Mujeres de edad mediana participa en un taller de corte y costura realizada en uno de los Talleres de Transformación Integral del Barrio de la capital cubana

Sara Más - Red Semlac.- Una buena parte de las cubanas de la llamada "edad mediana", que han trabajado bastante o lo siguen haciendo dentro y fuera de casa, transitan como "mujeres invisibles" en el mundo del vestuario y la moda.


"Las que pasamos de los 40 años no siempre encontramos en las tiendas atuendos acordes a nuestra edad y mucho menos a las labores que desempeñamos", comentaba Nubia Hernández, trabajadora del sector turístico, en una lista de discusión electrónica circulada por SEMlac.

La especialista de calidad en el hotel Arenal asegura que ese es el motivo fundamental por el cual ella usa diariamente uniforme, aun cuando no es absolutamente necesario para la labor que desempeña.

"Simplemente debo estar elegantemente vestida, pero con una apariencia discreta y de buen gusto, lo cual es muy difícil de lograr porque, sencillamente, en las redes comerciales estos atuendos no existen (…), no hay juegos de sayas y chaquetas, mucho menos conjuntos de pantalones con chaquetas y blusas elegantes", citaba como ejemplos ante la convocatoria de SEMlac.

Para Sara Artiles Visbal, consultora de la Empresa de Gestión del Conocimiento y la Tecnología (Gecyt), "se trata de temas acuñados como aparentemente banales, pero que son muy necesarios e importantes no solo para las mujeres, sino también para sus instituciones y empresas".

"La imagen de las personas también hace y construye la imagen y la marca de la organización", sostuvo Artiles el pasado 8 de mayo, durante el taller "¿Cómo nos vemos? ¿Cómo nos ven? ¿Cómo queremos que nos vean?", organizado por Gecyt en la capital cubana.

El encuentro da continuidad a otros promovidos por esa institución, que desde 2013 cuenta con un programa dirigido a fomentar la cultura de género en el sector empresarial cubano.

La falta de diseños, tallas y producciones variadas para satisfacer el gusto y la demanda en el vestir de las mujeres entre 40 y 59 años fue reiterada por cubanas de distintos sectores de la economía.

"Las mujeres de edad mediana tienen que vestir diferente", respondió Artiles a SEMlac y aludió a los cambios biológicos y anatómicos que sobrevienen con el paso de los años.

"El cuerpo cambia en su estructura ósea, la flacidez de las carnes, la figura es distinta y por eso se necesitan ropas menos ceñidas, sobre todo para las que están en sobrepeso", describió la consultora de Gecyt.

Actualmente, más de un millón de cubanas transita entre los 40 y los 59 años de edad y suman un número considerable entre la población económicamente activa del sector estatal y no estatal.

Sin embargo, no siempre se prioriza ni exige el tema de la imagen personal desde las instituciones, empresas y establecimientos, apuntó Artiles, pues muchas veces se desestima su valor y se considera un asunto de segunda importancia.

Uniformes mal concebidos desde el uso del color y los diseños, la falta de tallas grandes y la carencia de propuestas sobrias y apropiadas para edades maduras y escenarios laborales resumen los señalamientos de las interesadas.

En opinión de la economista Teresa Lara, revertir ese escenario conlleva una mirada inclusiva que debe empezar por la producción misma de la industria de confecciones y las mercancías que se importan.

"En ambos procesos deben tenerse en cuenta las demandas de las mujeres en este segmento de edades", señaló.

Ello ayudaría a conciliar varios aspectos que, en su criterio, parten de una concepción excluyente de los diseños, concebidos muchas veces como moda de pasarela. Un vestuario que, además, luego no se encuentra en ninguna tienda o lugar donde poderlos adquirir.

"Si bien la pasarela es parte de la moda, la confección de vestuarios variados sigue siendo deficitaria en el país, al igual que las producciones por encargo o a medida", reconoció.

La formación de futuros profesionales del diseño también debiera tener en cuenta esas demandas e insertarse con soluciones a la industria, opinaron varias participantes al encuentro.

"En esa enseñanza se forman con un enfoque muy creativo, pero más orientados a la pasarela, no a la realidad cotidiana de las mujeres cubanas", consideró Teresita de Jesús Fernández Padilla, de Inversiones Gamma, entidad que brinda servicios profesionales medioambientales, de riesgos tecnológicos y naturales, gestión de mantenimiento, calidad e ingeniería.

Partidaria de hacer llegar ese sentir al cuerpo docente del Instituto Superior de Diseño Industrial (Isdi), Fernández Padilla sugirió buscar vías de intercambio y colaboración entre la enseñanza, la industria de confecciones y la red comercial minorista.

Falta, además, una orientación adecuada, tanto desde el punto de vista del diseño como de las confecciones y la moda.

No abundan folletos y revistas de ese corte, señalaron varias participantes en el encuentro, y las opciones nacionales de las revistas Mujeres y Muchachas tienen una tirada tan reducida que apenas se pueden adquirir.

"Tampoco aparecen artículos ni secciones de moda que contemplen a las mujeres de edad mediana en las múltiples publicaciones alternativas que circulan digitalmente", agrega José Raúl Acosta, consultor de Gecyt y licenciado en comunicación social.

Esas nuevas revistas circulan, junto a otros programas y publicaciones, en un paquete semanal de gran difusión que se distribuye de forma alternativa en formato digital, así como en aplicaciones para celulares, Facebook y espacios de Internet.

"Hay varias con excelente factura gráfica y de diseño, para públicos específicos, pero ni las consideradas femeninas incluyen a las mujeres maduras", apunta Acosta.

En su opinión, "la mayoría de esas revistas siguen reproduciendo estereotipos sexistas, se enfocan en la mujer como producto estético, estandarizan la imagen femenina, invitan al consumo, importan prototipos de revistas internacionales y promueven un estilo de vida no siempre acorde con la realidad que se vive en Cuba".

Sin embargo, empiezan a abrirse algunos nichos en el mercado de confecciones textiles que, aún insuficientes, podrían beneficiar con propuestas atractivas y novedosas a la población femenina mayor de 40 años, a partir de otros emprendimientos del sector privado que van emergiendo en los últimos años.

Con diseños creativos y pensando en mujeres como ella, de edad mediana, Martha Beatriz Valoria Martínez abrió tienda propia en O'Relly 525, en La Habana Vieja.

"Me fue difícil al principio encontrar referentes de diseño, pero luego me decidí por lo que me gusta también para mí y me guío mucho por la revista europea Burda, aunque sea por ediciones viejas", relata.

Valoria Martínez reconoció a SEMlac que todavía no puede coser por encargo, por falta de personal de apoyo, y tampoco cubre una amplia gama de tallas.

"La falta de un mercado mayorista con precios ventajosos para adquirir insumos encarece mucho el resultado final de las confecciones. Eso es lo que a veces me limita para poder hacer una tallaje más variado, sobre todo de medidas grandes, pues tendría entonces que elevar aún más esos precios", concluyó.

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