“La pareja y la familia son escenarios donde se ha naturalizado la violencia y desde el imaginario popular se espera, además, que nadie se inmiscuya en ese asunto, que se valora como privado”, explicó la psicóloga Beatriz Torres, presidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).
Los mitos establecidos en torno al amor romántico y la dependencia se confunden muchas veces con los verdaderos sentimientos de respeto y amor que deben primar en una pareja. Es por ello que emergen creencias falsas que vinculan los celos al amor, cuando en verdad se trata de formas de control que limitan la vida de las personas, alertó la experta.
“Desde esa mirada, con el amor no basta, pues en nombre del amor a veces se daña y lastima mucho a la otra personas”, sostuvo Torres.
La especialista apuntó que la violencia en la pareja se expresa muchas veces como un problema de salud mental y por ello los profesionales de los servicios de salud deben entrenarse y formarse para poder detectar y atender esas situaciones ocultas, que no siempre se revelan de forma directa.
En el caso particular de la población joven, a la que está dedicada esta jornada, emergen posturas violencias desde el noviazgo: es algo que a veces comienza con las supuestas pruebas de amor, que vulneran los derechos y decisiones de las muchachas, conllevan la exigencia a que tengan relaciones sexuales cuando aún no lo desean, justamente en nombre del amor, argumentó. Ello puede tener, además, otras implicaciones como el embarazo en la adolescencia.
Las investigaciones denotan que muchas veces las propias muchachas no perciben esos actos como violencia y ceden ante las presiones de su pareja y las sociales, de los grupos de y círculos de amistades cercanas.
Organizar servicios accesibles para mujeres y parejas, trabajar en la educación de la sexualidad desde edades tempranas, en el manejo de conflictos de pareja, así como desarrollar habilidades sociales que permiten relaciones saludables son algunas de las propuestas manejadas en el encuentro.
“Trabajar con jóvenes es una ganancia para poder prevenir situaciones que llegan ser muy dolorosas”, dijo la psiquiatra Ivón Ernand, quien coordina la Consejería a mujeres que viven situaciones de violencia en el Centro Oscar Arnulfo Romero (CEOAR).
La doctora explicó que muchas veces estos problemas no se muestran de manera evidente y es necesario hurgar en casos que llegan a consulta como estrés, tabaquismo, abuso de psicofármacos o múltiples trastornos ginecológicos, expuso como ejemplos.
No pocas de las mujeres que llegan a la consejería del CEOAR lo hacen luego de cinco o 10 años después de haber empezado a vivir la violencia, lo que habla también de la necesidad de intervenir y actuar desde temprano para aprender a identificar y prevenir el maltrato, agregó.
En su experiencia desde una consulta dedicada a estos temas en la provincia de Las Tunas, la psicóloga Elia Marina Brito insistió en la necesidad del trabajo articulado de diversas disciplinas para poder atender y orientar adecuadamente sobre estos temas, y sea desde el punto de vista médico, como también jurídico y social.
“Hemos empezado a crear los vínculos necesarios, pero aún nos queda mucho para poder avanzar más desde todas las miradas y apoyos que necesitan estas personas que viven en situaciones de violencia”, comentó la especialista.