Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- A principios del mes pasado, El FINANCIERO, de México dio cuenta de que en la actualización del modelo económico y social cubano con la nueva Ley de Inversión Extranjera,  nuestra nación sustenta una cartera con oportunidades para la inversión foránea en 246 proyectos a lo largo de once sectores de su economía; al paso que se ha preparado el marco regulatorio para dar certidumbre a inversionistas, de acuerdo con la expuesto por Lina Pedraza Rodríguez, Ministra de Finanzas y Precios de Cuba, durante su participación en el Foro Económico Mundial de Latinoamérica —las negritas son del Periódico.


Quien escribe estas líneas, catorce meses atrás en Cuba: un incentivo para la Inversión, significó aspectos que favorecen la materialización de la Política en este sentido en la Mayor de las Antillas, a saber: la actualización del modelo económico cubano; la estabilidad política y social que distingue a nuestro país; las expectativas asociadas a la emisión de un nuevo marco legal de la inversión extranjera que comprende garantías a los inversionistas, transparencia, diseño de un proceso de autorización más eficiente e incentivos fiscales; la formulación de políticas sectoriales y la apertura en nuevos sectores; la reorganización de las entidades de promoción para la asistencia al inversionista extranjero; la existencia de oportunidades de negocios; y la disponibilidad de recursos humanos calificados.

Sin embargo, ni en el momento de la emergencia de la Ley en causa ni ahora han faltado voces tendientes a enturbiar nuestro propósito. Si no, preguntémonos si era indispensable que Cartas desde Cuba, sin más elementos de juicios, apuntara que “se mantienen las empresas empleadoras que se quedan casi con el 70% del salario del trabajador si sumamos el 20% de comisión más la aplicación de una tasa de cambio muy desfavorable”; al tiempo que es llamativo que un despacho reciente de El Nuevo Herald refleje una suerte de queja porque “los empresarios extranjeros no pueden contratar directamente a sus empleados” —en oposición a elogios de la CEPAL.

Sobre este presupuesto, comparto de inmediato con mis lectores/as unas consideraciones lo más sucintamente que esté a mi alcance, a tono con segmentos de la reglamentación que brinda luz sobre el Régimen Laboral en la Ley de marras.

En la Resolución No. 920/2014 del Ministerio de Economía y Planificación, se lee:

“PRIMERO: Las entidades empleadoras autorizadas a suministrar fuerza de trabajo vinculada a la inversión extranjera, reciben un valor que no exceda el 20 % de lo pactado en CUC por concepto de salario a los trabajadores.

“SEGUNDO: Este por ciento tiene como finalidad cubrir los gastos de la gestión de estas entidades para garantizar el suministro de la fuerza de trabajo calificada que implica su reclutamiento, selección, formación y desarrollo, así como un margen de utilidad.

“TERCERO: Adicionalmente, las entidades empleadoras cobran a las modalidades de inversión extranjera, los importes correspondientes a la Contribución a la Seguridad Social a que están obligadas, sobre la base de lo pactado en CUC, por concepto de salario a los trabajadores” —las negritas son mías.

Obviamente, las entidades empleadoras autorizadas a suministrar fuerza de trabajo vinculada a la inversión extranjera tienen que poseer recursos financieros con los cuales amparar su razón de ser que, subrayo, sobrepasa con crece la obtención del mencionado 20 % y el cobro de la Seguridad Social. Más allá de imperfecciones, es tangible que ellas se preocupan y ocupan de preservar los derechos de los trabajadores/as que contratan y, simultáneamente, certifican ante la contraparte foránea la calidad del servicio que el país le brinda.

No obstante, subyace el problema de hasta dónde es correcta la Resolución No. 42/2014 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que “fija en dos (2) el coeficiente a tener en cuenta para el pago del salario por la entidad empleadora a los trabajadores cubanos y extranjeros residentes permanentes en Cuba que prestan servicios en las empresas mixtas o de capital totalmente extranjero y por las empresas mixtas autorizadas a contratar directamente su fuerza de trabajo”, si ello representa multiplicar el dinero que recibe el trabajador/a en CUP y no en CUC que es en lo que paga el inversor —al costado de que en el caso de la Zona Especial del Mariel el coeficiente es en diez (10).

Personalmente, puedo entender la inconformidad de muchos trabajadores/as del caso en cuestión porque, en el plano estrictamente individual, el estipendio que reciben dista considerablemente del aporte de ellos/as desde sus respectivos puestos de labor. Puedo dar fe de que este no es el único ejemplo en sentido similar: son miles y miles quienes con su sudor han aportado/aportan a los fondos desde donde sale moneda dura para el quehacer gubernamental a favor del pueblo y, sin embargo, la retribución directa que reciben se aproxima poco a la contribución. Pero, resulta comprensible/admirable que todos/as tienen como denominador común el hecho de ser importantes Contribuyentes a la satisfacción de necesidades básicas de cubanas y cubanos.

Por tanto —y en línea con lo que expresé en Cuba: otra desvergüenza de EL PAÍS—, pregunto: ¿Será que las personas que se ocupan en las entidades empleadoras autorizadas a suministrar fuerza de trabajo vinculada a la inversión extranjera en mi nación tienen una cuenta en algún Banco en el patio o en el extranjero donde va a parar el grueso del dinero que inversores pagan por contratar dicha fuerza? ¿O será más bien que, para ahuyentar lo que expuse en La pobreza galopa: urge liquidar el sistema que la sustenta, ese dinero que ellas recaudan está destinado a ir a parar al arca gubernamental para enfrentar problemas vitales de cubanas y cubanos, incluyendo a tales trabajadores/as?

Entonces, pienso que mis lectores/as pueden comprender a través de estos matices de la Ley de Inversión Extranjera en Cuba que acabo de exponer que la matriz de opinión que intenta establecer determinada prensa en este orden de ideas deviene confusión/obstáculo en nuestra lucha por dignificar cada vez más y mejor al pueblo del Caimán Verde. Mas, la vida va colocando esa matriz en su destino: la letrina de la Historia.

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