Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Hace poco más de un año, El Mundo publicó Las torturas de la CIA e hizo saber que inyecciones de comida de manera forzosa por vía rectal, privación del sueño durante más de 70 horas, ahogamientos simulados, amenazas sexuales con palos y palizas varias son sólo algunos de las martirios a los que la tenebrosa Agencia de Inteligencia Made in USA sometió a los detenidos acusados de actividades relacionadas con el terrorismo entre 2002 y 2006. Hace poco más de un día, el Nuevo Herald divulgó Activistas cubanos denuncian misteriosos pinchazos en acto de repudio. De inmediato, explico el símil.
Resulta que Antonio Rodiles, la misma persona que estudió y no se graduó de la Universidad de La Habana porque abandonó sus estudios por su propia voluntad y tal vez por los malos resultados académicos que tenía; la misma persona que hoy se hace pasar por doctor en Física al amparo de capital falsedad; la misma persona que lidera un proyecto contrario a los intereses de la mayoría de cubanos/as y que ha posado con la señora Ileana Ros-Lehtinen, la protectora de Posada Carriles; es quien ahora aparece junto a su pareja expresando que van a realizarse “exámenes tras descubrirse en el cuerpo lo que parecen las marcas de una 'pistola de vacunación'” supuestamente usada por “una turba” o sea, por unos imaginarios agentes al servicio de nuestra Seguridad del Estado.
Según el Herald, Rodiles y cía “descubrieron las marcas: 'tres orificios pequeños en forma de triángulo y uno en el centro'”; y el delincuente político en el Norte del Estrecho de la Florida y director del Centro para una Cuba Libre, Frank Calzón, advirtió “de la posibilidad de que se les hubiera inoculado una sustancia desconocida”; al tiempo que el usurpador de doctorado “dijo que había decidido finalmente viajar a Estados Unidos para poder realizarse de manera independiente 'un estudio de sangre y descartar una sustancia tóxica'” —las negritas son mías.
Así, considero evidente algunas coordenadas que nos conducen a la esencia de la trama en cuestión. Al respecto, pregunto:
¿Será desatinado pensar que en el tema de la supuesta inyección contra la voluntad de un ciudadano/a se pretende homologar las acciones de la CIA con las de la Seguridad del Estado en Cuba? ¿Acaso deja de colocar en entredicho la percepción de organismos internacionales sobre la calidad de la Salud Pública en la Mayor de las Antillas el hecho de decidir salir a EEUU para realizarse un simple examen de sangre que en la Isla se le efectúa sin problema alguno a quien lo requiera durante las 24 horas del día, al margen y sin indagar en posición ideo-política?
Incorporo otro par de interrogantes: ¿Dejará de ser risible —escribo, si el asunto careciera de seriedad— la acusación del uso de una “pistola de vacunación” para dañar a adversarios pequeños, si hemos tenido la oportunidad de ajusticiar por manos propias a terroristas como Posada Carriles y no lo hicimos por ser consecuentes con nuestros Principios revolucionarios? ¿Faltarán entonces razones para suponer que, en rigor, presenciamos una nueva patraña para continuar viviendo del dinero del contribuyente de la Patria de Lincoln en el marco de las actividades yanquis contra la Revolución Cubana?
Pienso que no hacen faltas más palabras. Resulta obvia la pretensión en el caso de marras: situar a Cuba en un hipotético papel de la CIA para legitimar las actividades de auténticos Mercenarios/as. ¡Mayúsculo fiasco!
