Sara Más - Revista Mujeres.- Visibilizar las distintas formas de violencia sexista como estrategias de dominación y sus nexos con las desigualdades sigue siendo una prioridad en la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres, reiteraron participantes en la jornada regional “Resistencias frente a las desigualdades y las violencias en los cuerpos de las mujeres de América Latina y El Caribe”, que se realizó en Medellín, Colombia, los días 29 y 30 de marzo.


América Latina y El Caribe es la región donde más se ha logrado reducir la desigualdad y es, al mismo tiempo, la de mayor desigualdad y mayor violencia fuera de las áreas de conflicto, indicó Simon Ticehurst, director regional de Oxfam, durante la apertura del encuentro, convocado por esa organización de la cooperación internacional.

La violencia contra las mujeres y sus vínculos con la desigualdad en la región necesita ser explicitada, con mayor articulación, señaló Ticehurst e insistió en la necesidad de continuar trabajando por el liderazgo y empoderamiento político de las mujeres, la identificación de brechas económicas y de las violencias que enfrenan las mujeres y las niñas.

Natalia Quiroga, investigadora y activista feminista, llamó la atención acerca del territorio en la vida de las mujeres, cuyos cuerpos quedan a veces empantanados allí donde su vida gira en torno al trabajo que garantiza la satisfacción y las necesidades de otras personas y su comunidad.

“Por eso a veces la resistencia más fuerte a la salida de las tierras la hacen las mujeres, que son reconocidas por sus saberes en las comunidades, no pueden salir corriendo porque la única forma de vivir esta en el territorio donde están enraizadas”, explicó.

“El reto desde el feminismo es abrirnos a otras formas de organizar las sociedades”, dijo y expuso el ejemplo del pueblo nazca, que organiza la política de forma obligatoria y rotaria. ”Son formas de que se puede construir un espacio comunitario desde lo político”, señaló.

También se necesita visibilizar los distintos tipos de violencia que ellas viven, señaló Clara Inés Mazo, activista ecofeminista. Entre otras, se refirió a la contenida en el lenguaje y las imágenes, la del uso de los cuerpos como trofeo de guerra y la de negarles a las mujeres el espacio para el tiempo libre y la recreación por sobrecarga de trabajo, así como la dinámica consumista que convierte a las mujeres en objeto de consumo y consumidoras compulsivas de necesidades.

Damaris Ruiz, responsable regional de derechos de las mujeres de Oxfam en Latinoamérica y Caribe, se refirió a la gran concentración de poder, riqueza y desigualdad económica de la región, que impacta en la vida y los cuerpos de las mujeres.

En 2014, el 10 por ciento más rico de la región acumulaba 71 por ciento de la riqueza y el patrimonio, mientras 70 por ciento de la población más pobre apenas retiene solo 10 por ciento de la riqueza, ejemplificó.

La dimensión económica es una de las formas en que se manifiesta la desigualdad y es evidente que las mujeres son mayoría entre los pobres, algo que supera el tema de los ingresos, agregó.

Más allá de las que están en el mercado laboral, se necesita indagar en las condiciones que existen para que puedan participar en el mercado remunerado del trabajo.

Aunque se reconocieron avances en la región, todavía existen numerosas barreras para que las mujeres puedan acceder a la justicia. Se han promulgado, sobre todo, leyes de igualdad y violencia, pero eso no basta, indicó la costarricense, experta del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

“No poder acceder a la realización de esos derechos para las mujeres es una estrategia del patriarcado”, precisó Facio.

Entre esos obstáculos mencionó que no se ha logrado cambiar la forma en que se interpreta y aplica la ley, tampoco en que se hacen las pruebas.

Habló también del alto costo que tiene para ellas el acceso a la justica, de la débil aplicación de leyes antidiscriminatorias, las severas limitaciones de recursos para reparaciones plenas y efectivas de los derechos humanos, el desconocimiento de las mujeres de las obligaciones del Estado y la vigencia de procedimientos legales demasiado formales caros y lenguaje poco accesible.

El encuentro rindió sentido homenaje a Berta Cáceres, luchadora hondureña asesinada el 3 de marzo y quien estaba invitada a este encuentro. También se dedicaron palabras de recordación a la destacada feminista dominicana Magaly Pineda, fallecida el 29 de marzo en su país y a Consuelo Arnaiz, activa luchadora por los derechos humanos de las mujeres fallecida en octubre pasado. Mujeres apasionadas, valientes y directas a la hora de imaginar nuevas realidades para ellas y los pueblos de nuestra América.

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