Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Represión en Chile, Colombia y España

Por más de medio siglo todas las administraciones yanquis se han empeñado en destruir el proceso revolucionario cubano, al no admitir que a solo 90 millas de sus costas exista un gobierno que no se pliegue a sus órdenes, de ahí sus permanentes planes para crear una oposición política, realizar actos terroristas, una guerra económica, comercial y financiera y hasta la biológica, todo con el propósito de evitar que el sistema socialista florezca y pueda ser un mal ejemplo para otros gobiernos latinoamericanos.


 

Cuando se analizan cronológicamente las acciones ejecutadas por Estados Unidos contra Cuba, se ve a las claras la criminal política que desarrollan para afectar al pueblo, a la vez que llevan a cabo campañas mediáticas para que culpen al gobierno revolucionario de sus penurias, pero los planes desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado, ponen al descubierto la mano negra yanqui y sus políticas violatorias de todos los derechos humanos.

En esos planes desclasificados se constata su falta de principios éticos y humanos, al aceptar ante el Senado que organizaron planes para asesinar a Fidel Castro, lo que resulta suficiente para que sus responsables sean juzgados, como se hizo en Núremberg con los oficiales del ejército nazi después de la II Guerra mundial, hechos que se suman a los actos terroristas contra instalaciones económicas, de servicio, educacionales, barcos mercantes y pesqueros, la agricultura y contra personas inocentes, que dejaron un saldo de miles de muertos, heridos y mutilados.

Al comprobar que la Revolución no se derrumbó después de la caída del campo socialista europeo, Estados Unidos aprobó leyes para apretar aún más su guerra económica, entre ellas las conocidas Torricelli y la Helms-Burton, y para cortar el apoyo de Europea, en 1996 acordaron con José María Azar, presidente español, el establecimiento de la llamada Posición Común, algo que no tenía antecedentes y solo fue fabricada para apretar el cerco económico contra la Isla, pero que 10 años después, terminó en el fracaso y la vergüenza europea.

Ahora, en medio de la crisis económica que atraviesa Cuba, al igual que el resto del mundo, provocada por la pandemia de la Covid-19, más las 243 sanciones económicas impuestas por Donald Trump, mantenidas por Joe Biden, ciertos parlamentarios europeos de derecha, orientados por Estados Unidos, organizan demandas y más sanciones contra la Cuba socialista que no se rinde ante tantas presiones.

La estrategia perseguida es hacerle creer a todos que en la Isla se “violan” los derechos humanos, presentando testimonios de una docena de asalariados que reciben mensualmente cientos de dólares desde Estados Unidos, para la ejecución de actos subversivos, situación que ningún país permitiría en su territorio.

Una avalancha de noticias falsas publicadas en estos días, da la medida del desespero por seguir sancionando a Cuba, a la vez que callan ante los crímenes que acontecen en Colombia, Palestina, Honduras y los propios Estados Unidos, algo que nunca se ha constatado en la Mayor de las Antillas después de 1959.

El fin de esta guerra mediática ideada por los yanquis, es lograr el consenso necesario para echar atrás el Acuerdo de Diálogo Político con el Gobierno de Cuba, aplicado en forma provisional desde noviembre de 2017 y por eso atacan con saña al jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, quien defiende la ratificación del mismo, a pesar de tener una postura política de derecha.

Hoy el mundo no es el de hace años que se podía engañar con noticias falsas, porque las redes sociales permiten informar la realidad de las cosas y las mentiras salen a la luz rápidamente.

¿Por qué Dita Charanzová, vicepresidenta del Parlamento Europeo no pide condenar a Dinamarca por apoyar a Estados Unidos en el espionaje electrónico contra altos funcionarios de países europeos?

¿Por qué los europarlamentarios Hermann Tertsch, José Ramón Bauzá, Soraya Rodríguez, Leopoldo López, y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, radicado en Madrid y financiado por Estados Unidos, no solicitan condenar a Washington por aprobar 20 millones de dólares para las acciones de subversión contra Cuba, y a España por ejecutar miles de desalojos contra familias de bajos recursos, en medio de la crisis de la Covid-19?

Ninguno alza su voz para condenar las violaciones de los derechos humanos en Chile y Colombia, las salvajes represiones policiales con detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones, que acumularon 76 masacres en 2020, en las que fueron asesinadas 292 personas, incluyendo a 23 mujeres, 6 niñas, 18 niños, 7 indígenas y 10 personas de raza negra, según informe anual de la Oficina de la Alta Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, hechos que en Cuba no suceden.

Ante los bombardeos a Gaza por Israel, que dejaron decenas de civiles muertos, entre ellos muchos niños, ninguno de esos parlamentarios que ahora quieren sancionar a Cuba, dijo una sola palabra, porque a los yanquis no les conviene.

A esos parlamentarios nos les interesan los derechos humanos pues si así fuera, ya hubieran condenado a esos países y a los mismos Estados Unidos, por el maltrato que reciben los negros en ese país a manos de la policía, incluido el asesinato de George Floyd y de niños y mujeres indefensos.

Despreciables servidores de los yanquis que serán condenados por la historia y llevarán de por vida el repudio de millones de personas humildes, que conocen en carne propia las verdaderas violaciones de los derechos humanos.

Para disgusto de Estados Unidos, Cuba seguirá libre y soberana por el mar de las Antillas, porque su pueblo no desea regresar al pasado, cuando dictaduras asesinas respaldadas por Washington, se repartían la Isla.

Esos peones hipócritas deben recordar a José Martí cuando dijo:

“Una vez gozada la libertad, no se puede ya vivir sin ella”.

 

 

 

 

 

 

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