Educar y potenciar una paternidad responsable y participativa pudiera ser el camino para el disfrute pleno de niños y niñas y padres, en general...

Mayra García Cardentey - Cubahora.- Ser padre ha sido, durante muchos años, un rol social vilipendiado. Con aquello de “padre es cualquiera” se resumen siglos de comportamientos reprochables a la vez que se encasillan, prejuiciosamente, paternidades diversas y participativas.


Con frecuencia la responsabilidad de la crianza se deposita exclusivamente a las féminas, y se relega al progenitor al simple papel de proveedor, en el mejor y mayor por ciento de los casos.

Por una formación y orientación para vivir una verdadera paternidad responsable y las opciones para ejercerla, dialoga Cubahora con el Doctor en Ciencias Históricas, Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y fundador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.

—A pesar de alcanzar Cuba ciertos logros en pos de la igualdad de género y en contra de estereotipos sexistas, el tema de la paternidad y la maternidad reproduce cánones aparentemente inamovibles. Ante la socorrida frase, “padre es cualquiera”, ¿cuál sería una posible respuesta?

—La inexistencia de políticas públicas dirigidas a la orientación de los padres a una mejor asunción de los roles paternos; la resistencia de los propios padres a romper con los estereotipos rígidos, construidos y asignados socialmente a ellos; y el temor de que proporcionar más cariño, amor y dedicación a los hijos/as, afecte su condición de hombres masculinos y la de los hijos —en caso de que sean varones— no permiten una verdadera mejoría de las prácticas paternas. Los hijos/as necesitan recibir el mismo grado de afecto tanto de la madre como del padre. Precisan saber que el progenitor cumple otros roles en su cuidado, y es capaz de brindarles un beso en un momento de felicidad o un abrazo cuando requieren apoyo. Sentir ese contacto directo les demuestra que existen y les importa. Contribuir a revertir esta situación no es tarea fácil, pero debemos empezar por nuestro propio núcleo familiar. No importa si no somos padres. Desde nuestros papeles en la familia —hermanos/as, tíos/as, abuelos/as, etc.—, podemos incentivar tales cambios. La cuestión está en si seguimos reproduciendo estereotipos y patrones de conducta socialmente establecidos, o si luchamos contra ellos, en pos de un mejor disfrute familiar.

—Pero, existen algunos puntos complejos desde el inicio. En ese sentido, una de las cuestiones más polémicas radica en la decisión de tener hijos, muchas veces solo asumida por la mujer, en franca decisión de si acudir al aborto o seguir adelante con la maternidad. ¿En qué lugar coloca esto al hombre? ¿Padre obligado o padre colegiado?

—Históricamente se ha visto a este padre obligadoocolegiado como la representación familiarque encarna los atributos patriarcales de la valentía, heterosexualidad,autoridad, severidad e inteligencia. Una imagen encerrada en ladicotomía de ejercer la violencia y de proveer bienes materiales alhogar. El padre es también una figura biológica; pero más que esto, el hecho de ser padre trasciende a lo social. Si bien en épocas pasadas, cuando las familias vivían escenarios sociales más rígidos y restringidos, que incluso se extienden hasta la actualidad, en las que se necesitaba obligatoriamente de la presencia del padre natural de los hijos en la familia —fuera alcohólico, mujeriego o violento para con sus similares—, desde los años sesenta del siglo pasado, se nota una singular mejoría en este sentido.

—Una vez consumada la paternidad y maternidad, uno de los principales dilemas radica, tras la ruptura de la pareja, en la guarda y cuidado del niño/a. Atendiendo al Código de Familia vigente (Ley 1289 del año 1975), solo el tribunal tiene la potestad de decidir con quién vivirá en lo adelante según “lo que resulte más beneficioso para los menores”. Pero casi siempre “lo beneficioso” favorece a las madres, incluso en ocasiones, en detrimento de los padres…

—Una de las problemáticas que enfrentan las sociedades de hoy en día, se refiere a la distinción entre padre biológico y padre social. Nuestra sociedad reconoce la legitimidad del padre genético, es decir, el que junto a la madre genética, procrea descendencia biológica. No importa si esta pareja se divorcia, el padre de la criatura seguirá gozando de derechos y deberes legítimos aprobados por la ley. En cambio, a un padre social —el que cría al hijo/a—, no se le reconocen los mismos deberes y derechos. Es una contradicción, pero es una situación socialmente aceptada, aunque en muchos casos, los padres no genéticos se comportan mejor que los biológicos. La figura paterna es vista erróneamente en los diferentes contextos sociales, como desprovista de ternura, afecto, comprensión e incapaz de transmitir sentimientos que históricamente se le han atribuido a la madre con respecto a los hijos/as. Una vez más hallamos otra coincidencia con el estereotipo del ideal masculino, que perturba en proporciones inimaginables la relación padre-hijo/a e, incluso, se afecta la del padre con la madre.

—A la par, existe la opinión popular de que si un padre obtiene la guarda y cuidado, es porque la madre está impedida de hacerlo o es “muy mala madre”. Hasta la ley favorece a este imaginario. Uno de sus artículos acota que en igualdad de condiciones los menores quedarán con quien vivían hasta ese momento, de preferencia la madre “si se hallaban en compañía de ambos”, salvo “que razones especiales aconsejen cualquier otra solución”. ¿Es tan difícil darle el cuidado a un padre, aun cuando la lógica (mejores condiciones económicas y relaciones filiares) indique eso?

—Cuando se define al modelo hegemónico de masculinidad presenteen nuestras sociedades, la paternidad se encuentra vinculada de maneradirecta con características como: proveer el sustento económico,ser autoritario, mostrar una personalidad fuerte, firme,racional y con una ausencia —al menos de manera tangible— deemociones y afectos. Se evidencia en esta definición el contraste entodo momento con el paradigma paralelo de la maternidad, signadopor: el cuidado directo, la comprensión, el cariño, el sustento emotivoy el contacto físico, entre otros. El asumir la responsabilidad del sustento económico de los hijos/as,es uno de los mayores retos impuestos por el modelo de masculinidadhegemónico a los hombres. En infinidad de ocasiones no percibimos que el cuidado es una habilidad que se aprende a lo largo de la vida. Desde la infancia las mujeres practican el cuidado infantil, son estimuladas, por ejemplo, a jugar con muñecas, poniendo en práctica lo que supuestamente les espera: la vida doméstica. Cuando un niño incluye entre sus juegos temas o juguetes relacionados con el hogar, es censurado y castigado.

—En ese sentido, la mayoría de los padres quedan reducidos a la opción de negociar el horario de visita y paseo según la edad y salud de las criaturas… ¿Cómo se defiende, legalmente, un padre de madres “abusadoras”, que piensan “castigarlos” por despecho?

—Bueno existen tribunales de familias y grupos de mediación donde los hombres se pueden asesorar de alguna manipulación de este tipo. El Código de Familia y las leyes en Cuba no dejan a los padres fuera del derecho de paternidad. Muchas veces concepciones machistas erradas no permiten el cumplimiento de leyes donde el derecho de ambos está reflejado. Aunque la igualdad ante la ley no lo es ante la vida, el conocimiento de la misma nos libera de abusos y castigos innecesarios en el ejercicio de la paternidad o maternidad.

—Ante el impedimento, biológico, de una paternidad natural para parejas gays, estos acuden, en algunos países, a una paternidad jurídica. ¿Qué considera de aprobar la adopción por parejas gays en Cuba?

—Esto es aún un tema pendiente para la comunidad LGTBI que tiene otros derechos que reconocer primero como los matrimonios, uniones civiles o como se le quiera nominar a la relación de parejas del mismo sexo de forma legal. La adopción parece aún un tema no cercano en reconocerse con inmediatez.

—En este tema, algunos estereotipos machistas desaprueban la iniciativa pues piensan que promueve “un proselitismo gay” o que “condiciona la identidad de género de estos menores”.

—La sexualidad y sus opciones no se promueven con proselitismo o campañas para promover derechos ineludibles de la comunidad LGTBI. La orientación que elegimos pasa por el gusto personal y las prácticas que tengamos de las mismas. Es absurdo pensar que los niños y niñas son miméticos en reproducirlo. Bajo este concepto no existieran población LGTBI ya que la promoción mayor y más legitimada es la heterosexual.

Día de los Padres: Sin papeles secundarios

Vladia Rubio - CubaSí.- Contra el compromiso masculino con la reproducción soplan en contra los vientos de los estereotipos Contra el compromiso masculino con la reproducción soplan en contra los vientos de los estereotipos

El cuánto y cómo deciden los hombres en la reproducción se asocia a esa paternidad responsable tan reclamada y necesaria. Él no es un añadido, sino la otra parte, tan imprescindible en el proceso de la fecundación.

A los pocos días de separarse de su compañero, a Mayelín O. le confirmaron el embarazo; de todas formas ha decidido llevarlo a término.

Ni siquiera valoró la posibilidad de consultarlo con quien fuera su esposo. “De todas formas él no puede tener dudas de que es suyo, así que lo del apellido y la manutención queda garantizado. ¿Qué más hace falta?”

Las otras cosas que harían falta es probable que se las haga saber su hijo o hija años después. Pero lo que ahora vendría al caso en este Día de los Padres, es, si fuera posible, pasarle la pregunta de “Qué más hace falta” al hombre que la fecundó.

Sucede que Él no es un añadido, sino la otra parte, tan imprescindible como Ella, en el proceso de la fecundación, y al igual que la futura madre también tiene derechos reproductivos.

Sin embargo, poco se ha investigado en Cuba y en el resto del mundo sobre el modo en que son ejercidos tales derechos. Lo cual resulta una paradoja cuando tanto y con tan legítimas razones se aboga por una paternidad responsable.

No por gusto el Doctor en Sociología y DemografíaJuan Guillermo Figueroa Perea, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y una autoridad en tema de masculinidades y paternidad, subrayaba “la necesidad de legitimar socialmente la referencia a los varones como seres que se reproducen, y no únicamente como acompañantes de las historias reproductivas de sus parejas, ya que el varón desea y toma decisiones, aun cuando esta consista en secundar o dejarle la iniciativa a ella; y es a través de este proceso, que el hombre llega a concretar su deseo de ser papá.”

Abundan las exhortaciones a que la figura paterna se involucre de una manera plena en la atención a su descendencia. Y eso equivale a mucho más que ocuparse de su sustento, del autorizar o prohibir –herencia de una cultura patriarcal que confiere a la figura masculina el rol de la autoridad- o de la formalidad de una pensión alimentaria.

Pero es difícil propiciar ese necesario y deseado rol paterno si se conoce tan poco sobre las entretelas del coprotagonismo masculino en la reproducción.

“¿Conocemos sus necesidades?, ¿qué sabemos de sus vivencias reproductivas?, ¿cuáles son sus demandas? Si no somos capaces de conocer las interioridades de estos fenómenos no tendremos la capacidad de diseñar y posteriormente implementar políticas y programas que contribuyan a un mejoramiento de la salud sexual y reproductiva de hombres, pero también de la pareja en sí misma, que posteriormente tendrá repercusiones en la descendencia.”

Así asegura la investigación ¿Deciden los hombres en su reproducción? Resultados preliminares de un estudio con un grupo de jóvenes a partir de algunas características sociodemográficas, llevada a cabo por el equipo integrado por Raynier Hernández y Laritza Solares, del Centro de investigaciones Psicológicas y Sociológicas; y Niuva Ávila, del Centro de Estudios Demográficos de La Universidad de La Habana.

Encontrar respuestas a esta y otras preguntas es importante considerando también las perspectivas demográficas de la Isla, donde la fecundidad se ha mantenido desde 1978 por debajo del nivel del reemplazo.

Al respecto, los autores indican que al tratar de identificar el lugar que ocupan los varones en los diferentes modelos de interpretación demográfica en cuanto a la fecundidad, constatan que en la mayoría se sigue considerando que son las mujeres las que se reproducen y a los varones no se les ve como coautores, sino en papel secundario. De ahí, señalan, que haya un mayor desarrollo de métodos anticonceptivos para las mujeres, así como de programas llamados de salud materno infantil.

Estamos embarazados

Esa frase, que la redactora escuchó pronunciar entre sonrisas a una pareja en la consulta de gestantes, será imposible que la pronuncie el papá del hijo por llegar de Mayelín.

Sucede que el deseo de ser padres, afirman los expertos citados, debe entenderse como un proceso de construcción de cada hombre en la relación con su pareja. Y esta negociación, que necesariamente no es explícita ni implica una relación de equidad entre ambos, está mediada por factores que incluyen creencias románticas, mitos, disponibilidad emocional, presiones familiares y de amigos, finanzas, trabajo y edad, entre otras.

La disposición a ser padres se asocia en buena medida a que el hombre se sienta realmente parte del proceso reproductivo y ello, indican los investigadores, depende de los significados socioculturales que le atribuyen a la paternidad dentro de su proyecto de vida.

Es en este punto donde los tres analistas llegan a una interesante conclusión luego de trabajar con una muestra integrada por hombres profesionales que laboran en centros de Educación Superior de La Habana y que aún no han tenido hijos.

Según respondieron a entrevistas y luego de profundizar en sus historias de vida, la indagación revela que para todos ellos formar pareja sigue siendo un ideal, al igual que la conformación de familia, aunque en menor medida. Esto último debido a que para ello necesitan condiciones que muchos no poseen y consideran esenciales. Entre dichas condiciones incluyen: el cumplimiento de proyectos profesionales, tener un lugar para compartir con su pareja o casa propia, mayores ingresos para el sustento del futuro hogar y refieren también otros planes personales que se verían limitados por la conformación de una familia.

Algo similar ocurre con la planificación de los hijos. Existe un deseo explícito en la mayoría de los hombres estudiados por tener al menos un hijo, pero en un mediano y largo plazo.

El texto señala en cuanto al espacio de tiempo para tener un segundo hijo, que a diferencia de los datos sobre el mismo tema en mujeres, estos hombres nunca han reflexionado al respecto. Dejan al azar o a su compañera tal decisión “Una vez que me decida a tenerlos da lo mismo si se demora el segundo cuatro años que cuatro meses”, expresa uno de los entrevistados.

También es peculiar que el ideal del número de hijos no coincida ni con el de las mujeres ni con el de otros datos de investigaciones puntuales sobre hombres. Como tendencia, el ideal son varios hijos, pero dicen que solo tendrán uno. Argumentan que más descendencia no les permitiría darles a todos una educación y atención de calidad.

Los especialistas llaman la atención en cuanto a que, entre los hombres estudiados identifican “la superación profesional y a su propio trabajo como un motivo jerárquicamente superior, al menos en estos momentos, a la tenencia de hijos y/o la conformación de una familia.”

La investigación –presentada en el Congreso Internacional de Investigadores sobre Juventud, en marzo de 2013- señala que en el caso de las mujeres, indagaciones anteriores mencionan entre los motivos para una baja fecundidad su nivel educacional y su participación en la esfera pública (ocupación). Lo cual les permite independencia económica y un empoderamiento que alcanza al control y regulación de su vida reproductiva.

“Más recientemente –agregan- los estudios apuntan a otras causas como pueden ser la posposición de la fecundidad a causa de los proyectos migratorios, las condiciones socioeconómicas y la recurrencia de situaciones de infertilidad.”

Lo cierto es que en este Día de los Padres vale encerrar en círculo rojo la importancia de continuar indagando sobre los móviles, sentimientos y deseos de los hombres como copartícipes del proceso reproductivo.

Hace falta escabullirse, en la práctica y en la teoría, de la trampa de los estereotipos que legitiman a la mujer como principal responsable de la procreación, expropiando así a los hombres, a los futuros papás, de ese legítimo derecho.

Justamente ayer sábado, en un espacio televisivo vespertino, el profesor Calviño resumía en contundente frase cuánto de hermoso puede entrañar el ejercicio de ese derecho y de la cotidianidad que continúa luego del nacimiento, dándoles a los hijos primero raíces y después alas: “Uno es mejor persona cuando asume la paternidad.”

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