Presidencia del I Congreso Nacional de Mujeres. Fuente: “El Camagüey”.

Lari Perez Rodriguez - Revista Muchacha.- Con la llegada del año 1912, devino también la creación de las primeras asociaciones feministas legalmente registradas dentro de la isla. El Partido Popular Feminista se constituyó en noviembre, y tuvo como presidenta a Emilia Pérez de Viñas. Un mes más tarde nacerían otras dos: Sufragistas Cubanas, presidida por Digna Collazo, y el Partido Nacional Feminista.


Este último tuvo su sede en la casa de Amalia E. Mallén de Ostolaza, y fue el protagonista del sufragio cubano en los primeros años. Su labor se encaminó a la creación de propaganda en pro de la igualdad política y social de ambos sexos. Asimismo, propusieron leyes y medidas a favor de las mujeres y las infancias[i]. Pero, como el resto de las organizaciones burguesas de la época, sus planteamientos podían contener presupuestos racistas y/o clasistas. Ejemplo de ello fue su apoyo a la noción de que el sufragio femenino debía limitarse a las «alfabetas de buena conducta moral».

Amalia E. Mallén de Ostolaza. Fuente:EcuRed.

En 1913, se trató de dar solución a las divisiones que, a causa del «personalismo», ya laceraban el movimiento. Por tal motivo, las tres asociaciones se unieron para formar el Partido Nacional Sufragista (PNS), organización que lideró la difusión del sufragio femenino hasta el año 1917. Su presidencia fue ocupada por Mallén de Ostolaza, y la vicepresidencia estuvo compartida por Digna Collazo, Emila Pérez de Viña, Sara Aguirre, Concepción Barroso, Luz Rubio y Herminia Morales Gómez.

Para 1918, la mujer cubana aún no podía acceder al voto, pero la lucha había dado otros frutos. El 18 de julio de 1917 se aprobó la Ley de Patria Potestad. Gracias a ella, las mujeres fueron libres de administrar sus bienes parafernales o dotales, sin la insoportable tutela de padres y esposos. Otro gran logro fue la ratificación de la Ley del Divorcio (30 de julio de 1918), con la que se lapidaba la institución del matrimonio. Cuba fue el primer país hispanoamericano en aprobar dichas leyes.

La organización más importante del feminismo nacional, el Club Femenino de Cuba, se conformó el 21 de marzo de 1918. Se caracterizó por su heterogeneidad — en él se nuclearon intelectuales de las letras, periodistas, pedagogas y pintoras — , algo que complicó sus relaciones con el resto de las agrupaciones feministas de la isla, de quienes recibieron críticas ante cualquier desliz. En los primeros meses de su existencia, el Club se negó a mezclarse en política, por lo que no se pronunciaron a favor del voto femenino; decisiones por las que nunca dejaron de ser señaladas.

Aun así, los aportes de este Club son incuestionables. Transgrediendo el discurso tradicional sobre las mujeres, sus integrantes desplegaron intensas campañas en aras de la equidad de género. Fundaron escuelas nocturnas para obreras, y para la enseñanza del comercio. También fueron las artífices de la primera escuela de niñeras dentro de la isla. Simultáneamente, realizaron múltiples demandas al gobierno, siendo las mismas tanto de índole laboral como social.

La Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba se fundó en 1921. En sus inicios, estuvo compuesta por: el Club Femenino de Cuba; el Congreso Nacional de Madres; la Asociación de Católicas Cubanas; la Asociación Nacional de Enfermeras; y el Comité de la Creche Habana Nueva. El 11 de octubre de 1922, la Federación convocó a la celebración del I Congreso Nacional de Mujeres, un evento sin precedentes en Hispanoamérica.

Sesión de trabajo en la Academia de Ciencias durante el I Congreso Nacional de Mujeres. Fuente: “El Camagüey”.

Dicho Congreso tuvo lugar del 1 al 7 de abril, y contó con un temario dividido en 36 polémicos puntos, que fueron debatidos por las participantes. Sobre el sufragio femenino se dialogó en la noche del 6 de abril. Fueron varias las ponentes, encontrándose entre ellas Pilar Jorge de Tella — primera mujer en graduarse de una escuela de medicina en Cuba — y Hortensia Lamar, quien defendería el supuesto de que el sufragismo no era la desviación del feminismo, sino una modalidad que permitiría «la igualdad política en la ciudadanía»[ii].

Hortensia Lamar. Fuente: “El Camagüey”.

Aunque el sufragio femenino fue un punto de unidad de las mujeres en este evento, cabe resaltar que nunca se abordó la forma en la que se debía conceder el voto: de manera restringida, o universal.

El período que transcurrió entre el Primer Congreso y el Segundo, realizado en 1925, estuvo matizado — políticamente — por la crítica al fraude eleccionario que propició que el General Gerardo Machado subiera a la presidencia. Entre las sufragistas, Machado sembró falsas expectativas favorables a sus reivindicaciones, lo que agudizó la fractura del movimiento.

Por un lado, estaban las que lo apoyaban, encabezadas por María Collado y el Partido Demócrata Sufragista; y por el otro, los grupos feministas y estudiantiles, que luchaban contra la política dictatorial imperante en la isla.

A pesar de las disputas, Gerardo Machado asistió al II Congreso Nacional de Mujeres, y expresó algunas palabras en la jornada de apertura del mismo.

Según el historiador Julio César Pagés[iii], el sufragio femenino fue presentado en el II Congreso de dos formas: una, con pasión — por parte de las líderes feministas Amalia Mallén, María Collado y Ana Batallé — ; y otra, reflexiva — postura asumida por las abogadas Graziella Barinaga y Ángela Zaldívar.

Una de las intervenciones más aclamadas fue la de María Collado, quien expresara:

El voto es, señoras congresistas, un arma poderosísima en las manos de quien sabe ejercitarlo, él es también como un lazo de unión entre el ciudadano y la patria. Por mediación del voto demuestra el elector su civismo, su amor al suelo en que nació y su preparación para la vida pública, pues según él sepa elegir, demostrará que sabe sentir, que sabe pensar y que sabrá mantener, por sobre toda consideración el amor a su bandera[iv].

María Collado. Fuente: Wikipedia.

La intervención final de la noche del viernes 17 de abril, estuvo a cargo de Ángela Zaldívar, quien, osadamente, se atrevió a afirmar frente a 76 hombres denominados «Congresistas Adictos», que en Cuba las mujeres no pertenecían, ni nunca habían pertenecido, a la clase ciudadana[v].

 

Ángela Zaldívar. Fuente:“El Camagüey”.

En 1933, Machado aprobó el sufragio por Ley Congresional; hecho que fue celebrado por parte de las feministas, sin importarles que, mediante el mismo, se excluía a miles de mujeres exiliadas, presas, o en la oposición política. La ley fue derogada con la revolución del mismo año.

No fue hasta el 10 de enero de 1934 — durante el gobierno de Ramón Grau San Martín — , que apareció publicado en la Gaceta Oficial, en edición extraordinaria, el derecho al sufragio femenino, sin restricción. Y, en las elecciones presidenciales de 1936, por primera vez en la historia de nuestra patria, las cubanas participaron en su doble condición, de electoras y elegibles.

En busca de la memoria: El sufragio femenino en Cuba (Parte I)

 

[i] Véase ANC, Fondo Registros de Asociaciones, legajo 400, exp. 11886

[ii] Véase Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana, Imprenta La Universal, 1924, p. 365.

[iii] Véase González, J. C. (2002). Buscando la ciudadanía política: mujeres cubanas en la República, 1902–1925. Op. Cit. Revista Del Centro De Investigaciones Históricas, (14), 283–302.

[iv] Véase Memoria del Segundo Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana, 1925, p. 550.

[v] Ibid., p. 567.

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