estilo y talismán de costosas marcas; algunas hasta resultan elegidas entre las cinco mujeres más sexys del planeta o como musas de la Copa Confederaciones. Entre ellas destacan las mexicanas Vanessa Huppenkothen, Inés Sainz y Tania Rincón, las venezolanas Carolina Padrón y Adriana Monsalve, la española Sara Carbonero y la norteamericana Jessa Hinton, todas devenidas en presentadoras de televisión, especialmente en las coberturas de los Mundiales del Fútbol, industria que aplica el efectivo método; no por gusto más de 20 “preciosas mujeres” fueron acreditadas en Brasil 2014 para reportar las incidencias de la cita mundial para sus respectivas cadenas y países.

Sin descalificar el talento que puedan tener o no estas defensoras de la conducción deportiva femenina, el análisis resalta el poder preponderante que otorgan estos canales a la imagen física de sus periodistas o comentaristas, toda vez que todas poseen “medidas perfectas”, para volver locos a más de un espectador.

A la par de esta variante para incrementar audiencia, disímiles propuestas concentran guiones en destacadas deportistas que, a su vez, resultan atractivas para el televidente masculino; mientras, los grandes partidos de fútbol u otros deportes de multitudes no desdeñan segundos, libres de pago, para imágenes de agraciadas fanáticas.

Si bien en Cuba no se privilegia, afortunadamente, una cosificación de las mujeres dedicadas al periodismo deportivo o de aquellas dedicadas a la práctica del ejercicio, sí se potencia una excesiva exaltación de patrones tradicionales de belleza en partidos televisados, con mayor destaque en los correspondientes al pasatiempo nacional.

Quizás este sea uno de los propósitos de algunas transmisiones de béisbol en Cuba: dar la sensación de un “todo incluido”, a pesar de que por momentos, “al final de los partidos se hable más de la belleza de las mujeres que televisaron entre el público antes que del propio juego”, comentaba entre bromas un periodista de la Isla de la Juventud.

Cosa de hombres…para hombres

“Es que son cosas de hombres, hechas por hombres, para hombres”, resumía hace poco un amigo ante un debate sobre el tema. Para entenderlo lo ilustró más: “vacilar mujeres es tema masculino; ¿quiénes graban la pelota?: hombres; y quienes la consumen, nosotros”, explicó convencido.

Otro siguió el argumento: “No sé qué de malo puede tener que pongan mujeres durante el partido, uno se recrea, es placentero para todos aquellos que amamos el deporte”.

“Es que van en shorts para que las miren, para que las pongan en el televisor, a ellas les encanta que las saquen en cámara”, esgrimió de igual forma otro interlocutor.

Semejantes criterios no constituyen más que la muestra de cuán arraigados están todavía estigmas de una sociedad patriarcal que encuentra innumerables resquicios por los cuales escabullirse.

Algunos numeritos pudieran ilustrar mejor tales criterios. En el partido final de la Serie Nacional de Béisbol, de las más de cien imágenes tomadas al público asistente, aproximadamente más de 35 por ciento correspondió a muchachas que clasifican dentro del modelo cubano de “mujer hermosa”.

El restante 75 por ciento obedeció en más del 70 por ciento a planos generales de gradas, con distintos movimientos de cámara que pretendían más mostrar estado de ánimo o euforia colectiva que entrar en especificidades. Solo concentraron planos cerrados en iniciativas deportivas con mascotas, banderas, carteles o sombreros sugerentes, familias, niños, y en contadísimas ocasiones, público masculino.

Con las mujeres, la historia es otra…

¿No es estadio para viejas, feas, gordas y negras?

Si se hiciera un estudio sobre la composición sociodemográfica de los planos televisivos al público durante un encuentro de béisbol, la conclusión sería, a priori, que a los estadios cubanos no asisten mujeres feas, gordas, viejas o negras, o al menos son bien pocas.

En el más del 35 por ciento de las chicas televisadas en el partido final de la SNB, un abrumador 90 por ciento, respondió al estándar occidental de beldad con dosis del criollismo cubano. Mujeres de rostro atractivo, caucásicas, sobre los 20 o 30 años, con cuerpos voluptuosos, cinturas estrechas, y abultadas retaguardias.

Las “cazan”, como diría un avezado espectador durante una de las observaciones participantes hechas a la sazón. Salían rubias, trigueñas, a lo más mestizas o morenas apetecibles; de espalda, de lado, por el pecho, por la cintura, con el rostro en un close up a punto de reventar en pantalla.

Pero este 35 por ciento de mujeres captadas por el lente, podía incrementarse en dependencia de la etapa de la SNB, como en la semifinal Matanzas-La Isla que alcanzó, en algunos de sus juegos, casi el 50 por ciento; o en las subseries de clasificación para los play off que llegó a rebasar la mitad de las imágenes del público.

Y si en los restantes cuadros de los asistentes mostraban planos generales de algarabías en las gradas y contadas tomas de familias, hombres o iniciativas beisboleras; en el caso de las mujeres, en este 35 ó 50 por ciento, predominaron los planos medios y con mayor presencia primeros planos y close up, sin descartar los zoom in a miradas o detalles destacables, a criterio de quienes transmitían, como ojos, labios o acto de ingestión de helados o parecidos.

“Es llamativo para los hombres”, resumen casi todos los criterios de telespectadores masculinos cuando se les pregunta sobre el tema. Pero avalar semejante idea negaría la amplia audiencia femenina que cada vez más ganan los programas deportivos, sin descartar los prejuicios inherentes en tales opiniones.

Iguales y diferentes

Si bien se puede señalar el obsesivo interés por decorar las transmisiones de béisbol con imágenes de mujeres, hay que diferenciar unas entregas de otras. En este sentido, no en todos los partidos televisados se comportó de igual forma. La subserie de Granma-Ciego de Ávila tuvo menor incidencia que la de Matanzas-La Isla. De igual forma, en la final, los juegos transmitidos desde La Isla contaron con ínfimo porcentaje respecto a los acaecidos en Ciego.

Una pesquisa cualitativa mostró que en aquellos encuentros donde el desenlace resultaba tenso y dramático se prescindían de los rellenos de público, mientras que cuando las acciones se dilataban o los juegos estaban decididos por amplios marcadores, el estatismo hallaba respuesta en las cortinillas de cuerpos y miradas femeninas.

También dentro del análisis de por qué mayor presencia del dilema en unos juegos o en otros, se pudieran enumerar una serie de factores que inciden: desde la composición sociodemográfica de las provincias en competencia, las características de la afición femenina presente o no en cada cita, las dimensiones de los respectivos estadios que posibilitan o no mejores y más detalladas tomas de cámara, o la profesionalidad -en cuanto a un enfoque de género respetuoso- del equipo de transmisión. De elegir, la de mayor peso sería esta última.

Depende del equipo de transmisión de cada partido que esta perspectiva prejuiciosa de mujeres como objetos decorativos y pegatinas para entretener audiencia masculina tenga o no mayor presencia. En este aspecto ¿qué capacitación y/o conocimiento tienen camarógrafos, editores, realizadores sobre un enfoque de género en los programas deportivos?

Sin un discernimiento aprehendido de cómo evitar lugares comunes de discriminación por temas de género, los profesionales de tales menesteres terminan reproduciendo estereotipos sociales. Hasta ahora no se cuenta con constancia alguna de que miembros de estos equipos de transmisión hayan asistido a alguna de las versiones del Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación que organiza la Federación de Mujeres Cubanas y la Unión Nacional de Periodistas de Cuba o al Programa Nacional de Capacitación de Género que desde hace años intenta erradicar miradas denigrantes en el sistema de comunicación pública en el país.

En esa intención por perfeccionar el enfoque de género en los medios solo se inscriben aquellos que directamente abordan los temas, y en muchas ocasiones se despreocupan regiones del periodismo especializado, como el deportivo, que potencian discursos discriminatorios, desde estereotipos que afectan o distorsionan la imagen social de la mujer.

La transmisión de béisbol en Cuba se muestra como una ventana abierta a la representación de una realidad en la que no todos/as se sienten identificados/as. Los resultados del estudio reflejan esta situación, que limita las posibilidades de la mujer del siglo XXI y perpetúa, al mismo tiempo, la visión androcéntrica del deporte. Su importancia radica en que estas transmisiones deportivas de televisión llegan a una gran audiencia, y más grave aún, lo hacen de forma cotidiana.

El doctor en Ciencias Históricas y asesor de la Red Iberoamericana de Masculinidades, Julio César González Pagés, considera al hecho como un “mal ejemplo que pasa ante nuestras miradas sin ninguna visión crítica. No se puede entender el porqué del empleo de planos acusadores sobre el cuerpo de mujeres que van al estadio a ver el béisbol y las sorprenden como si fueran un material expuesto para ser comprado por la audiencia masculina. Sé que hay otras televisoras del mundo que lo hacen para ganar público, pero nuestra televisión es estatal y debe seguir la línea del enfrentamiento al sexismo visual”.

Corresponde a las diferentes instancias de los medios en general y del canal Tele Rebelde en particular, favorecer una práctica inclusiva, donde la transmisión respete la diferencia y rechace toda discriminación social, racial y de género.

Hay que seguir en pos de la erradicación de estereotipos sexistas que afectan la visualización de la mujer vinculada al deporte, ya sea como profesional comunicativa, practicante de juego o fanática. Debe velarse porque el personal periodístico y técnico sea un ente activo en la lucha contra la representación estereotipada de las mujeres en los medios y sus efectos en la audiencia. Por un juego limpio y una transmisión mejor.

(1) Periodista cubana. Dirige la revista Alma Mater de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Ha investigado temas de género y comunicación como profesora de la Universidad de Pinar del Río, donde ejercía hasta hace unos meses.

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