Isabel Muntané* - Revista Mujeres.- La igualdad de género tendría que ser uno de los principios editoriales básicos de los medios de comunicación. Y no solo para responder a una necesidad social sino también para mejorar los productos informativos, ofreciendo la diversidad y la pluralidad de nuestra sociedad.


Las empresas de medios de comunicación deben saber que incorporar una perspectiva de género y feminista también revierte en una ampliación y diversidad de la audiencia y mejora su posición en un mercado competitivo que reclama nuevas formas y valores de comunicación.

Estamos hablando de hacer un periodismo y productos de comunicación que incorporen toda la realidad: la de los hombres, la de las mujeres y también la diversidad sexual y de género.

Ampliar esta visión en las estrategias de la empresa es un paso muy importante que aporta un valor añadido incalculable. Comunicar con perspectiva de género permite al medio ofrecer temas y mensajes innovadores y encontrar nuevas perspectivas gracias a superar, transformar y poner al descubierto las rutinas de trabajo y los mecanismos del sistema patriarcal que antepone el productivismo a las necesidades de las personas y a la sostenibilidad de la vida.

Una auditoría de género es la herramienta que permite analizar con esta perspectiva un medio de comunicación cualitativa y cuantitativamente con el objetivo de hacer un diagnóstico de la situación, detectar áreas de riesgo y hacer propuestas de mejora. Se analizan los contenidos, las dinámicas profesionales y la organización de la empresa. En el ámbito de organización, una auditoría de género sirve para evidenciar quién tiene según que cargos y roles. Y, lo más importante, si las mujeres tienen voz y voto en los contenidos y en el liderazgo de la empresa.

La auditoría analiza con perspectiva de género desde la plantilla, a los gráficos que se elaboran, las fotografías y quien las hace, los artículos y quién los firma, las secciones, los temas, qué libros se recomiendan, a quién se cita en los contenidos como fuente experta, etc.

Este análisis permite obtener información sobre qué mirada se tiene, qué estereotipos sexistas se reproducen y refuerzan, qué voces expertas se promueven y cuáles se omiten, qué temáticas se tratan y cuáles se olvidan por el camino. Todo ello es determinante a la hora de hacer información con o sin perspectiva de género.

Incorporar la perspectiva de género no es solamente utilizar un lenguaje inclusivo y utilizar fórmulas como "la plantilla", "el equipo" o "el personal" que eviten recurrir al genérico masculino o a los incómodos desdoblamientos ("los y las trabajadores/as"). Se trata de incorporar a las mujeres, sus intereses y su visión de la vida en todas y cada una de las fases de la elaboración de contenidos de una empresa de comunicación.

Los medios de comunicación saben y tienen muy presente el enorme poder que representan para sugerir y crear imaginarios. Las dinámicas de los medios de comunicación de hoy en día, con las prisas y la inmediatez como requerimiento casi absoluto, provocan que, a menudo, se dejen en el tintero los análisis críticos de lo que se está produciendo y repetir rutinas ya instaladas y muchas veces arcaicas. El resultado es que la sociedad, más avanzada, va por un lado y lo que transmite los medios por otro.

Aceptar una auditoría de género y sus recomendaciones es, también, un gesto hacia la audiencia. Representa decir y demostrar a las personas que nos leen, oyen o ven que nos preocupa hacer un buen periodismo y crear contenidos con responsabilidad social. Es un gesto de transparencia y compromiso con la mitad de la población… y del mercado. Introducir la perspectiva de género en un medio es, pues, un elemento de innovación, de justicia y de cambio social. Permite incorporar a la comunicación y organización empresarial las aportaciones reales de las mujeres en nuestra sociedad y visibilizarlas es el primer paso.

Estas auditorías son una apuesta para hacer un periodismo y una comunicación cualitativamente mucho mejor, a la vez que contribuir a construir los imaginarios necesarios para una sociedad donde las palabras justicia e igualdad de género no estén solamente escritas en las leyes y pasen a ser una realidad eficaz para conseguir que mujeres y hombres puedan desarrollar sus vidas en libertad y felicidad.

* Isabel Muntanédirige el máster de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Firman también el artículo Valerie Baquerizo, Cristina Baulies, Clara Calbet y Lourdes Domínguez

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